Las modistas celebran la festividad de su patrona

Las modistas celebran la festividad de su patrona

El escritor Carles Soldevila, en su muy leído artículo diario en La Publicitat bajo el título general de Fulls de dietari, publicaba el 13 de diciembre de 1928 el dedicado a la Diada de la Modista. Se mostraba optimista sobre la continuación anual de esta festividad celebrada aquel día por primera vez, dado que Barcelona y el país han demostrado que saben cultivar estas tradiciones.

Fue ya indicativo que aparte de los actos oficiales se sumaran otros: por la tarde, festival en el palacio de Belles Arts y en el teatro Talía función especial de una comedia humorística para las modistillas; por la noche, velada de gala en el Gran Casino de Sant Sebastià en honor de la elegida Reina de las Modistas y su Corte de Honor.

La alegre Diada de la Modista se había festejado por primera vez y con éxito en 1928

Los actos de rigor consistían en el encadenamiento de misas desde la cinco de la mañana en la capilla de la patrona Santa Llúcia y la fiesta para elegir cada año a la Reina. Lo más popular consistía en concentrarse en puntos como la plaza de Catalunya o ante la catedral para, bien agrupadas, lanzarse a recorrer las principales calles de la ciudad. Era un derroche de alegría. Iban a pie, en carruaje, en automóvil, ataviadas con adornos joviales, como sombrerillos de papel y trompetillas. Ni que decir tiene que no iban todas solas, sino muchas de ellas del brazo de sus acompañantes.

El parque de la Ciutadella era el destino final, y llenaban la gran plaza de la Cascada. Las fotografías publicadas en la prensa mostraban aquel lugar colmado de un gentío enorme. El acto culminaba con una ballada de sardanes.

PERMA 22DES

Imágenes como la presente desfilaban por las principales calles de Barcelona

.PÉREZ DE ROZAS / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

La Vanguardia, que ya en 1929 disponía de la celebrada novedad de haber incorporado la modernísima estampación en huecograbado que tanto realzaba la calidad de las fotografías captadas por los reporteros, no dudó en dedicarle una sola gran imagen que llenaba la portada del domingo. La protagonizaba un buen grupo de joviales modistillas alineadas y rebosantes de seguridad y empuje.

Fue curioso que en una ocasión el gobernador prohibiera la sesión teatral dedicada a las chicas de la costura, al valorar que por rigor moral no era adecuada para ellas.

La guerra incivil supuso una interrupción, pero luego se reemprendió con igual ilusión, aunque ciertas libertades quedaron censuradas.

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