El balance de los festejos taurinos de este verano en la Comunitat Valenciana es nefasto: siete personas fallecidas y varias heridas. Hay que remontarse al año 2015 para encontrar una cifra tan trágica. En este contexto, ayer se convocó una reunión extraordinaria de la Comisión Consultiva de Festejos Taurinos Tradicionales (Bous al Carrer) para analizar la situación.
A su término, el secretario autonómico de Seguridad y Emergencias, José María Ángel, declaró que se acordó únicamente pedir "mucha prudencia" a los asistentes y "máxima sanción" a los organizadores de actos donde han participado menores; también anunció que se recogerán "propuestas" del sector para mejorar el reglamento.
No había tantas muertes desde 2015
Cada año se celebran alrededor de 7.000 bous al carrer en unos 280 municipios de la Comunitat Valenciana. En 2019, por ejemplo -el último antes de la pandemia-, hubo 8.623 festejos en 269 localidades; en 2022, hasta agosto, se han celebrado 6.780 (para estas fechas, hace tres años, la cifra era de 6.422).
Según las memorias de bous al carrer publicadas por la Generalitat Valenciana, en 2014 hubo 1278 heridos y tres muertos en estos festejos; en 2015, 883 heridos y siete fallecidos; en 2016, 515 heridos y dos muertos; en 2017, 1012 heridos y dos fallecidos; en 2018, 930 heridos y dos muertos; en 2019, 593 heridos y cinco fallecidos; en 2020, año del confinamiento, apenas 11 heridos y ningún muerto; en 2021, todavía con restricciones por el coronavirus, 193 heridos y un fallecido. Este verano, entre julio y agosto, han muerto ya siete personas y se han producido "300 incidentes de traumatismos", según José María Ángel.
El secretario autonómico admitió ayer que la "magnitud y las cifras" les había empujado a convocar la comisión de forma extraordinaria. Defendió que, tras analizar cómo se está aplicando la normativa, que tildó de "muy rigurosa en la Comunitat Valenciana", "el riesgo cero no existe" en los festejos taurinos, "como tampoco existe en algunas de las actividades que hace el ser humano en su quehacer diario".
Además del reglamento, apuntó que forma parte de estas celebraciones "la actitud del que va a participar y la actitud del toro, con acciones indeterminadas". "Por tanto, uno asume el riesgo que comporta participar en los festejos", reiteró.
Ha habido imprudencia en muchas de las actitudes que han tenido los participantes
No obstante, admitió que les "preocupa muchísimo" que las cifras reflejan que "se le ha perdido el miedo al toro" y que muchos participantes "no saben el riesgo que comporta" ponerse delante de él. "Ha habido imprudencia en muchas de las actitudes que han tenido los participantes", subrayó Ángel.
Pese a ello, ayer no se adoptaron nuevas medidas para blindar la seguridad de las personas (y toros) en estos festejos en un momento en el que vuelven a estar fuertemente cuestionados. El secretario autonómico pidió dos cosas: "Mucha prudencia a la hora de participar, porque no es ir a la verbena o a un concierto en la plaza del pueblo; comporta un riesgo individual y colectivo y uno debe tener la madurez para poder participar".
Menores en festejos taurinos, pese a que está prohibido que participen
Y la segunda, con advertencia incluida: "Extremar la regulación para que no aparezcan menores en esta fiesta, lo que nos parece deplorable. Máxima sanción a los organizadores y a quienes tengan la responsabilidad".
Hay que recordar que el 21 de agosto murió un adolescente de 14 años tras ser embestido por un toro embolado en Vallada, pese a que está prohibida la participación de menores en estos actos.
Por otro lado, José María Ángel anunció que impulsarán un proceso para recoger propuestas de todos los actores que forman parte en la elaboración del reglamento de los festejos taurinos (como ayuntamientos, peñas taurinas, veterinarios o colegios de médicos) para "hacer cada vez más segura esta fiesta teniendo en cuenta su riesgo".
La directora de AnimaNaturalis en España, Aïda Gascón, reflexionaba hace unos días en La Vanguardia sobre la falta de seguridad de los bous al carrer: "Tengo mucha experiencia en estos festejos y no hay ningún tipo de control, no se le priva de participar ni a gente que vaya bajo efectos de drogas o alcohol ni a menores".
La seguridad es imposible, los perímetros no están claros y no hay gente suficiente para controlar
Sostenía porque, al contrario que en las corridas de toros en una plaza, en esta modalidad el animal va por la calle y "la barrera entre el que es espectador y el que participa no está siempre clara".
"La seguridad es completamente imposible, los perímetros no están claros y no hay gente suficiente para controlar la seguridad. Y tampoco les conviene: los que deben controlar son del pueblo y no se quieren enemistar con sus vecinos, y policía apenas hay", observaba.
Gascón destacaba que "si en cualquier otro acontecimiento murieran seis personas al año se tomarían medidas, pero en los bous al carrer no, no se replantean medidas extra o que se deje de pagar con dinero público de los ayuntamientos". Como ejemplo, los castellers: la muerte de una niña de 12 años en Mataró en 2006 aceleró la obligatoriedad del casco.
Los toros también mueren
Las memorias de los bous al carrer de la Generalitat Valenciana también reflejan las muertes de estos animales durante los festejos, aunque no los heridos. Como decía Aïda Gascón, estos actos se concentran "en los meses más cálidos del año", por lo que es habitual que "se estampen contra los barrotes de metal o mueran de un infarto o desplomados".
Las cifras de toros muertos en estas celebraciones que se han hecho públicas son las siguientes: en 2016, murieron 10 animales; en 2017, 19; en 2018, 26; y en 2019, 18.
Los que no mueren, asegura Gascón, "son sometidos a un esfuerzo físico y un estrés psicológico muy grande" que dura horas, desde la recogida en el campo, transporte, festejo y vuelta.
En una nota de prensa, el partido animalista PACMA compartió un vídeo grabado el 20 de agosto en los festejos taurinos de Alfafar con el que denunciaban que “cientos de aficionados lanzaban patadas, tiraban del rabo, provocaban e incluso prendían cigarrillos en la cornamenta de uno de los toros”.
El presidente de la formación política, Javier Luna, apuntaba que llamaba la atención “el sufrimiento psíquico del animal”: “No entiende por qué está ahí, por qué lo están atosigando, por qué le prenden fuego… intenta huir y está aterrorizado. Son toros adultos que se venden como bravos cuando en realidad son animales pacíficos sometidos a una situación de gran estrés".
"El participante promedio que se aprecia en los encierros es, normalmente, varón, joven y en un estado mental alterado. Suelen celebrarse por la noche, en un ambiente festivo en el que la gente está más deshinibida, es más proclive a pelearse o hacer cosas que en otro contexto no haría. Esto lo paga el animal", denuncia. En el vídeo, además, se aprecia claramente cómo algunos menores de edad entran en el recinto vallado.