El PNV y el PSE cierran su pacto global para gobernar "allí donde sea posible"

Acuerdos postelectorales

El acuerdo cierra la puerta a EH Bildu en instituciones como la Diputación de Gipuzkoa o el Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, aunque allí necesitarán el 'ok' del PP

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El lehendakari, Iñigo Urkullu (d), charla con la portavoz del PSE-EE, Eneko Andueza, en una imagen de archivo

David Aguilar / EFE

El PNV y el PSOE cerraron este viernes por la mañana, cinco días después de las elecciones, un pacto global para gobernar juntos en las principales instituciones vascas que tendrá consecuencias relevantes. La primera, en clave de política española, es que el acuerdo permitirá que se visualice nítidamente que el aliado estratégico de los socialistas es el PNV, y no EH Bildu. El pacto, de hecho, cierra el paso a la coalición abertzale en instituciones importantes en las que había logrado ser primera fuerza. La alianza tendrá, además, un impacto importante en la política vasca, aunque en este caso se presenta como un arma de doble filo que puede pasar factura a los jeltzales, ya que en la práctica otorga un papel crucial al PP en algunas plazas.

Desde el punto de vista de los intereses del PSOE con vistas a las elecciones generales, el pacto no tiene vuelta de hoja. Ante la evidencia de que Alberto Núñez Feijóo necesita a Vox para alcanzar la Moncloa, los socialistas tienen en mente una campaña en la que las alusiones a un hipotético gobierno con ministros de la ultraderecha serán recurrentes. El PP creía haber encontrado en los acuerdos del Gobierno con EH Bildu en el Congreso una contraargumentación validad, una suerte de y tú más que parece haber funcionado en la última campaña electoral.

Los socialistas han apostado por sacar a EH Bildu de la ecuación, cerrándole el paso en instituciones relevantes de Euskadi. En Navarra, además, ya han subra­yado que no apoyarán al candidato a alcalde de la coalición abertzale en Pamplona, aun a riesgo de que gobierne UPN, y la socialista María Chivite ha dejado claro que sus aliados para formar el gobierno foral son Geroa Bai, coalición que incluye al PNV, y Contigo/Zurekin, aunque necesita la abstención de EH Bildu. Los movimientos del PSOE en este sentido han sido rápidos y expresivos. No está nada claro, sin embargo, que vayan a ser suficientes para que el PP renuncie a lo que considera un filón electoral.

Atendiendo exclusivamente a claves de política vasca, la alianza tiene otros componentes. Al PSE le permitirá volver a gobernar en una capital vasca 12 años después, de la mano de Maider Etxebarria en Vitoria. Además, les dará la oportunidad de contar con mayoría en feudos socialistas como Eibar, Irun, Zumarraga, Lasarte o Ermua.

En el caso del PNV, le permitirá gobernar las tres diputaciones forales, le brindará una cómoda mayoría para gobernar en municipios en los que ha sido primera fuer­za, como Bilbao, y le dará la oportunidad de desbancar a EH Bildu en algunas localidades en las que ha sido segunda fuerza. El problema para los jeltzales y, en menor medida, para los socialistas vascos es que la alianza no opera en los mismos términos que hasta ahora.

Es el caso de algunas de las instituciones más importantes que decantará el pacto. En el Ayuntamiento de Vitoria, la investidura de la candidata del PSE (segunda fuerza, con seis ediles) para evitar el gobierno de EH Bildu (primera fuerza, con siete) necesitará el apoyo del PNV (cuarta, con seis) y, también, el voto positivo del PP (tercera, con seis), ya que Podemos (dos) ha anunciado su negativa. Algo similar ocurre en la Diputación de Gipuzkoa, donde EH Bildu se ha impuesto (22 junteros), y la investidura alternativa del PNV (17) necesita el apoyo del PSE (siete) y, asimismo, del PP (tres), ya que Podemos (dos) no entrará en esa suma.

Esta situación resulta especialmente problemática para el PNV ante unas elecciones generales a las que llega tocado tras los resultados del pasado domingo. EH Bildu buscará el desgaste de los jeltzales aludiendo a ese necesario apoyo del PP. Su objetivo es poner de nuevo en jaque al PNV, esta vez en unos comicios generales. Los de Andoni Ortuzar, mientras, prio­rizan mantener el control institucional, situarse en una posición ganadora y hacer ver que la coalición abertzale no es capaz de construir mayorías suficientes.

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