En estos tiempos que corren, más que nunca, es necesario aprender a afrontar la diversidad. Vivimos un momento de crisis, contrariedades y complicaciones que muchos ven como algo difícil de superar en su día a día, por mucho que se rodeen de personas que les animen a ver esos momentos difíciles como oportunidades.
No obstante, es precisamente lo que debemos hacer por muy difícil que sea. Tal y como afirma el conocido especialista Mario Alonso Puig, precisamente son esos momentos más complicados o las experiencias traumáticas y desafiantes del pasado, de donde podemos extraer la oportunidad para crecer, evolucionar y salir reforzados como personas.
“Construir fortaleza interior, en ocasiones, requiere atravesar experiencias que nos desafían y nos ayudan a crecer”, afirma el experto, que explica de manera más sencilla cómo es el proceso. “Es como quien quiere desarrollar fuerza física necesita levantar pesas. Al principio, empieza con pesos ligeros que aún así demandan esfuerzo, pero con constancia su musculatura se va fortaleciendo”.
Para el especialista, las heridas, malas situaciones, dolor o traumas no deben considerarse algo negativo; son un comienzo, una oportunidad. De todas esas experiencias se puede generar una interpretación, pero siempre será con dos caras: una historia que nos limita o que nos impulsa.
“Nos ofrecen dos caminos, pueden limitarnos o impulsarnos”, sentencia Mario Alonso Puig. “Se habla mucho del estrés postraumático, pero menos del crecimiento postraumático, ese proceso en el que, a raíz de los desafíos vividos, no solo nos recuperamos, sino que evolucionamos”. El experto explica que el crecimiento personal tiene que ver en gran parte con la experiencia, pero también con la vivencia de que somos capaces de superar pruebas.
Todo ser humano puede superar pruebas, puede recuperarse. Es el comienzo, no es el final
Ese es un aspecto del que las personas no tienden a darse cuenta cuando están pasando un momento complicado, cuando no ven una salida. Tampoco los investigadores y especialistas en psiquiatría, que tradicionalmente se han centrado en las consecuencias negativas que estos sucesos traumáticos pueden causar a las personas. Sin embargo, el sanitario insiste: superar esos momentos no solo demuestra que somos capaces de conseguir salir del atolladero, sino que nos ayuda a construir algo tan valioso como nuestra fortaleza interior.
“Para construir una fortaleza tienes que pasar por experiencias que de alguna manera te desafíen y te ayuden a crecer”, insiste Puig. Habrá momentos de dificultad y dolor, pero esos son solo el principio, nunca el final. Dentro de cada ser humano está la capacidad de levantarse, crecer y descubrir una fortaleza mayor de la que imaginamos.”
Hay que trabajar por capaces de ver elementos positivos en el proceso de lucha que iniciaron tras esos momentos de incertidumbre y complicación. No se descarta el sufrimiento, que lo hay, sino que se puede convivir con ello.
Momentos de dificultad en los que hay una oportunidad para el aprendizaje
En consecuencia, la persona verá cómo se producen una serie de cambios.
- Percepción de uno mismo. Uno se siente más fuerte y con más fortaleza interior para afrontar cualquier situación que se le presente en el futuro. Mayor seguridad y autoestima.
- Relaciones sociales. A raíz de dar sentido a estos procesos, algunas personas tienden a abrirse más y a compartir sentimientos cuando nunca antes lo habían hecho y a aceptar la ayuda de los demás.
- Filosofía de la vida. Mayor aprecio por lo que se tiene, cambio en la escala de valores y un mayor disfrute de la vida en general.