El resurgir del caso Alcàsser devasta a las familias de las niñas
El estigma de un crimen
La serie de Netflix y ciertos hallazgos reviven el peor dolor en los familiares
En Alcàsser viejos recuerdos, muy dolorosos, han vuelto a emerger con crudeza, hasta generar una profunda angustia. Porque 26 años después de la aparición de los cuerpos de Míriam García, Toñi Gómez y Desirée Hernández, las conocidas como “ niñas de Alcàsser ”, algunos hechos, algunos realmente macabros, han resucitado el relato en los medios de comunicación de un triple crimen que conmocionó a toda España y que ha provocado que las familias de Toñi y Desirée vuelvan a estar “destrozadas”. Lo dice José Gil, el psicólogo municipal de Alcàsser: “hemos vuelto a ofrecerles la ayuda de nuestros servicios, es terrible lo que están volviendo a sufrir, lo están pasando muy mal otra vez”.
En pocas semanas, los hechos se han sucedido con una cadencia insoportable para estas familias. Primero, el estreno de la serie documental de Netflix ; un producto riguroso, contrastado y bien elaborado, pero que inevitablemente ha vuelto a despertar la curiosidad sobre aquel suceso. Después, la increíble aparición de cuatro huesos de falange humana cerca de las fosas donde fueron enterradas tras ser raptadas, torturadas, violadas y asesinadas, en la partida de La Romana.
Alcàsser
El psicólogo municipal señala que los padres de Toñi y Desirée “lo están pasando fatal”
La muerte del criminólogo Juan Ignacio Blanco esta semana, ha añadido, si cabe, más morbo, pues este fue el hombre que más trabajó junto a Fernando García, el padre de Míriam, para alimentar la hipótesis de que las niñas fueron víctimas de una red que elaboraba snuff movies y que Miguel Ricart y Antonio Anglés, acusados por los crímenes, fueron simples peones, es decir, sólo ejecutores.
José Gil es psicólogo municipal de Alcàsser desde el año 1980, y docente en la Facultad de Psicología de València. Hombre muy querido en el pueblo y a un paso de jubilarse, ha vivido de cerca la historia del triple crimen que ha estigmatizado a esta pequeña población pegada a la capital. Comenta que Rosa, viuda y madre de Desirée, y los padres de Toñi, Fernando y Luisa, “están volviendo a vivir un tormento, han luchado durante años para superar tanto dolor y vuelven revivirlo”.
Pero no sólo los padres. Hermanos, hermanas y sobrinos de las niñas de Alcàsser, mujeres que hoy tendrían más de cuarenta años, vuelven a sufrir preguntas incómodas en la calle, intentos de medios de comunicación de entrevistarlos, miradas de curiosos empujados por el mismo pulso morboso que se vivió en los años 90 en esta localidad. Esa “pornografía sentimental”, como bien la definió Víctor-M. Amela en un artículo en La Vanguardia, ofreció la peor cara de un periodismo sensacionalista que crece en cada suceso; y este fue el suceso de todos los sucesos.
Basta acercase a Alcàsser y hablar con algunos vecinos para detectar ese hastío, ese cansancio, especialmente hacia los periodistas que acuden en busca de reacciones ante los nuevos hechos que se han conocido. “Hay gente, y también en algunos medios, que gustan de utilizar el dolor para crear espectáculo, les funcionó en el pasado con este suceso y quieren volver a hacerlo”, reflexiona José Gil antes de valorar que “una vez más se quiere hacer protagonista a las víctimas, cuando las víctimas nunca deberían ser utilizadas como protagonistas de nada”.
El psicólogo, que ha acompañado a las familias de las niñas durante años en este duro proceso explica, indignado, que “ha vuelto el Mississippi”, en referencia al programa que dirigía el periodista Pepe Navarro en Telecinco y que se convirtió en un auténtico juicio paralelo de la vista oral que se celebró en València contra Miguel Ricart. Al programa acudieron durante días los testigos que por la mañana declaraban antes los jueces, e incluso se llegaron a mostrar fotografías de las autopsias de las niñas, algo nunca visto en un programa de televisión.
La aparición de huesos cerca de las fosa ha alimentado otra vez el morbo del caso
Juan, nombre ficticio, trabaja en un centro docente de Alcàsser. Reconoce que el resurgir del caso en los medios de comunicación “es como una pesadilla”. En un pueblo tan pequeño, con tres familias directamente afectadas por aquel crimen, es normal encontrar a familiares en diferentes ámbitos de la localidad. “He visto como a algún familiar se le han acercado otros vecinos para preguntarles por lo de los huesos encontrados”, señala. Y añade su estupefacción ante ese tipo de hallazgos: “aquí todo el mundo piensa que han puesto esos huesos en ese lugar para crear más expectación y morbo por el crimen”. Su opinión tiene toda la lógica del mundo, puesto que por ese mismo lugar deben haber pasado en estos 26 años centenares de personas entre fuerzas de seguridad, forenses, investigadores, periodistas, familiares o amigos, entre otros. “¿Nadie vio antes esos huesos?”, se pregunta también José Gil. Desde la Guardia Civil no se aventuran hipótesis.
