A veces, parecer imperturbable frente a las críticas suena como un superpoder reservado a unos pocos, pero Mario Alonso Puig tiene algo que decir al respecto: no es magia, es cuestión de enfoque. En una conversación cargada de reflexiones y anécdotas, el reconocido médico y conferencista desentraña cómo podemos blindarnos ante los comentarios que nos desmoronan y, de paso, construir una autoestima más sólida.
La autoestima, dice Puig, no tiene nada que ver con ser prepotente ni con creerse más que nadie. Tampoco es eso de no aceptar errores o pensar que pedir ayuda es de débiles. Nada que ver. Para él, se trata de saber que tenemos valor, pase lo que pase, y de reconocer lo mismo en los demás. “La autoestima nunca crece reduciendo a otros, humillándolos o considerándolos inferiores”, afirmó. Además, subrayó que pedir ayuda no es un signo de flaqueza, sino de inteligencia y humildad.
Dependencia
No hay que macharse en exceso
Sobre las críticas, Puig lo tiene claro: nos afectan tanto porque nos cuesta confiar en nosotros mismos. “Cuando alguien tiene una autoestima bien construida, las críticas no lo tumban. Pero si no la ha trabajado, cualquier comentario negativo puede tener un impacto devastador”. Y es que, según explica, quien busca validación en los demás siempre estará a merced de lo que digan.
Aquí entra en juego la relación con el niño interior, ese aspecto de nosotros mismos que guarda heridas del pasado. Puig asegura que muchas de las inseguridades y dudas que nos acompañan en la vida adulta vienen de experiencias tempranas no resueltas. “El niño interior no hay que buscarlo en el pasado, está en el presente, y desde el presente se soluciona y se sana el pasado”, afirmó. Soltar juicios y culpas hacia nosotros mismos es el primer paso para sanar esas heridas y fortalecer la autoestima, lo que nos ayuda a ser menos susceptibles a las críticas.
Escudo contra lo que digan
La gestión de las circunstancias
En un momento especialmente interesante de la charla, Puig compartió una anécdota sobre una paciente con hipertensión severa. Su cardióloga estaba preocupadísima por sus tensiones altas, pero nada parecía funcionar. Hasta que, en una conversación, le sugirió un cambio muy simple: decorar su aparato de medición con dibujos y pegatinas. El resultado fue que las cifras comenzaron a mejorar. “Ella proyectaba su miedo en el aparato, y eso afectaba directamente su cuerpo. Cuando cambió su relación con él, todo cambió”, explicó.
Y, ¿qué tiene que ver esto con las críticas? La enseñanza, según Puig, es clara: nuestras circunstancias externas influyen, pero lo que de verdad importa es cómo las interpretamos y cómo nos relacionamos con ellas. Es ese cambio interno el que puede desactivar el poder de una crítica hiriente.