Vestigios del callicida Gras
Barcelona secreta
Una histórica farmacia de Gràcia conserva en su fachada un cartel centenario que anuncia un antiguo y popular tratamiento para callos y durezas que se fabricó hasta la década de 1970 en el laboratorio de la rebotica
Hubo una vez un callicida muy popular que se fabricó durante décadas en el laboratorio de la rebotica de una farmacia de Gràcia. De aquel medicamento considerado casi milagroso quedan algunas antiguas unidades en venta en webs para periodistas y un cartel centenario pintado en la fachada de la farmacia que lo recuerda, protegido por un plafón de poliuretano tras una meticulosa recuperación practicada en los años 90.
El cartel, pintado a mano, se encuentra junto a la esquina de la plaza Vila de Gràcia con la calle del Diluvi. Con el reclamo “Mal de pies”, anuncia el callicida Gras, que “quita callos y durezas”, y muestra a un hombre sentado aplicándose el tratamiento mediante un baño de pies. La ilustración se remonta a la década de 1920, cuando Joan Gras adquirió la farmacia que desde mediados del siglo XIX se encontraba ya en este punto del hoy barrio de Barcelona.
Fue entonces cuando se empezaron a fabricar las milagrosas sales, que, según otro reclamo escrito en el anuncio, “quitan el dolor y la inflamación y el cansancio de los pies”. También se incluye el precio: el pack para dos baños costaba en los años de la posguerra 5 pesetas; el de cinco baños, 12, y el de diez, 20 pesetas. Los Gras fabricaron su famoso callicida en la farmacia hasta mediados de los años 70.
En 1997, adquirió el negocio su actual propietaria, Maria Rosa Bru. Ya no hay laboratorio en la rebotica, pero la histórica farmacia muestra todavía con orgullo su historia. Unos centenares de antiguos frascos con principios activos para la elaboración de fórmulas magistrales, decoran la parte alta del establecimiento, y en el interior se guardan enmarcados otros antiguos medicamentos que se elaboraban en el laboratorio, como la Untura Gras, una pomada que se aplicaba el pecho, garganta y espalda de los niños para combatir catarros. También, el “refrescante” “magnesio efervescente”. Todos, dibujados a mano, son una muestra del arte publicitario del pasado.
El cartel del callicida es el único que sobrevive en la fachada de la farmacia. Maria Rosa muestra una fotografía en la que se aprecian las dos fachadas del local totalmente ocupadas por otros anuncios de medicamentos hoy desaparecidos. El del tratamientos contra los callos fue realizado en catalán, pero tras la guerra civil, las autoridades franquistas obligaron a traducirlo al castellano.