Un diamante de alta joyería es, más allá de su brillo singular, el espejo que refleja la historia y futuro de una firma. Son tesoros de valor incalculable que se exhiben en los circuitos más opulentos de la industria, como las exposiciones mundiales de Nueva York o de París, y que ensalzan la casa de joyas que los firma. Piezas únicas que aparecen en contadas ocasiones –que rara vez llegan a ponerse en venta o lucirse en público– y que se postulan con su descubrimiento en reyes del sector.
Es el caso del nuevo diamante presentado por Tiffany & Co, una pieza única de 80 quilates que tras su tallado y pulido se ha convertido en el diamante más grande de la historia de la firma. Una biografía que comienza hace 183 años con su fundador Charles Lewis Tiffany –apodado el rey de los diamantes– y la adquisición de joyas de la aristocracia francesa. Que prosigue con su nombramiento como joyero oficial de muchas casas reales europeas y que culmina con su apellido como referente mundial en la industria joyera, en la gran pantalla, en las alfombras rojas y también en las casas más pudientes. Ahora Tiffany & Co arranca una nueva etapa con la adquisición de esta extraordinaria joya, que se presentará en primavera en la mítica tienda de la Quinta Avenida (Nueva York) para celebrar su reapertura después de una gran remodelación.
El diamante se exhibirá engarzado en la reedición de un collar de archivo de alta joyería que se presentó por primera vez en la exposición mundial de Nueva York de 1939. Precisamente, en el mismo escaparate en el que ahora compartirá protagonismo con la nueva piedra preciosa.
Eterno
Un diamante sin dueño
Pero más allá de ser un homenaje a la historia de Tiffany & Co, el Empire Diamond es una declaración de intenciones para el futuro de la marca: ser líder en la trazabilidad de diamantes en la industria. “No solo es una pieza única, también es un símbolo del enfoque de Tiffany & Co hacia la trazabilidad total de un diamante –explica la gemóloga jefe de la firma, Victoria Reynolds, la primera mujer en regentar esta posición en la casa–. Así, el Empire Diamond destaca por haber sido adquirido de forma responsable en Botsuana (África), tallado y pulido en Israel y trasladado a Nueva York para su acabado en los talleres de Tiffany & Co”. El viaje del diamante queda así registrado para mayor transparencia y conocimiento del cliente.
Para Reynolds, la casa neoyorquina debe estar comprometida con la responsabilidad medioambiental y social, por lo que la transparencia en la adquisición de diamantes se ha convertido en uno de sus principios básicos. “En el 2020 fuimos la primera firma de joyería global en desvelar todo el viaje de nuestros diamantes, poniendo especial hincapié en el uso de prácticas responsables en cada una de sus paradas”, relata.
No solo es una pieza única, también es un símbolo de la trazabilidad”
El viaje por la artesanía de diamantes de Tiffany & Co comienza con la extracción en bruto de proveedores de confianza, en minas de lugares como Australia, África, Canadá o Rusia. Tras su adquisición, los diamantes viajan a Amberes (Bélgica) para ser registrados y continúan su travesía hasta los talleres internacionales de la firma, donde se tallan y se pulen de manera artesanal. El diamante pasa entonces un control de calidad en los laboratorios gemológicos de la firma y se traslada a la cadena de montaje. El final del trayecto termina con la famosa caja azul de Tiffany & Co en las manos de su nuevo propietario.
El Empire Diamond, con dos años de trabajo en tallado y pulido, recibe su nombre en honor a la Gran Manzana, la ciudad que vio nacer a Tiffany & Co. Las ajetreadas calles neoyorquinas forman parte intrínseca de la historia de la joyería. Prueba de ello es el recorrido que ha realizado el Tiffany Diamond a lo largo de sus ocho generaciones, desde su descubrimiento en 1877.
Antes de la llegada del Empire Diamond, el espectacular diamante amarillo era la joya de la corona de la firma. Una pieza que solo han lucido cuatro mujeres a lo largo de la historia y que ha sido puesto a la venta, sin éxito, una única vez, en 1972. Brilló en las exposiciones mundiales más importantes del mundo, pero también durante un baile de gala en Newport (Rhode Island) en el cuello de Mary Whitehouse, la primera mujer en lucirlo en los años 60. La precedió una glamurosa Audrey Hepburn soñando despierta ante el escaparate de Tiffany & Co, durante el rodaje de la película Desayuno con diamantes (1961), y Lady Gaga lo recuperó en el 2019 para acudir a la Gala de los Oscars. La cantante Beyoncé cerró el círculo el año pasado al llevarlo en la campaña publicitaria About Love de la firma.
Este 2021, el Empire Diamond escribe un nuevo capítulo en la historia de Tiffany & Co al presidir su joyero de piedras preciosas icónicas. Una nueva etapa en la que no olvida su origen en las calles de Nueva York, en 1837, en una pequeña tienda de papelería y artículos de lujo. Un relato que mira hacia el futuro de la industria y vislumbra en él la trazabilidad de los diamantes como asignatura pendiente y crucial, pero con el que sobre todo busca mantener el título de rey de los diamantes.