Los nuevos mileuristas

Diario de València

Los nuevos mileuristas

Les voy a contar algo que tengo documentado. Hace apenas tres años, era posible alquilar en el barrio de Patraix de València, mi barrio, un piso entero por unos 550 euros al mes para larga estancia. No exagero, tengo unos familiares que así lo hicieron: una vivienda con cuatro habitaciones, con un baño y con balcón, en perfecto estado. Si ahora consultan cualquier página de localización de pisos podrán observar que en esta misma área geográfica de València es casi imposible encontrar nada por menos de 1.100 euros al mes; y lo que hay por este precio son viviendas en mal estado, sin ascensor o pequeñas. Sin necesidad de acudir al cálculo estadístico de instituciones de prestigio podemos concluir que en solo tres años el precio de la vivienda de alquiler ha doblado su precio; ningún producto de inversión ha sido tan rentable en tan poco tiempo. Espectacular.

Jóvenes en el salón de una vivienda

Jóvenes en el salón de una vivienda compartida

Mané Espinosa

Les voy a contar otra historia. Entre los años 2000 y 2004 realizamos en La Vanguardia muchos reportajes sobre los efectos del boom inmobiliario. Documenté en esas fechas que ser mileurista, es decir, ganar limpios algo más de 1.000 euros, era considerado un salario bajo. Había muchos jóvenes (entrevisté a algunos) que sirviendo de peones de obra podían ganar hasta 3.000 euros al mes. Eran chavales de veinte y pocos años que abandonaban sus estudios por el potente atractivo de ganar mucho dinero en la obra, por tener una vida “del lujo”. No se privaban de nada.  Estamos hablando de hace 20 años, dos décadas. Volvamos al presente. Ahora ganar algo más de 1.000 euros es lo “normal”. No hace falta acudir al INE o a otras fuentes fiables: la mayoría de jóvenes que conozco que tienen empleo (y no tan jóvenes también) apenas ganan más de 1.400 euros, en el mejor de los casos. 

El alza del precio del alquiler, y la precariedad de los salarios, ha provocado el boom del alquiler de habitaciones en pisos compartidos, con precios que oscilan entre los 400 y 500 euros en mi barrio. Jóvenes de 20, 30 e incluso 40 años (la juventud ahora es casi eterna) viven en estas condiciones. Muchos propietarios han visto en esta fórmula dos grandes ventajas: se rentabiliza más el metro cuadrado que en un alquiler de temporada y se reducen los riesgos de que un inquilino único diga que deja de pagar (los inquiokupas), lo que obliga a iniciar procesos judiciales farragosos que pueden durar meses e incluso años. Conozco a varios propietarios que han decidido no alquilar sus viviendas o reconvertir el piso en alquiler de habitaciones para ganar más dinero y vivir más tranquilos. A esto hemos llegado.

Lo conté en otro artículo. Con lo que yo gané en mi primer trabajo, en Radio Nou, en 1989, podía alquilar piso, pagar las letras de un coche e incluso comprar ropa y viajar. Esto ahora, con estos salarios es imposible. Asistimos, poco a poco, a un fenómeno que se extiende por la Europa civilizada: el empobrecimiento de los trabajadores, hasta el extremo de que muchos no pueden siquiera hacer frente a sus gastos con un único empleo (¿se han  dado cuenta de que vuelve a existir multiempleo?). Después sucede lo que sucede, y crece el voto antisistema que suele favorecer a las fuerzas ultras que emergen en las democracias occidentales.

El mileurista de hace veinte años era, para entendernos, un “desafortunado” que no había podido engancharse al ritmo que imponía el boom inmobiliario. Pero se trataba de un mileurista que tenía opciones para mejorar su situación económica, que tenía una posibilidad de afrontar el futuro con mejores condiciones. El mileurista de hoy en día es una persona instalada en la incertidumbre, que sabe que su situación difícilmente va a mejorar, porque el mercado (un termino siempre confuso) se ha estructurado para perpetuar unas condiciones de vida, para muchos, al límite. Que el Gobierno haya subido el salario mínimo interprofesional es un acierto, pero el contexto es perverso: conforme suben los salarios más sube el precio de la vivienda, de los alquileres.

El mileurista de hoy en día es una persona instalada en la incertidumbre, que sabe que su situación difícilmente va a mejorar"

A veces lo pienso: de haber iniciado hoy mi carrera profesional seria, seguramente, un “mileurista”; en una situación de enorme dificultad para acceder a una vivienda o comprar un coche (miren los precios de los eléctricos o híbridos en proporción a los sueldos). Pienso en mis hijos o los hijos de mis amigos, universitarios y bien formados, con enormes capacidades. Si no cuentan con ayuda de sus familias su vida será, en los próximos años, dura, muy dura, y raro será el caso de aquel que pueda, y quiera, estabilizarse para crear una familia. Siempre he pensado que existen “generaciones perdidas”, afectadas por contextos que las han machacado. Sucedió con los jóvenes que sufrieron la Guerra Civil o aquellos a los que la posguerra les arrebató muy pronto la inocencia.  ¿Lo son nuestros nuevos mileuristas? 

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