La llegada de las cigüeñas a Ciudad Rodrigo son todo un acontecimiento. Cada año, la localidad salmantina recibe en los árboles de la plaza de su imponente castillo a las entrañables aves viajeras que acaban formando parte de la vida de sus habitantes. La cercanía de su morada con la histórica fortaleza, que funciona como Parador de Ciudad Rodrigo, las atrae hacia la torre y los jardines del establecimiento, convirtiéndose en todo un espectáculo para sus clientes. Este es uno de los momentos más esperados del año. Una especie de tradición, como degustar el delicioso Farinato, el embutido salmantino que nunca falta en su carta.
Pero esto es solo un ejemplo. En cada rincón de nuestro país se salvaguarda una bonita tradición, alguna de carácter milenario. Un pedazo de nuestro legado histórico, que nos devuelve a los orígenes, a las raíces, como testimonio vivo del pasado. Conservar y dar a conocer este patrimonio inmaterial se ha convertido en el objetivo de muchos pueblos y ciudades. Y también de Paradores. Y es que, allá donde haya una tradición, se levanta un Parador. Cangas de Onís, Santiago de Compostela, Chinchón, Alcalá de Henares, Baiona o Cambados, entre otros, atesoran tradiciones que ponen en valor la historia. Deliciosas costumbres y fiestas conmemorativas que siguen latiendo como el primer día.
La torre y los jardines del Parador de Ciudad Rodrigo se convierten en refugio para las cigüeñas durante su visita anual a la localidad
Un tañir de campanas milenario
El monasterio benedictino de San Pedro de Villanueva, hoy Parador de Cangas de Onís, es un auténtico guardián de las tradiciones. Emplazado a orillas del Sella, su historia se remonta al siglo VIII, cuando fue fundado como panteón real de los primeros reyes astures, convirtiéndose en uno de los más antiguos de la provincia. Son más 1.200 años de existencia a las puertas de los Picos de Europa y ligado indisolublemente a la iglesia románica anexa. Un templo de gran valor arquitectónico, erigido por Ermesinda, hija del rey Pelayo y hermana del rey Favila, que, además, sigue teniendo culto desde entonces, el primer sábado de cada mes.
El Parador de Cangas de Onís, rodeado de naturaleza, conserva siglos de tradición y belleza arquitectónica
La iglesia es muy especial. No sólo por su antigüedad y por sus bonitos capiteles románicos que cuentan la historia de Favila (segundo rey de Asturias) e ilustran escenas cotidianas medievales, también porque en su torre luce una campana que sólo permite escuchar su tañido una vez al año, con motivo del campanu del Sella. Una preciosa tradición que se remonta al medievo, cuando los monjes gestionaban el uso del río y tocaban las campanas para anunciar el avistamiento de los primeros salmones, abriendo así la temporada de pesca. El primer ejemplar que se capturaba recibía el nombre de campanu.
En la actualidad, en el mes de abril, las campanas siguen sonando. Sólo una vez al año, cuando ese primer salmón es capturado; el único que puede venderse. En la subasta realizada en el emblemático puente romano de Cangas, en una puja que ha llegado a alcanzar los 18.000 euros. A este momento único el Parador suele rendirle su particular homenaje culinario con un menú especial que incluye este pescado en la carta.
La iglesia románica anexa al Parador de Cangas de Onís luce una campana que solo permite escuchar su tañido una vez al año, con motivo del 'campanu del Sella'
Otro mes muy volcado en la tradición es el de diciembre. Desde la inauguración del Parador, en 1998, se celebra un ciclo de conciertos corales en la iglesia, que se ha convertido ya en referente musical en Asturias y que siempre concluye el 30 de diciembre a cargo del coro de Peñasanta, de Cangas de Onís. Además, desde hace 11 años, en Nochebuena, se organiza una emotiva cena con clientes solitarios que acuden a disfrutar de la compañía del director y su familia. Una velada que cada vez gana más fieles y que también se organiza ya en la última noche del año. Ya es un clásico. Igual que la chocolatada tras la tradicional misa del gallo en la iglesia, cada 24 de diciembre.
