El resultado electoral en Catalunya ha tomado la temperatura de los partidos con posibilidades reales de gobernar o de seguir gobernando. Este es el caso de En Comú Podem. Sus resultados han sido discretos y en sus filas respiraron aliviados cuando vieron que se quedaban con el mismo número de diputados que tenían. Ni más, pero sobre todo, ni menos. El voto que arrebató Ciudadanos al PSC ha vuelto masivamente a los socialistas que son los que rentabilizan claramente la acción del gobierno de coalición tanto en la Moncloa como en Barcelona en detrimento de sus socios los Comunes.
Una vez superado el susto del 14-F, los estrategas de la formación morada en la capital catalana han empezado a hacer cábalas sobre el plan que deben seguir de cara a las próximas elecciones municipales para mantener la alcaldía barcelonesa que estuvieron a punto de perder en el 2019 después de caer derrotados ante ERC. Aquel fue el primer aviso serio. La segunda advertencia llegó en las elecciones generales cuando cayeron en escaños y fueron desplazados por Vox hasta la cuarta fuerza en el Congreso de los Diputados. Y el tercer toque de atención llega ahora en Catalunya con un resultado que fija el techo electoral de los Comunes y que puede quedar maquillado por la voluntad de ERC de contar con ellos.
Los Comunes debaten si lanzar a Colau a una difícil reelección dentro de dos años o buscar ya un relevo electoral
Llama la atención que Ada Colau, líder de los Comunes en Catalunya y en Barcelona, haya optado por un perfil bajo en la valoración electoral. Esa discreta reacción en una política muy dada a declaraciones, se podría enmarcar en la reflexión sobre su futuro político. Nadie duda que, a día de hoy, es el principal activo del partido, pero su desgaste es mayor que la rentabilidad de su acción política. Colau intuye desde hace tiempo esta tendencia y eso la llevaría a debatirse entre dos opciones: volver a presentarse para intentar revalidar la alcaldía o aprovechar estos dos años largos que quedan para impulsar a un nuevo candidato.
Aunque 27 meses en política es una eternidad, los Comunes saben que ahora es el momento de tomar una decisión porque un candidato no se construye en dos días. Si Colau opta por luchar por la reelección
sabe que irá a su campaña más difícil porque se sumarán el natural desgaste del gobierno, la recuperación de rivales como
el PSC y ERC, y el estancamiento de su propio electorado. A ningún líder consolidado le gusta concurrir a unas elecciones sabiendo que tiene muchas probabilidades de perder.
En cambio, si Colau decide dejar paso a un candidato nuevo, primero tendría que recibir una oferta política relevante fuera de Barcelona, quizás a nivel estatal con el ansiado Ministerio de Vivienda o un destino más lejano vinculado a alguna organización internacional. Esta parte parece menos complicada que buscar a un líder nuevo que tome el relevo y que vuelva a seducir al electorado. En este sentido, hay cantera dentro del grupo municipal y fuera de él, la cuestión es acertar en la persona elegida. Si fuera ese el camino que tomara Colau, apostaría que su relevo sería una mujer.