La misteriosa muerte del obispo Irurita

La misteriosa muerte del obispo Irurita

El caso del obispo Irurita había sido hasta 1943 un ­acertijo. Recapitulación escueta. Pasados unos días del estallido de la guerra incivil, el prelado obtuvo de inmediato refugio en casa de Antoni Tort, joyero de la iglesia de la Mercè. Lo mantuvo escondido hasta que el 1 de diciembre, al registrar unos milicianos el domicilio, fue detenido y encerrado en la checa de Sant Elies. La noche del 3 al 4 lo fusilaron en el cementerio de Montcada i Reixac; la sepultura permaneció ignota. Al término de la guerra, se dijo haber localizado e identificado sus restos. Hasta aquí la primera versión.

El 2 de diciembre de 1943 se celebró con solemnidad su entierro. Exhumado lo que aseguraban era su cadáver, fue trasladado en coche a Barcelona. En el centro de la plaza Catalunya se había montado un escenario en el que había de principiar la gran ceremonia. El capitán general Moscardó encabezaba la nutrida cohorte de autoridades. El féretro, portado en andas por sacerdotes hasta la catedral, fue enterrado en la capilla del Santo Cristo de Lepanto. El Doctor Modrego pronunció la oración fúnebre. La calle del Obispo recibió entonces el nombre Irurita y después su escultura cincelada por Vicente Navarro. Pese a ser eliminado el apellido en 1982, se mantuvo el monumento en la hornacina.

En 1943 se celebró el entierro en la seo y la calle Bisbe recibió su nombre e incluso una gran escultura

Surge el misterio.

Al menos seis testigos fiables declararon que habían reconocido al obispo Irurita cuando salía del palacio episcopal; corría el 28 de enero de 1939. Lo interpelaron, pero rehuyó con firmeza el intento de diálogo.

PERMANYER

El entierro, que fue un masivo acto público, desfila a lo largo de la Rambla

PÉREZ DE ROZAS / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

Surgieron las sospechas y se multiplicaron las preguntas inquietantes. ¿No era el obispo mártir? ¿Se avergonzó de hacerse el muerto? ¿Lo habían escondido en el extranjero, donde falleció?

Y se impone el enigma.

Fue indicativa la conducta del Vaticano, que hasta 1943 mantuvo vacante la sede del obispado. Comenzado el proceso de canonización en 1959, fue reactivado en 1993 y recibido el nihil obstat en el 2002, pero quedó en suspenso. A lo mucho publicado, la investigación de Josep M. Ràfols aún ha añadido incógnitas relevantes, que ni siquiera el ADN ha conseguido despejar.

Lo que mejor cuadra a esta historia que habría fascinado a Hitchcock es esta cita de Churchill: “Un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma”. El Vaticano posee sin duda las claves.

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