Los Ayuntamientos buscan fórmulas para sanear el déficit de la fiesta 'Som 1 d'octubre'
Organización polémica
Los alcaldes de los tres municipios que acogieron el fallido acto independentista no descartan celebrar una nueva edición “para sanear la imagen” y compensar a los grupos musicales que participaron
Los alcaldes de los ayuntamientos de Arenys de Mar, Arenys de Munt y Canet de Mar (Maresme), Estanis Fors, Josep Sánchez y no descartan volver a celebrar la fiesta independentista y estudiarán fórmulas para que los acreedores de la entidad ‘Som 1 d’octubre’ organizadora de la jornada que se celebró el pasado 28 de octubre, víctimas del principal organizador, Jordi Mateu, sean resarcidos económicamente. No descartan volver a celebrar la fiesta para sanear la deuda y aprovechar para que el descrédito “se vuelva una oportunidad” que permita revertir la situación negativa provocada por los impulsores.
La gran celebración para conmemorar las consultas independentistas del 1 de Octubre, que reunió a la flor y nata del movimiento independentista catalán, si bien fue un éxito de asistencia, también fue un fiasco organizativo que ha atrapado a medio centenar de profesionales, entre ellos varios artistas. “Nadie ha cobrado y nadie da la cara” lamentaban ayer los afectados.
Una deuda que ya supera los 65.000 euros
En una reunión celebrada en el Ayuntamiento de Arenys de Mar, los acreedores que mayoritariamente no dudaron en definir como “una gran estafa” reclamaron la ayuda de los tres consistorios. Según fuentes próximas a la reunión “todos los afectados coinciden en reconocer haber sido engañados” por Jordi Mateu.
Las reclamaciones económicas por vía oficial “no han obtenido resultado” detallan algunos afectados, ya que incluso Correos devuelve las cartas certificadas con el remite “desconocido” de la dirección de Arenys de Mar utilizada por la organización, que también era el domicilio reconocido de Mateu. Uno de los que han investigado la dirección se sorprende de que “también conste una asociación de consumidores de cannabis”.
Los alcaldes, ante los deudores, reconocieron ayer tener “una obligación moral” pese a insistir en que no tienen ninguna obligación jurídica, ya que se limitaron a ceder los espacios para la celebración de los distintos actos de la jornada reivindicativa, sin aportar ninguna cantidad económica.
Las fórmulas que ayer sondearon para compensar las deudas pasan por la contratación de los profesionales en otras actividades propias de los Ayuntamientos. También sugirieron pedir ayuda a la Associació de Municipis per la Independència (AMI) y a otras entidades como el Consell per la República, asumiendo que “el descrédito es de todos”.
Los alcaldes reconocieron que la propuesta colosal que les presentó Mateu les hizo dudar de su realización, pero “como jugaba a dos bandas, yendo de parte de los ayuntamientos y por otro de las entidades” les convenció. El alcalde de Canet, Pere Xirau, habituado a la organización del festival Canet Rock, con 25.000 asistentes, reconoció que tuvo dudas porqué era un evento que estimaba la asistencia de 60.000 personas de público, en especial a los grandes conciertos de grupos catalanes que debían celebrarse en la playa del Cavaió.
En la reunión, un representante de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), entidad cuyo nombre Mateu utilizó para impulsar el evento, reconoció que no eran organizadores y que en su día se negaron a adquirir las 4.500 camisetas, diseñadas por artistas como Perejaume o Viladecans, que para el organizador hubieran ayudado a sufragar los gastos.
Sacar una oportunidad del fracaso
Tal como había avanzado La Vanguardia, Jordi Mateu, era muy conocido por los grandes eventos que acabaron en desastre económico. A parte de los ya mencionados acontecimientos en Barcelona -que evitó Ada Colau- y de Extremadura, los asistentes a la reunión de Arenys también citaron fiascos del mismo promotor en Peralada, el Mercat de les Flors o el Liceu.
Convertir el fracaso en una oportunidad es la máxima con la que trabajarán a partir de ahora los tres alcaldes. Una ocasión para revertir el sentimiento negativo entorno al acto reivindicativo que quedó empañado por la mala praxis del principal organizador. Proponen, en definitiva, que la fiesta no se pierda y pueda volver a celebrarse.