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La izquierda y lo popular

Diario de campaña 28M

Salvador Enguix Periodista

Décadas tardó la izquierda valenciana en comprender que las celebraciones festivas, también las de origen religioso, habían superado en la Comunidad Valenciana el ámbito de las creencias para entrar a formar parte de la cultura popular, con todas sus consecuencias. Sucedía en los 70 y 80, cuando aquella izquierda representada por el PSPV y Esquerra Unida, poblada de profesorado universitario, mantuvo una posición distante, casi elitista, de estas expresiones, desde las fallas a las procesiones de Semana Santa pasando por la festividad del Corpus; creyendo que todas las complicidades de quienes las secundaban se establecían con las derechas. Algo de eso había, cierto, pero ya se ofrecían claras señales de que ateos, agnósticos y herejes, entre otros, también se incorporaban a estas fiestas que ya aceptaban como propias, de que ya no eran solo patrimonio de quienes en el pasado las usaron como elemento de combate contra la progresía. 

Traslado de la Mare de Déu ayer en València 

Juan Carlos Cárdenas / EFE

El mérito fue de Compromís. La coalición integrada por nacionalistas, valencianistas y actores de la izquierda social, supo hacer otra lectura a principios de milenio de la sociología valenciana y acertó al entender que era un error ceder todo ese terreno a las derechas. Las fallas, como escribía ayer mi compañera Neus Navarro, eran y son un enorme caladero de votos a partir de su organización social, integrada en todos los rincones de la ciudad de València. Creer que todos los falleros y falleras eran de derechas era la mejor manera de permitir que la hegemonía popular en la capital (24 años de gobiernos de Rita Barberá) encontrara argumentos para extenderse en el tiempo. Enric Morera y Mónica Oltra, como cabezas visibles de aquel cambio, supieron comprender esta fenomenología: Joan Ribó fue alcalde de València en 2015 gracias, y en parte, a este cambio de perspectiva.

El PSPV, con algunas dignas excepciones, tardó en sumarse, y ya no hay fiesta popular valenciana donde los líderes socialistas no estén también integrados e incluso ofrezcan su punto de vista para mejorar la organización y el disfrute de unas manifestaciones que movilizan a decenas de miles de personas; centenares de miles en el caso de las fallas, que no solo se celebran en la ciudad de València. Esta evolución hace tiempo que se dio en otras geografías, donde incluso las fuerzas nacionalistas e independentistas, léase País Vasco o Catalunya, están plenamente implicadas en cuanta expresión popular o religiosa se celebre. Diríase incluso que sucede lo contrario, en esas latitudes son las derechas las que han quedado, en ocasiones, al margen. Estar en contra o al margen de esas manifestaciones populares tenía y tiene un precio electoral.

Las fiestas de València, populares y de origen religioso, ya no son patrimonio de ninguna fuerza política; ese objetivo se ha logrado"

Miles de valencianos se dieron cita ayer en el traslado de la Mare de Déu en València, y conozco a más de uno que cojea, y mucho, de la pierna izquierda. Dirigentes de todos los partidos políticos se acercaron a los balcones, para que les vieran, que para eso están trabajando para que les voten el 28M. Pero no quiero finalizar este diario de campaña sin recordar que antes que en València ciudad, en muchas poblaciones valencianas esa normalidad hace años que se alcanzó. Les pondré dos ejemplos que conozco muy bien: la Semana Santa de Alzira o la Festa de la Mare de Déu de la Salut d´Algemesí (donde además se ejecuta la popular Muixeranga). En ambos casos, se trata de movilizaciones religiosas de carácter popular que refuerzan la identidad local de quienes en ellas participan, al margen totalmente de ideologías y de creencias. Las fiestas de València, populares y de origen religioso, ya no son patrimonio de ninguna fuerza política; ese objetivo se ha logrado.   

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