El pirenaico túnel de Toses, en el trayecto entre Ripoll y Puigcerdà, se someterá durante casi ocho meses a una rehabilitación integral de su estructura para paliar los daños y las patologías que se han ido acrecentando durante los últimos años.
La gota que colmó el vaso fue el desprendimiento de rocas en el interior del túnel el verano pasado que provocó el descarrilamiento de un tren con una treintena de pasajeros. No hubo heridos, pero sirvió para activar en los lejanos despachos donde se toman las decisiones un proyecto de reforma que llevaba años pendiente y que no se podía postergar más.
Desde entonces, la circulación por el túnel que atraviesa la collada de Toses se realizaba a escasa velocidad, lo que permitía a los viajeros apreciar a través de las ventanas las auténticas cascadas de agua que caían sobre el tren debido a las filtraciones de la maltrecha infraestructura.
Los trabajos de rehabilitación mejorarán el revestimiento actual del túnel, que tiene casi cuatro kilómetros de longitud y requiere un mantenimiento especial debido a su gran altitud (es el punto más alto de la línea de Puigcerdà) y las desfavorables condiciones geológicas de la zona. Además, se mejorará el drenaje a ambos lados de la vía para minimizar la probabilidad de incidencias en un túnel que fue construido en 1922 y que se ha sometido a diversas modernizaciones.
La actuación supondrá una inversión de más de 9,5 millones de euros a cargo del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif).
Servicio alternativo por carretera
Dada la complejidad de las obras, la circulación ferroviaria se interrumpe entre Ribes de Freser y La Tour de Carol hasta el 7 de febrero del año que viene. Renfe ha establecido un servicio alternativo de autobuses para suplir el trayecto que, como demostración de la utilidad del ferrocarril, al ser por carretera supone un incremento del tiempo de viaje de 50 minutos.