Una puerta renacentista pasa casi desapercibida por los miles de barceloneses y turistas que pasan a diario por delante del 19-21 de la calle de la Palla, en pleno barrio Gòtic. Para el curioso, una antigua placa de cerámica en la fachada lo identifica como el hospital de Sant Sever, que fue un centro asistencial fundado en 1412 para clérigos pobres y enfermos, gracias al mecenazgo del sacerdote presbítero Jaume Aldomar. Actualmente, pertenece a la familia Casacuberta-Marsans, que ha encargado una profunda rehabilitación del edificio para que, entre otros usos, albergue parte de su valiosa colección de arte.
El centro mantuvo durante cinco siglos una gestión privada, independiente de las autoridades eclesiásticas, hasta que en 1913 quedó adscrito al obispado. En 1925, el edificio había acumulado tantas deficiencias que hicieron imposible seguir prestando atención a los sacerdotes internos, por lo que trasladó su actividad a lo que hoy es la Residència Sacerdotal Sant Josep Oriol, en Les Corts. En 1958, el viejo hospital fue adquirido por la familia Sesplugues, que en 2006 impulsó su reconversión hotel, proyecto que fue paralizado tres años después. Finalmente, llegó a manos de los Casacuberta-Marsans.
Sobre la puerta, hoy recuperada después de décadas de deterioro y olvido, se puede leer Hospitale Sacerdotum Sancta Severi junto a la fecha 1462—algunas fuentes señalan 1562—, que es cuando se añadió la entrada renacentista al original edificio medieval. Sobre la puerta, se conservan tres escudos.
En el centro, el de Sant Sever, sostenido por dos angelotes. En la primera planta, se observa una antigua triple hornacina convertida en ventana que hasta 1937 contenía una imagen de Sant Oleguer que se perdió durante la guerra. Originalmente, constaba tan solo de planta baja y piso, pero a lo largo de los siglos fue ampliado con otras fincas adyacentes y más plantas, hasta una cuarta construida a principios del siglo XIX. Una de las reformas más importantes se produjo tras un incendio en 1748.
En el interior del edificio, se encuentran un claustro del siglo XVII y una antigua capilla. A partir de mediados del siglo XIX, el hospital convivió con viviendas en los pisos superiores y comercios en los bajos. Hoy, todos los elementos del inmueble han sido sometidos a una profunda y meticulosa restauración para usos privados.