Rechazo a los carriles bici en el centro de la calzada
Movilidad
El urbanista Mikael Colville critica el sistema adoptado en algunos puntos de Barcelona por la inseguridad que supone entre los ciclistas
“El que construyera un carril bici en medio de la calzada no volvería a tener trabajo en Dinamarca”. Así de contundente se muestra Mikael Colville-Andersen, uno de los expertos en movilidad más reputados a escala internacional, que ha visitado esta semana el Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) para reunirse con técnicos municipales de movilidad y urbanismo.
En sus conferencias alrededor del mundo, el fundador del despacho de diseño urbano que ha hecho de la capital danesa un referente en el uso de la bici pone a Barcelona como ejemplo de trabajo bien hecho durante la última década. Pese a ello, se muestra muy crítico con aspectos como los carriles bidireccionales construidos en el centro de la calzada. “Inventarse cosas en lugar de aplicar diseños establecidos no es un uso racional del dinero de los contribuyentes”, dice Colville en referencia a puntos como el paseo Sant Joan, tal y como se ve en la imagen. Fuentes municipales defienden que en Barcelona hay una mayor presencia de autobuses y eso obliga a adoptar soluciones que faciliten el acceso de los peatones al transporte público sin entrar en conflicto con los ciclistas en calles de doble sentido. Colville tampoco es precisamente un firme defensor de los carriles bidireccionales.
El experto, de visita en la ciudad, insta a pensar en red para resolver la discontinuidad de los carriles bici existentes
Para el urbanista danés, el otro punto flaco de Barcelona es la discontinuidad de los carriles bici. “De repente, llegas a un punto y te encuentras rodeado de coches”, lamenta. Plaza Espanya es, para él, “un escenario propio de videojuego”, uno de los puntos negros.
Con todo, Colville sitúa a la capital catalana en el top 20 del Copenhagenize Index, un indicador de buenas prácticas en la materia. Más allá de los kilómetros de carriles bici, se fija en sus usuarios. “Hay mucha gente normal en bicicleta, no es una cosa de hippies comunistas”, remarca. Al ser preguntado por la difícil convivencia entre ciclistas y peatones en las aceras, emplaza a las administraciones a hacer un diseño mejor del espacio público. “Construye una infraestructura que funcione bien y los ciclistas la respetarán”, asevera, invitando a trasladar los carriles bici a la calzada pero sin hacer inventos del TBO.
Otro reto que se abre fruto de la eclosión de la bici en la ciudad, además de la necesidad de conectar y desplegar la red de carriles bici, es el del aparcamiento. Con el crecimiento de usuarios aumenta la demanda de lugares donde dejar la bici y Colville alerta que eso puede ser un problema en Barcelona. Otro aspecto determinante es la conexión metropolitana. El AMB trabaja en conectar el entorno metropolitano con carriles bici, pero Colville cree que hay que mejorar la intermodalidad y favorecer que el ciclista coja el tren con ella a cuestas o tenga un lugar seguro en el que dejarla.