Según el profesor de latín Emilio del Río todos “hablamos latín sin saberlo”, pues la mayoría de nuestras palabras derivan de voces latinas, viajeras hasta hoy con sus bimilenarios secretos.
Así “pizza”: viene del latín “pinsare”, es decir, “aplastar”, y alude a una pasta plana, “pisada” como con los pies el “piso” (misma raíz). Cuándo Eneas se detuvo a comer “incluso la mesa” es porque se comía esta base de harina (con sus ingredientes encima): la profecía había anunciado que Roma se fundaría allí dónde Eneas se comiese hasta la mesa. Y ahí fue.
En su libro “Carpe Diem” (Espasa), subtitulado “Autoayúdate con los clásicos”, Emilio del Río nos ilustra sobre expresiones latinas como “Carpe Diem”: cosecha el día, aprovéchalo, según un verso del poeta Horacio. Sin desdoro de Séneca: “No hay viento bueno si no sabes a qué puerto vas”.
Sabiendo que lo único fijo y seguro es el cambio, Don Emilio propone el buen ánimo para acometer los lances de la vida.