Son una plaga global, que va mucho más allá de Catalunya. En Roma, en Hannover, en Flandes, en los estados sureños de Estados Unidos provocan daños en el campo y en las ciudades, accidentes en carretera e, incluso, ataques a personas y a otros animales. La gestión de la superpoblación de jabalíes es un reto político, social y científico, como se ha comprobado en el 13.º Simposio internacional sobre el jabalí y otros suidos , que acabó el viernes en Seva (Osona) y que ha reunido a 225 participantes de 25 países, principalmente europeos, a lo largo de cuatro días.
En una declaración de 12 puntos, la presidenta del congreso, Carme Rosell, bióloga experta en prevención de conflictos con fauna, reclamó “medidas urgentes de las administraciones para desarrollar e implementar planes de acciones basados en criterios científicos y métodos validados, para controlar la población de jabalíes”.
Entre las causas del incremento figuran la falta de depredadores naturales y el fácil acceso a la comida
En Catalunya, la población se ha duplicado en 20 años y, por ahora, la caza selectiva –con 67.000 ejemplares abatidos al año– es el único método efectivo, a la espera de una vacuna esterilizadora. Se calcula que hay unos 200.000 ejemplares, una cifra similar a la de personas que viven en una ciudad como Sabadell. En paralelo, la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), en colaboración con la Diputación, ensaya con vacunas contraceptivas. Pero los expertos del congreso estiman “tener resultados efectivos en cinco o seis años porque se tiene que localizar al ejemplar joven, pincharlo, hacerle un seguimiento y repetir la vacuna. O conseguir una que sea oral”.
En el simposio se han explicado diferentes experiencias, como la captura por parte de Faada de cerdos vietnamitas que se han vuelto salvajes, el uso compartido por humanos y jabalíes de pasos de fauna en la línea del AVE o la localización con drones nocturnos en los campos.
El comité científico también exige “más investigación y apoyo económico” en este ámbito y apunta la necesidad de invertir en “métodos de protección de las cosechas, implementar medidas para evitar colisiones con vehículos y reducir el acceso de los animales a fuentes de alimentación, como basuras o comida de mascotas”. Balsells pide, con urgencia, “campañas de prevención para evitar que se abandonen cerdos domésticos en el bosque. En los últimos años, se han cruzado con los jabalíes y han pasado de tener de tres a cinco crías de media, a ocho o nueve”, lamenta.
Estas cifras parecen imparables. “No tienen un depredador natural porque extinguimos al lobo. Y hay factores que suman: tenemos muchas hectáreas de bosque, un hábitat que empuja a la natalidad. Alimento fácil, no solo en los cultivos, sino en entornos urbanos donde hay comida accesible alrededor de los contenedores y gente que sigue alimentándolos. Lamentablemente, han perdido el miedo al hombre. Y en épocas de sequía, como la de este verano, aún se acercan más a la ciudad, a buscar recursos”, subraya.
Cada vez, los jabalíes son más urbanitas. Ejemplos no faltan: el ataque a una niña en Cadaqués este verano, el asiento de una moto de un vecino de Vallvidrera destrozado a mordiscos o familias enteras de estos animales paseando en las terrazas alrededor del monasterio de Sant Cugat del Vallès. Y se repite en otras ciudades europeas.
Alerta por la peste porcina africana
Uno de los temas centrales del congreso ha sido la peste porcina africana. Ahora mismo, Catalunya es un territorio libre de esta enfermedad mortal y se espera que gracias a los protocolos establecidos por la Generalitat la situación continúe controlada, según la bióloga Carme Rosell. “Pero es una lotería. Hay un brote en el norte de Italia. Le toca a quien le toca y no se puede bajar la guardia”, apunta. La experta recuerda que también se puede contagiar del jabalí a las granjas de cerdos, ya que biológicamente se consideran la misma especie, y causar grandes pérdidas económicas en el sector. En abril, la consellera de Acció Climàtica, Teresa Jordà, reclamó al Gobierno central una batería de medidas, como establecer la obligación en puertos y aeropuertos de una gestión de los residuos potencialmente contaminados y evitar su vertido en espacios a los que puedan acceder animales para evitar su propagación. En el simposio de Seva se ha dado a conocer la excelente gestión belga. El primer caso ocurrió en el 2018 en el sur del país, en una zona próxima a Luxemburgo y Francia. Las autoridades limitaron una zona boscosa y la aislaron totalmente para evitar la expansión, explicó el investigador Alain Licoppe. Había dos áreas: la central, donde se habían detectado los animales muertos y el virus ya podía estar circulando, y una segunda zona de seguridad más amplia. Se instalaron hasta 100 km de vallas para evitar que los ejemplares huyesen y contagiasen la peste. La caza fue clave para disminuir una población de jabalíes potencialmente portadora y permitió que en poco tiempo ya no apareciese ningún caso de infección.
Andrea Monaco es investigador del Instituto Superior para la Protección y la Investigación del Medioambiente (Ispra). Está preocupado por la mala gestión, crónica, de la recogida de basuras en Roma y la falta de civismo de los vecinos que los alimentan. “Roma es uno de los centros urbanos que en los últimos siete u ocho años ha registrado el aumento más importante hasta convertirse en la ciudad más crítica en Italia, junto a Génova y Trieste, en el norte”. La presencia de jabalíes en la ciudad, alerta, “supone un grave peligro porque puede provocar accidentes de tráfico y en ocasiones han tenido comportamientos agresivos hacia los perros que pasean con sus dueños. Desde la pandemia, entran en manadas, procedentes de los bosques cercanos”. Propone que los contenedores sean inaccesibles y la recogida más efectiva. En mayo se valoró fijar una hora máxima para dejar la basura en la calle, por la noche, pero aún no se ha aplicado.
En el sur de Estados Unidos, ha habido batidas selectivas desde helicópteros. El científico belga Jim Casaer, del Instituto de Investigación para la Naturaleza y el Bosque, expone que en la zona de Flandes la presencia del jabalí es todo un reto para la administración. “Tenemos pequeños pueblos ubicados cerca de grandes bosques y muchas casas con jardín, hasta donde se acercan los animales y los destrozan. Culturalmente, la caza está muy mal vista porque hay mucha conciencia animalista y activistas ambientales. Pero hay que actuar ante la plaga”, concluye.