Como marca la tradición, la escalinata del Museo Metropolitano de Arte de Nueva York ha vuelto a vestirse de gala el primer lunes de mayo. Un año más, Anna Wintour, la editora jefa de Vogue, ha reunido a numerosas celebridades en el evento más importante de la industria de la moda, en esta ocasión, para rendir tributo a la figura de Karl Lagerfeld.
Esta edición ha estado marcada por el espectacular look nupcial de Penélope Cruz, una de las coanfitrionas de la gala que ha deslumbrado con un vestido de Chanel, Pero en la alfombra blanca, azul y roja tampoco han faltado las sorpresas de belleza protagonizadas por Jessica Chastain, que ha cambiado su melena pelirroja por el rubio platino, o Marion Cotillard, que ha dejado sin palabras con su nuevo corte de pelo teñido de rosa.
Otra de las actrices que ha impactado en el evento más esperado del año ha sido Florence Pugh. La protagonista de Don’t worry darling ha debutado en la gala con un vestido blanco diseñado por Pierpaolo Piccioli, director creativo de Valentino. Su diseñador de confianza ha creado un diseño blanco con una falda con volumen y cola y con un llamativo escote con aberturas y decorado con un lazo.
Pero no ha sido este vestido el que ha captado todas las miradas, sino su cabeza. La actriz ha aparecido con un radical cambio de look, con la cabeza rapada para lucir un impactante tocado de plumas con el que, sin duda, no ha dejado indiferente.
Pugh ha dado un golpe de efecto y ha conseguido que su primera vez en la gala Met se convierta en uno de los momentos más virales en redes, atreviéndose a cortar su melena bob rubia para dar paso a un favorecedor rapado con el cabello mucho más oscuro.
Florence ha rematado su look de belleza con una mirada intensa en un ahumado negro que conjuntaba perfectamente con el resto de su estilismo. También ha aportado el toque punk con el septum en la nariz, un accesorio que se ha convertido en uno de sus favoritos.