Tras sortear sus calles empinadas, en el entorno del parque del Guinardó, se esconde una joya arquitectónica poco conocida e inusual. Un quiosco modernista. Aviso a visitantes. Está tapiado desde hace años en un estado actual deplorable y repleto de grafitis. Esta edificación abandonada se encuentra en la plaza de Font d’en Fargues, al lado de la fuente que da nombre a este tranquilo barrio montañoso, de poco más de 9.000 habitantes repartidos en unos escasos 0,7 kilómetros cuadrados.
El quiosco data de 1900 con una protección patrimonial D como bien interés documental. Supuso uno de los primeros encargos realizados al arquitecto Roc Cot i Cot, quien también desempeñó el cargo de arquitecto municipal en Berga, Ginorella y Puig-reig. En su tejado, hoy en día cubierto de hojas, se observan algunas de las piezas que forman el trencadís de inspiración mozárabe, producidas en las primeras décadas del siglo XX por la ya desaparecida fábrica de azulejos Pujol i Bausis, referente del sector de la cerámica en Catalunya.
Posteriormente, esta instalación se convirtió en restaurante tras concederse la correspondiente licencia en 1979 hasta que cerró y tras diversas ocupaciones ilegales el Ayuntamiento procedió en 2011 a derribar las construcciones más nuevas.
Reivindicación vecinal
Se prevé que los trabajos de restauración del quiosco se inicien en octubre y también se rehabilitarán la centenaria fuente y la antigua planta envasadora
A escasos metros, la fuente con gruta, cercada con una valla, tampoco vive su mejor momento. Antaño fue un punto popular con la celebración durante el siglo pasado de las llamadas fontades, reuniones sociales en un entorno natural acompañadas de un pícnic y en ocasiones de música. Se dice de su agua que destacaba por su buena calidad y la fuente gozaba de cierto renombre. A principios del siglo XX, Pere Fargas y Montserrat Casanovas iniciaron los trámites para su comercialización bajo la marca Agua Fargas, que se vendía en el centro de Barcelona. Para ello, se construyó en este emplazamiento una planta embotelladora, donde antiguamente se llenaban hasta garrafas de ocho litros. Actualmente, esta edificación también está abandonada y repleta de grafitis.
Con el paso del tiempo, han desaparecido elementos como la reja del cierre de la fuente, el rótulo que indicaba su declaración como fuente pública en 1919 así como la puerta de acceso de la sala de envasado. Los vecinos y algunos usuarios en las redes sociales, como El Boig de Can Fanga, alertan de la degradación de este lugar. “Es una pena. Es un espacio histórico que está abandonado”, se lamenta Jaume, vecino del barrio acompañado de su perro. Además, denuncia que los fines de semana se concentran jóvenes para realizar botellones y, luego, la suciedad se acumula con restos de botellas y latas.
“Habría que dignificar este espacio. No hay bancos ni nada. Podría convertirse en una de las puertas de acceso al parque del Guinardó”, añade Oriol, habitual de esta plaza para realizar ejercicio. Todavía recuerda lo frecuentado que era este lugar cuando el restaurante estaba abierto. “Venía mucha gente y estaba lleno de mesas. Daba mucha vida al barrio”, rememora.
Años de retrasos
La reurbanización de la plaza incluirá un merendero y podría estar acabada a finales de 2023 o principios de 2024, según previsiones municipales
Los planes municipales pasan por restaurar los elementos patrimoniales y darles una nueva vida. La intención es que el quiosco reabra para volver a servir bebidas y “reactivar” el área como merendero mientras que la antigua planta de embotellado se adecuará para lavabos públicos. El proyecto contempla “respetar al máximo” los elementos originales e “intervenir en el entorno sin perturbar la estructura y envolventes originales”. También se destaca la importancia arquitectónica e histórica de este enclave al ser “un documento de cómo se construyen este tipo de espacios”. Fuentes municipales prevén que las obras de rehabilitación, con un presupuesto de algo más de medio millón, empiecen en octubre de este año.
Tras la restauración, se reurbanizará la plaza. El distrito de Horta-Guinardó estima que estos trabajos se inicien en la primavera del 2023 para que concluyen a finales del próximo año o principios del 2024. Se trata de una larga demanda vecinal que acumula años de retraso. La reurbanización ya se preveía para finales de 2017 y en el pasado mandato se aplazó debido a problemas de expropiación de los terrenos, formados por tres parcelas con propietarios diferentes. Además de mejorarse la iluminación y plantar más árboles, se instalarán mesas, juegos infantiles y se construirán unas pistas de petanca.