La cerveza de Pilar Lima
Análisis
La diputada autonómica enerva a parte de su partido en València al proponerse para dirigirlo, aunque en Madrid, que no quiere intervenir, ven con agrado a la política valenciana
Los que bien la conocen afirman que la mejor manera de entablar un debate con Pilar Lima es en una terraza, con una cerveza en una mano y con un cigarrillo en la otra; ayudada por su traductora para comprender sus mensajes a través del lenguaje de sus manos. A la diputada autonómica valenciana no le gustan las moquetas ni los despachos, suele decir; y bien al contrario, suele añadir, le apasiona sumergirse en cuestiones de teoría política, con una mirada constante hacia la contestación social y sus efectos sobre las estructuras institucionales. Pilar Lima tiene alma de antisistema. En ocasiones tuerce el gesto cuando aborda algunas de las consecuencias de la incorporación de Podem al ejecutivo valenciano y al ejecutivo español, no tanto como crítica a la capacidad de su partido para traducir en política ejecutivas su propio ideario; sino porque está convencida de que “se ha dejado de escuchar a nuestras bases, el militante debe participar más”.
Pero en Podem no son pocos los que cuestionan sus palabras y califican su actitud de postureo; al tiempo que la observan como una “irresponsable” por las decisiones que adopta. El hecho cierto es que la diputada ha anunciado su predisposición a liderar el partido en la Comunidad Valenciana, alterando la paz de la formación. Lo hizo por sorpresa, el pasado lunes, generando una fuerte inquietud en su partido. Movimiento que ha provocado un notable malestar entre algunos dirigentes autonómicos, como el vicepresidente Rubén Martínez Dalmau o la síndica de las Cortes Valencianas, Naiara Davó, quienes deseaban un paseo tranquilo hacia la próxima asamblea con una candidatura unitaria tras años de conflictividad fraticida. Naiara Davó sería, en este contexto, la persona que algunos desean como abanderada de esta formación; sería el cambio tranquilo. No fueron pocas las críticas públicas contra Pilar Lima en redes sociales tras verbalizar su intención; pero también recibió algunos apoyos explícitos, de algunos compañeros instalados en el limbo institucional de Madrid, como Héctor Illueca o María Teresa Pérez.
El escenario que se abre en los próximos tres meses amenaza fuerte tormenta, como la que hubo cuando Antonio Estañ sucedió a Antonio Montiel, que ejercía también de síndic en las Cortes Valencianas. Entre otras razones porque Pilar Lima no está sola, ni en València ni en Madrid. La valenciana es una persona apreciada por Pablo Iglesias y su entorno. Esto no significa que Madrid apueste en principio por nadie; se esperará a ver quiénes dan el paso, y tampoco intervendrá. “Se han de arreglar entre ellos”, valoran fuentes próximas al ahora vicepresidente del Gobierno Español. Pero en el terreno emocional, que en política vale tanto en ocasiones como el peso orgánico, Pilar Lima tiene algunos afectos; lo que la convierte en una apuesta incómoda para quienes la observan como alguien a quien derrotar en el ecosistema podemita valenciano. Su maniobra, además, tiene un punto de osadía, que en estos tiempos hiperbólicos suele generar amplias simpatías, especialmente entre las bases de un partido que como diría el periodista Víctor Maceda “se ha moquetizado”.
Las bases. Son las mismas que destronaron a Antonio Montiel eligiendo a Antonio Estañ, político de fugaz liderazgo en la formación valenciana, si bien aquella fue una batalla entre “pablistas” y “errejonistas”. En esta ocasión todos tienen la misma sensibilidad, lo que augura una pugna que, de celebrarse —porque habrá que esperar a saber quién más quiere dar el paso—, se decidirá por la capacidad de seducir a la militancia. Es en ese registro en el que Pilar Lima espera tener una oportunidad frente a quienes dedican tiempo a gestionar sus responsabilidades institucionales y la alquimia parlamentaria. En el mejor de los casos, se podría conformar una candidatura unitaria que evitara abrir viejas y nuevas heridas. De ser así, Pila Lima necesitará de larga conversación, varias cervezas y varios cigarros hasta llegar a ese acuerdo que, de no alcanzarse, podría convertir la próxima asamblea en una pesadilla.