El almuerzo de los peregrinos
El hotel más antiguo de España tenía que ser protagonista de una bonita tradición. Hablamos del Hostal dos Reis Católicos o, lo que es lo mismo, el Parador de Santiago de Compostela. Este alojamiento emplazado en la emblemática Plaza del Obradoiro abrió sus puertas en 1509 por orden de los Reyes Católicos para acoger al peregrino que completaba el Camino de Santiago. La construcción del Hospital Real de Santiago fue sufragada con los ingresos obtenidos por la toma de Granada y pronto se convirtió en uno de los más famosos de la cristiandad. En un lugar de cobijo, reposo y atención sanitaria para paliar el esfuerzo y sacrificio de largas jornadas de trayecto. A los peregrinos se les proporcionaba alojamiento y también alimento durante tres días. Una tradición a la que el Parador ha querido seguir vinculado.
El Parador de Santiago, que abrió sus puertas en 1509 como Hostal dos Reis Católicos, presume de su claustro de San Lucas
Todos los días del año, este ofrece 10 comidas gratis en su restaurante Enxebre a los primeros peregrinos que llegan a Santiago y recogen la compostelana en la Oficina del Peregrino y, por lo tanto, demuestren haber realizado el Camino. A los afortunados se les extiende un ticket para un delicioso almuerzo, que es el mismo que se prepara cada día para el personal del Parador, “la comida de la familia” la llaman. Un menú que se sirve tras la misa del peregrino, rito que se celebra en el altar mayor de la catedral todos los días. Es así como el Parador sigue ligado a una antigua tradición (interrumpida temporalmente por las obras de rehabilitación) que refuerza el pasado y la identidad de este lugar mítico que alberga en su interior cuatro impresionantes claustros y una colección pictórica envidiable.
Todos los días del año, el Parador de Santiago ofrece 10 comidas gratis en su restaurante Enxebre a los primeros peregrinos que llegan y demuestran haber realizado el Camino
Un cocido castizo rescatado del olvido
En otoño, invierno y primavera. Durante estas tres estaciones y desde hace casi tres décadas, el popular y ya mítico cocido de taba llega a la mesa de El Bodegón, el restaurante del Parador de Chinchón, los sábados, domingos y festivos. Una antiquísima receta rescatada del olvido, gracias al detalladísimo tratado del historiador, filólogo y gastrónomo Joaquín de Entreambasaguas que, en 1954, la publicó por primera vez para detallar minuciosamente lo que se comía en otro tiempo en la provincia de Madrid.
El patio del Parador de Chinchón, donde se ha rescatado del olvido una receta castiza
Un cocido como los de antaño, con cangrejo de río, ingrediente que se pescaba en las orillas del Tajuña y en otras de la zona, como vianda que elevaba su sabor y presentación. Hoy, este cocido, presente exclusivamente en el Parador, incorpora, además, cuello de ganso deshuesado y rellenado con su carne, ajo, perejil, huevo y pan rallado –al modo de la adafina, antiguo cocido hebreo–.
El cocido de taba es un plato de esmerada elaboración que empieza a fraguarse en el restaurante cinco días antes, cuando se inicia la preparación del caldo y las verduras, y se cocinan y desgrasan las carnes. Todo ello siguiendo a rajatabla la receta original recuperada, a modo de herencia culinaria.
Desde hace tres décadas, El Bodegón, el restaurante del Parador de Chinchón, sirve su célebre cocido de taba en otoño, invierno y primavera
Este legado se merece un buen prólogo: el de un delicioso aperitivo de encurtidos y variantes que se ofrece al comensal previamente y al que denominan Antesdeboda, haciendo honor a los platos ofrecidos entre las familias de los novios antes de las ceremonias nupciales, una costumbre recogida en El Quijote. Natillas, bartolillos y pestiños –dulces de identidad conventual– completan este delicioso ágape tradicional que puede probarse en este retiro monacal chinchonense.
