Maxi Iglesias, entregado a la acción

La presencia de Maxi Iglesias en la pequeña y la gran pantalla ha sido constante en este año difícil también para los intérpretes. En la televisiva Toledo , en la que se vistió de época por primera vez –“algo divertido y útil que todo actor debería hacer”–, encarnó a un vengativo guerrero del siglo XIII. Tuvo un papel destacado en la terrorífica Xp3D, al estilo de las películas juveniles americanas, y ahora defiende en las salas El secreto de los 24 escalones , en la que encabeza a un grupo de excursionistas que, a partir de las pistas de un pergamino, buscan un medallón de origen cátaro, enfrentándose a una banda de ladrones de arte. “Es pura aventura –comenta–, un género que me apasiona desde niño, cuando devoraba los libros de Los Cinco o los cómics de Tintín . Y haber podido rodar en escenarios naturales en las montañas de Andorra le da un toque de espectacularidad que no está nada mal”. Desde que el achulado Cabana de Física o química le dio a conocer en todo el país, tenía como objetivo dar el salto al cine, donde ha participado en películas “fuertes”, según sus palabras, como Mentiras y gordas o After . Nacido en Madrid, hace 21 años, su físico, que parece recién salido de una película de romanos, causa revuelos de fans a su paso, aunque afirma que jamás ha caído en la tentación de envanecerse por ello. Pero no es lo único en él que recuerda al mundo clásico. Su auténtico nombre es Maximiliano Teodoro Iglesias. “Ahí se acabaron combinando lo que le gustaba a mi madre con lo que quería el resto de la familia y quedó eso, que parece nombre de emperador de Roma o algo así”, bromea.

Fue niño de anuncio y debutó en el cine a los seis años con La pistola de mi hermano , junto a Viggo Mortensen. “Lo que más recuerdo de aquella película es que los de atrezzo no me dejaban comer ganchitos mientras se filmaba mi fiesta de cumpleaños”. Ahora, 15 años después, confiesa que no dejará pasar la oportunidad de trabajar donde haya un buen papel, “sea aquí, en Hollywood o donde sea”.