Estos pequeños huesos, que una pareja de Gandía afirmó encontrar escarbando un poco al lado de las fosas, han sido enviados al Instituto Nacional de Toxicología de Madrid. Esa pareja de Gandía había acudido al lugar del crimen en una nueva modalidad de turismo difícil de calificar.
El problema no son tanto los hechos sino la interpretación que se hace de ellos, en muchas ocasiones acogida con júbilo por ciertos programas de televisión y, más aún, por las redes sociales. Es el caso de la muerte de Juan Ignacio Blanco, que ha vuelto a empujar en estas plataformas digitales la teoría de la conspiración, la versión contraria a la que dictó la sentencia de la Audiencia Provincial de València que concluyó que Miguel Ricart y Antonio Anglés fueron los autores del triple crimen, sin que los jueces descartaran la participación de una tercera persona.
La muerte de Juan Ignacio Blanco vuelve a alimentar la teoría de las ‘snuff movies’
Pero la espectacularización del caso a través de los medios de comunicación, en un momento en el que se abrían paso las televisiones privadas en España, convirtió el caso Alcàsser en un hito mediático, con consecuencias profundas en el tratamiento informativo posterior de los sucesos y en la visión que una parte de la opinión pública tuvo del caso. Basta ver algunas cuentas de Facebook y Twitter desde hace unos días para comprender cómo el suceso vuelve a generar una enorme curiosidad morbosa, más aún porque se trata de un caso en el que el principal culpable, el inductor del triple crimen, Antonio Anglés, sigue desaparecido, sin que se sepa con certeza si está vivo o muerto. De hecho, multitud de usuarios de las redes sociales siguen creyendo en la versión no oficial, a pesar de que las pruebas durante la vista oral fueron contundentes contra Miguel Ricart y Antonio Anglés.
En Alcàsser se quiere olvidar. Y ante las preguntas, algunos vecinos ofrecen un gesto resignado, incómodo, grave. En el pasado, la localidad se movilizó para saber la verdad, y para que los culpables fueran juzgados. Ahora, casi tres décadas después, casi todos los consultados prefieren el anonimato, y piensan, inevitablemente, en las familias de Míriam, Toñi y Desirée. Porque además de sufrir la terrible pérdida de las niñas de la peor manera posible, sufrieron durante años el acoso de los medios de comunicación y curiosos. “Lo único que quieren es que les dejen en paz y que el caso no vuelva a ser noticia”, concluye, un tanto indignado, José Gil.
Turismo morboso en Alcàsser
El operario prefiere que no pongamos su nombre, pero es uno de los funcionarios del cementerio municipal de Alcàsser. “Hemos detectado en las últimas semanas que más de cincuenta personas, de fuera de València, se han acercado a ver la estatua dedicada a las niñas y sus lápidas; hacía tiempo que no veíamos algo así”. Se refiere al monumento que se erigió a la entrada del cementerio en memoria de Míriam, Toñi y Desirée; y a las lápidas de los nichos donde están enterradas, fácilmente visibles pues están a la entrada del recinto y las tres juntas, como así quisieron los familiares.
“Vienen aquí, preguntan por las niñas y nos dicen de dónde son; y no son de València, muchos son turistas que se acercan aquí tras ver la serie de Netflix, hasta franceses que están de vacaciones por València se han acercado”. El operario también muestra hartazgo con el suceso: “me preguntan cosas, pero yo les digo que no quiero contar nada; insisten y al final les digo que se acabó”. Desde los años noventa, cuando estalló el caso, no se había detectado este interés por acercarse al lugar donde reposan los restos mortales de las niñas de Alcàsser.
Lo que ocurre en el cementerio municipal confirma que el caso ha vuelto a despertar el ánimo de muchos curiosos por el triple crimen. De hecho, fuentes del ayuntamiento de Catadau han confirmado que en las últimas semanas algunas personas han pedido información de la ubicación de la partida de La Romana, el lugar donde fueron torturadas, violadas, asesinadas y enterradas, las niñas de Alcàsser. De hecho, la pareja de Gandía que aseguró haber encontrado los huesos, escarbando, al lado de las fosas respondía a este perfil de curiosos o de turismo morboso que se ha generado con el producto elaborado por Netflix.
La misteriosa fuga de Antonio Anglés
El elemento que más misterio ha generado en el triple crimen de las niñas de Alcàsser es la fuga de Antonio Anglés. Al día siguiente de aparecer los cadáveres, las fuerzas de seguridad del Estado activaron un dispositivo sin precedentes en España para capturarlo. A pesar de esto, nunca fue encontrado. Al respecto existen múltiples conjeturas e hipótesis. El libro El fugitivo de los periodistas Genar Martí y Jorge Saucedo, publicado hace un año, describe con detalle los pasos que dio este asesino hasta Portugal, donde se pierde la pista. La policía lo sigue buscando en todo el mundo.