El cocido de taba, con cangrejo de río y cuello de ganso relleno, es tradición en el Parador de Chinchón
La merienda del poeta
El Parador de Alcalá de Henares es mucho más que un conjunto histórico de edificios que ha sabido actualizarse respetando su pasado. Es vanguardia, como evidencia el espectacular Jardín Tallado que se extiende sobre algunas de las habitaciones. Es historia, la que se transmite en cada estancia de los tres colegios-conventos del siglo XVII y a través de los detalles originales que el viajero disfruta, como las impresionantes bóvedas de la antigua iglesia conventual que cubren el spa. Y es, también, tradición.
Aunque se inauguró como alojamiento en 2009, Paradores llegó a Alcalá de Henares en 1930 cuando abrió su ya mítica Hostería del Estudiante, uno de los dos restaurantes que posee hoy el establecimiento. Ubicado en la llamada Manzana Cisneriana, ocupa el histórico Colegio Menor de San Jerónimo o Trilingüe, cedido al Patronato Nacional de Turismo por la Sociedad de Condueños de Alcalá para su rehabilitación y salvaguardia (se trataba de una comisión popular de alcalaínos que incluía a excatedráticos, albañiles o carpinteros, que compraron los edificios universitarios para protegerlos).
Exterior de la Hostería del Estudiante, donde Lorca, que a veces ensayaba y actuaba en Alcalá con su compañía La Barraca, acudía frecuentemente a merendar
La Hostería del Estudiante es un icono de Alcalá de Henares. Heredero de la tradición universitaria complutense, está emplazado frente al edificio principal del Parador y atesora un pasado muy especial. En sus inicios, el poeta Federico García Lorca, que a veces ensayaba y actuaba en Alcalá con su compañía La Barraca, acudía frecuentemente al establecimiento e invitaba a merendar a los artistas. También estuvo acompañado de otros intelectuales como Gregorio Marañón y de algunos miembros más de la generación del 27. Sus visitas venían motivadas principalmente por las deliciosas “Migas con Chocolate” que tantas veces compartió con los miembros de su compañía. Merienda que, casi un siglo después, sigue siendo toda una tradición en el Parador.
La Hostería del Estudiante, uno de los dos restaurantes del Parador de Alcalá de Henares, es un icono de la ciudad, heredero de la tradición universitaria complutense
Si bien la Hostería ha quedado reservada a ofrecer platos tradicionales y las recetas más emblemáticas de la cocina regional de Paradores, en el espacio gastronómico o cafetería del alojamiento, se pueden seguir degustando aquellas migas que fascinaban al poeta. Además, la Hostería se comunica con el Patio Trilingüe, que es donde el Parador sirve cada año el almuerzo posterior a la entrega de los Premios Cervantes, que se celebran siempre en el vecino Paraninfo con la presencia de los reyes, cada 23 de abril (Día del Libro y fecha del fallecimiento de Cervantes). También suele proporcionar la comida con la que Casa Real homenajea al premiado de cada año.
Otra cita esperada anualmente son las Jornadas Cervantinas, que se celebran en Alcalá a primeros de octubre y a las que se suma siempre el Parador. Son ya casi 30 años ofreciendo propuestas gastronómicas propias de la cocina del Siglo de Oro y de El Quijote, con un delicioso menú degustación.
La noticia que marcó un antes y un después en la historia
En Baiona, una imponente fortaleza amurallada vigila la preciosa bahía y las Islas Cíes, mientras rememora su prolífico pasado, que se inició en el siglo XII con carácter defensivo. Hoy, convertida en el Parador de Baiona, la construcción presume de muros vivos, que lucen orgullosos, cual muescas en un revólver, multitud de vivencias. Como la que nos hace recalar en 1585, cuando el temible pirata Francis Drake atacó este enclave. O la que nos lleva, un siglo más atrás, a reivindicar su papel en el descubrimiento de América. Desde este alojamiento, de latente espíritu medieval, se recibió la primera noticia en Europa del regreso de Colón tras su primer viaje.
