Reus abre la Casa Navàs de Domènech i Montaner
El modernismo cotidiano
La Casa Navàs de Reus, de Domènech i Montaner, abre al público con su mobiliario original
Cada estancia de esta casa podría inspirar un libro. Cada pared admite horas de contemplación. Nada está ahí por casualidad y el conjunto puede desgranarse hasta el infinito. A principios del siglo XX cuando el comercio reusense estaba en plena ebullición, Joaquim Navàs y Pepa Blasco extendieron al arquitecto Domènech i Montaner un cheque en blanco. Querían un edificio genuino. Una casa única que integrara en sus bajos el negocio familiar: la tienda de tejidos con la que labraban su fortuna. La reusense Casa Navàs, uno de los edificios más exquisitos del modernismo catalán, ha abierto sus puertas para mostrar su interior, que se conserva tal y como se concibió. Una pieza única.
El diseño y el arte se compatibilizaron con la última tecnología; la casa tenía electricidad y también teléfono
Domènech i Montaner estaba dirigiendo la obra del Pere Mata, cuando recibió el encargo. En la Casa Navas, el arquitecto se recreó. Concibió una casa esquinera con tres fachadas (la tercera cierra una gran terraza lateral) para que la luz natural llegara a todas las estancias, en muchas de ellas filtrada a través de espectaculares vitrales, trabajados en Barcelona, y que en conjunto ocupan más de 200 metros cuadrados. Los propietarios contrataron a los mejores artesanos del momento, como Gaspar Homar, que diseñó cada una de las lámparas y los muebles. Todos pensados especialmente para el lugar que tenían que ocupar.
La vivienda está ubicada en el primer piso. Una gran escalinata de mármol recibe al visitante en forma de jardín petrificado. Es el primer impacto. En una de las paredes, una composición con cerámica veneciana, en las otras dos enormes vitrales… Detrás de uno de ellos se sitúa ni más ni menos que el baño. La limpieza y el higiene era una obsesión de la propietaria, en una época en que el aseo no tenía la consideración actual. Sólo la bañera tenía seis grifos distintos y todos los lujos de la época.
En cada estancia, una madera específica: de almendro en el comedor (donde todos los detalles decorativos tienen relación con el manjar), de roble en el salón (con un diseño inspirado en Oriente) y de caoba en el dormitorio, cuyas paredes contrastan por su sencillez con el resto de la casa. “Se tuvo muy en cuenta la funcionalidad de cada estancia”, apunta la directora de este monumento, Silvia Sagalà.
El diseño y el trabajo de los artesanos se compatibilizó con la última tecnología del momento. La Casa Navàs fue de las primeras en tener instalación eléctrica, y también teléfono. Todo sigue ahí. Los propietarios de Casa Navàs, Dolors Blasco (here-dera de la familia) y el empre-sario Xavier Martínez han abierto la casa con visitas guiadas que descubren no sólo el valor artístico de cada estancia, sino la vida y la época a la que transportan.