La Calle de las Setas, la inesperada atracción turística de Alicante

Turismo

Una discutida peatonalización y unos adornos infantiles convirtieron una calle anodina en una de las más visitadas por los turistas que constantemente se fotografían en ella

Mañana, tarde y noche, no hay momento del día ni estación del año en que no se encuentren turistas sacándose fotos en la calle San Francisco de Alicante, universalmente conocida por calle de las setas.

Mañana, tarde y noche, no hay momento del día ni estación del año en que no se encuentren turistas sacándose fotos en la calle San Francisco de Alicante, conocida como 'calle de las setas'.

EB

Eran tiempos de penurias económicas en el Ayuntamiento de Alicante. Los grandes proyectos que anunciaban los programas electorales previos a la crisis de 2008, como el palacio de congresos y la estación intermodal, desaparecieron incluso del siempre resistente papel de las promesas pendientes. La alcaldesa Sonia Castedo, en la cima de su popularidad y las arcas llenas de telarañas, se sacó de la manga el lema 'Alicante, ¡guapa, guapa y guapa!' y empezó a sembrar la urbe de flores, consciente de que el presupuesto apenas le daba para maquillar la ciudad.

Hacían falta ideas 'low cost', como las definió el concejal Adrián Santos, métodos baratos que aplicar en el caótico urbanismo de una ciudad favorecida estéticamente por la inigualable luz que le proporciona su proximidad al Mediterráneo combinada con sus incontables horas de sol, devaluada, sin embargo, por la codiciosa torpeza de una clase dirigente con poco respeto por el patrimonio histórico y arquitectónico.

Hacían falta ideas 'low cost', métodos baratos que aplicar en el caótico urbanismo de la ciudad

En ese contexto, ya en 2012, la céntrica calle San Francisco planteaba un problema. Siendo la conexión natural entre la Plaza de Calvo Sotelo -donde nace el Ensanche comercial y bullicioso de la avenida de Maisonnave- con el Portal de Elche -antesala del Casco antiguo-, daba miedo atravesarla, huérfana de comercios de cierta categoría, refugio esquinero de una prostitución en permanentes rebajas.

Se había intentado una peatonalización que no surtió efecto, revertida por inútil, porque para qué dar prioridad a un peatón que no se atreve. Castedo y su equipo se inclinaron por volver a peatonalizar, pero dotando a la calle de algún contenido que atrajera a las familias con niños. Un diseño de un artista de Hogueras, Pachi García Esquiva (autor del Belén gigante), con setas, caracoles y un ambiente boscoso donde ubicar toboganes y otros juegos infantiles, sirvió de inspiración.

Los turistas atraviesan a todas horas la calle de las setas.

Los turistas atraviesan a todas horas la calle de las setas.

EB

Como más tarde contaría Adrián Santos, la falta de presupuesto obligó a tirar de catálogo y ser algo menos ambiciosos. Pese a lo cual, los 66.000 euros que costó la decoración levantaron muchas críticas. Nadie se acuerda ya. Al calor de las setas y el colorido pavimento que configura una calle que no se parece a ninguna otra, surgieron bares -qué otra cosa puede surgir en España-, restaurantes y, poco a poco, tiendas adaptadas al creciente turismo. Instagram hizo el resto.

Porque en un mundo donde hay gente capaz de hacer kilómetros para sacarse una foto delante de una puerta azul o de un letrero con el nombre de una ciudad, la tematización infantil de llamativos pigmentos -aun deteriorada por la falta de mantenimiento- atrae a turistas de todo el mundo, que han convertido la vieja calle San Francisco en 'Mushroom street'.

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Lugar de paso, muy cercano a tradicionales atractivos turísticos como La Explanada o la Plaza de Gabriel Miró, la calle de las Setas figura en todas las listas de lugares a visitar, en todos los reportajes que medios especializados en viajes y turismo de todo el mundo dedican a Alicante, como un rincón imprescindible de visitar. Aunque solo sea para dejar constancia en una foto.

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