El aburrimiento tiene mala fama, pero tal vez sea uno de los motores más importantes de la creatividad. En un mundo hiperconectado, donde los niños apenas tienen tiempo para desconectar de las pantallas, Bill Gates ha lanzado una reflexión que invita a repensar las infancias actuales y su impacto en el desarrollo personal.
En una publicación reciente en su blog, Gates recordó cómo solía desaparecer en su habitación para perderse en libros o ideas durante horas. “Cuando me sentía inquieto o aburrido, me quedaba solo pensando o leyendo”, escribió. Esa desconexión, asegura, marcó la diferencia en su forma de aprender y resolver problemas, algo que hoy, con los móviles en la mano, no sería tan fácil de lograr.
El empresario aprovechó para recomendar el libro La generación ansiosa, del psicólogo Jonathan Haidt, que explora cómo los smartphones afectan al cerebro de los más jóvenes. Haidt vincula problemas de salud mental, como la ansiedad y la falta de concentración, con el uso excesivo de dispositivos digitales. Gates está de acuerdo: “Nuestra capacidad de atención es como un músculo, y las interrupciones constantes la debilitan”.
Demasiada tecnología
El potencial de los niños está repimido
Además, comparó las infancias de antes, basadas en el juego y la imaginación, con las de ahora, dominadas por pantallas. Según un estudio de Harvard, estas últimas podrían estar perjudicando el desarrollo de habilidades como la creatividad y la resolución de problemas. Gates, por su parte, no se cansa de insistir en que desconectar de las pantallas no solo es necesario, sino vital para que el cerebro funcione a su máximo potencial.
Para él, este hábito de concentración sigue siendo tan importante que, desde los años 90, dedica una “Semana del Pensamiento” anual: se retira a una cabaña con un montón de libros, sin distracciones, para dejar fluir las ideas. De hecho, algunas de las mejores iniciativas de Microsoft nacieron en esos retiros, según detallaba The Wall Street Journal.
Gates no culpa directamente a los dispositivos, pero sí advierte de que, sin tiempo para pensar y concentrarse profundamente, se pierden oportunidades de innovación. Así que quizá sea el momento de guardar el móvil, dejar que el aburrimiento haga su magia y ver qué ideas geniales surgen en esos ratos en los que no se hace nada.