La imponente fortaleza amurallada del Parador de Baiona recibió la primera noticia en Europa del regreso de Colón tras su primer viaje
Fue en 1493 cuando la carabela de Martín Alonso Pinzón fue divisada desde la Torre del Príncipe, una de las históricas atalayas de la fortaleza –antiguo castillo de Erizana–, que funcionaba como faro y que sigue aún en pie. Una tormenta alejó a La Pinta y la llevó hasta este pueblo de pescadores pontevedrés. De aquello ha quedado una réplica de la histórica nave en el puerto y una Fiesta de Interés Turístico Internacional, La Arribada, con mercado medieval incluido, que se celebra cada año a primeros de marzo desde 1974.
El restaurante Enxebre La Pinta del Parador de Baiona ofrece espectaculares vistas del Atlántico
Coincidiendo con este acontecimiento, que es uno de los grandes eventos festivos de Galicia, el Parador de Baiona, como protagonista de esta historia, se suma a la celebración cada año durante el primer fin de semana de marzo, organizando una cena medieval teatralizada. Un viaje de varios siglos atrás en el que los asistentes, ataviados con atuendos de la época y entre juglares, gaiteros y druidas, degustan deliciosos platos como los que se servían entonces. Un ágape muy especial que concluye entre queimadas y horas de baile.
La fiesta del vino con más solera
La fiesta del albariño es la celebración vinícola más antigua de Galicia y la segunda con más solera de España. Además, ha sido declarada de Interés Turístico Internacional. Fue en 1953 cuando Bernardo Quintanilla desafió a su amigo Ernesto Zárate a demostrar cuál era el mejor albariño de la cosecha de 1952. Y, desde entonces, irrumpió la fiesta. En el Parador de Cambados, antiguo Pazo Bazán, se cumplen más de siete décadas de festejo. El establecimiento fue sede de la comida del albariño, donde se entrega el premio al vino ganador. Banquete que ahora se lleva a cabo en el parque anexo.
El Parador de Cambados, antiguo Pazo Bazán, suma más de siete décadas festejando la fiesta del albariño
Además, el Parador sigue unido a la celebración organizando en su espacio la cata-concurso de los albariños para elegir el ganador de cada edición. En sus instalaciones se organiza también la tradicional rueda de prensa para la presentación de las nuevas Damas y Cabaleiros de Honor, muchos de los cuales se alojan en el edificio, que responde también al nombre de “El Parador del Albariño”. Son días en los que se ve desfilar a bodegueros, amantes del vino, políticos y otras personalidades por las casetas que se levantan frente a la terraza del alojamiento, perfecto para darse un respiro y descansar tras la fiesta.
Por su vinculación con la celebración vinícola más antigua de Galicia, al Parador de Cambados también le llaman el 'Parador del Albariño'
Un desfile de tradiciones
Otros muchos rincones de España atesoran tradiciones. En el Parador de Gredos, por ejemplo, que presume de capilla propia, cada sábado por la tarde, el párroco de la comarca toca la campana con ahínco para llamar a los feligreses del valle de Gredos.
En el Parador de Gredos, cada sábado por la tarde, el párroco de la comarca toca la campana para llamar a los feligreses del valle de Gredos
Desde el Parador de Plasencia, en Semana Santa, salen todas las procesiones de la localidad, las más antiguas de Extremadura. Unas fechas que, en Calahorra, aprovechan para organizar su espectacular Mercaforum, un mercado romano declarado de Interés Turístico Nacional, que conmemora el pasado de este lugar como ciudad romana de pleno derecho, y que el Parador lleva años celebrando con unas Jornadas Gastronómicas romanas que nos devuelven al pasado de la antigua Calagurris Nassica Iulia.
Desde el Parador de Plasencia, en Semana Santa, salen todas las procesiones de la localidad, las más antiguas de Extremadura
Ya en Pontevedra, la Feria Franca nos traslada al medievo. Cada año, el primer sábado de septiembre, su Parador se ambienta de época y presenta un menú muy especial. Esta Fiesta de Interés Turístico en Galicia desde 2013 se extiende a toda la ciudad y sus orígenes se remontan a 1467 con motivo del mercado libre de impuestos.
El primer sábado de septiembre, el Parador de Pontevedra se viste de época y ofrece un menú especial con motivo de la Feira Franca
Así es como Paradores mira de frente a la historia e invitan a conocer las raíces y los fascinantes orígenes de nuestros territorios.