Valencia: solo nos queda CaixaBank

Diario de València

Valencia: solo nos queda CaixaBank
Periodista

Derrumbado todo el sistema financiero valenciano - Bancaja, CAM y Banco de València - en los años 10 del nuevo siglo por la incompetencia de sus gestores (con la estrecha connivencia del PP); ejecutada la vuelta del Banc de Sabadell a Catalunya el pasado mes de enero dejando a Alicante (la provincia con menos inversiones del Estado) con muchas complicidades dañadas, solo nos queda CaixaBank, la entidad que compró el antiguo Banco de València y que devolvió la vida a ese formidable edificio de la calle Pintor Sorolla donde se visualiza la huella del gran Javier Goerlich Lleó. Y dicen los gestores de Caixabank que seguirán, salvo impactante y desagradable sorpresa, en València, en el mismo día en el que el Patronato de la Fundació La Caixa y el consejo de administración de su sociedad de inversiones, Criteria, acordaron el retorno de sus históricas sedes sociales a la Diagonal de Barcelona, ubicadas en Palma de Mallorca desde la crisis política de octubre del 2017.  Eso sucedió ayer.

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Sede de CaixaBank antigua sede del Banco de València 

EFE

Los problemas de la sociedad económica y civil valenciana importan poco en una geografía, que es la española, donde solo hay un protagonista, Madrid, dos actores segundarios, Catalunya y País Vasco, algunos coprotagonistas ocasionales, léase Andalucía, Galicia y Canarias, y un grupo de periferias mudas entre las que se encuentra, en gran parte por méritos propios, la Comunidad Valenciana. Una autonomía permanentemente instalada en la tragedia desde que adoptó forma tras la Constitución de 1978, antaño con la incapacidad de acceder al grupo de las “históricas” (periodo en el que se inició una "batalla de Valencia" que se pacificó en los 90 con Zaplana de president y que ahora José Antonio Rovira parece empeñado en reactivar) después puesta de ejemplo de cómo hacer de la corrupción un arte (a pesar de que no fue ni la peor ni la única, léase Madrid o Andalucía), con un breve periodo de recuperación reputacional (con Ximo Puig de president y la llegada de la gigafactoria) y ahora materia de apertura de los informativos nacionales por la nefasta e incompetente gestión de una dana que ha causado 227 muertos y decenas de miles de damnificados y que ha puesto el punto de mira de toda España al president Carlos Mazón. Miren cómo somos, que mientras en otras geografías se pactan cesiones de competencias claves del Estado aquí seguimos con una Generalitat y un Gobierno trabajando “en paralelo” en la reconstrucción de la dana y con centenares de miles de valencianos cada día más indignados (alimento ideal para Vox). ¿Se imaginan que esto pudiera suceder en alguna otra autonomía?

Su marcha sería un síntoma más de una debilidad latente que mantiene a la sociedad civil y económica valenciana, alejada de los centros de decisión en los que se diseña cada día cómo debe evolucionar el Estado"

Solo nos queda CaixaBank y seria una muy mala noticia que ninguno de los grandes grupos financieros españoles tenga una de sus extremidades, en este caso la sede social, en Valencia. Sería un síntoma más de una debilidad latente que mantiene a la sociedad civil y económica valenciana, como bien denuncia el inagotable Salvador Navarro (presidente de la Confederación Empresarial Valenciana, CEV); alejada de los centros de decisión en los que se diseña cada día cómo debe evolucionar el Estado y sin capacidad de alcanzar un mínimo de protagonismo en el ecosistema nacional. Una sociedad civil y económica sin estructuras financieras propias - más allá de algún fondo de inversión, por cierto, bien gestionado -, con grandes empresarios y empresarias, pero que lleva años observando los movimientos bancarios entre la expectación y el temor a quedarse fuera de un escenario donde se aceleran las concentraciones y donde se agranda la hipótesis, que es una certeza histórica, que sin poder financiero no hay poder político. Nos queda el consuelo de lo que nos ofrece la nostalgia cada vez que uno se topa con el edificio de Pintor Sorolla donde antaño los Noguera o los Villalonga lograron que Valencia fuera pieza clave del tablero financiero español; arquitectura que pase lo que pase en el futuro, es una de las fachadas más hermosas de València. En eso, tal vez, nos hemos convertido. 

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