“En mi vida he visto cosas muy crueles, no entiendo al ser humano”

Tengo 70 años. Nací en China, en la provincia de Fijian, y vivo en París desde hace 40 años. Estoy casado, sin hijos. Me licencié en Historia del Arte y Cine. No creo en la política, y considero que hay que desconfiar de la política porque su mundo es la propaganda. Soy budista y estoy vinculado al cristianismo católico. (Foto: Francesca Mantovani)

Dai Sijie,novelista y director de cine

Nos conocimos hace 24 años.

Desde entonces en mi vida no ha pasado nada memorable.

¡...!

Lo memorable lo viví en la infancia y adolescencia. Estos años he vivido inmerso en mis novelas y películas, pero eso sí: estoy muy orgulloso del libro sobre la vida de mi abuelo paterno.

Para escribir esa historia volvió a China.

Sí, a lo largo de los últimos 10 años he ido a menudo, mi madre falleció hace tres años y quise estar a su lado, eso fue muy importante para mí. Y he podido ver la China de hoy.

¿Y cómo la ha visto?

Cuando me fui, China era un país comunista donde nadie tenía una propiedad y ahora es lo contrario, una sociedad de consumo. Sigo sin encontrar mi lugar allí; y no les intereso, para mí eso ha sido difícil.

No tuvo usted una infancia fácil.

Mi infancia fue negra, pero había mucha gente muy desgraciada en aquella época. Mis padres eran médicos y cuando estalló la revolución cultural de Mao vinieron a casa y se los llevaron: fue muy traumático, los encarcelaron, yo tenía 12 años.

¿Y qué hizo usted?

Huir. Me crucé toda China sin dinero para ir a casa de mi abuelo, el primer pastor cristiano chino de una gran región, algo muy poco habitual. El reencuentro me dejó perplejo.

¿Qué pasó?

Mi abuelo estaba en la plaza del pueblo arrodillado con una gran placa de cemento colgando de su cuello que decía: “Enemigo del pueblo”. Sus propios feligreses le pegaban, le daban patadas, le escupían a la cara. Toda su familia fuimos excluidos de la sociedad.

¿Cómo se convirtió su abuelo al cristianismo?

Unos bautistas estadounidenses, dirigidos por el pastor Gu, decidieron evangelizar a aquellos aldeanos y mi abuelo tuvo curiosidad. El día que vio tras una puerta entreabierta a la hija de Gu, su maestra de cristianismo, ofreciéndole leche de su pecho a la estatua de un crucificado, se convirtió.

Qué raro.

A mí me sorprendía mucho aquella fe cristiana tan sólida por la que fue perseguido, un viacrucis. Durante varias décadas conoció el dolor por el simple hecho de tener una fe.

Y usted lo conoció por ser hijo de médicos.

Cierto, pero yo no he conocido la desgracia como mi abuelo. Me enviaron a reeducarme en el campo durante cuatro años, fue duro, pero allí, a escondidas, descubrí la literatura.

¿Qué fue lo más terrible?

Fue su hija la que lo denunció, dijo que era esclavo de los occidentales, un reaccionario, y lo hizo ante una masa de gente en la calle, y ya sabe lo que pasó.

¿Solía ocurrir que los hijos denunciaran?

Muchos amigos míos a los 12 y 13 años denunciaron a sus padres.

¿Qué ha entendido del ser humano?

En aquella época percibía la naturaleza humana como malvada y oscura, hoy me lo miro con más distancia.

Basta prender la mecha.

En mi vida he visto cosas muy crueles y concluyo que no entiendo nada del ser humano, soy incapaz de definirlo.

En sus historias siempre hay naturaleza.

Es una parte esencial de mi vida, me crié en China en una época en la que vivíamos rodeados de naturaleza y me reeducaron en una montaña. Le contaré un pasaje de mi libro del que me siento muy orgulloso.

Estupendo.

Mi abuelo era hijo de un carpintero que era conocido por fabricar silbatos de paloma que sujetaba a la cola de los pájaros y que, al volar, producían un concierto polifónico, una flamante sinfonía.

¿Qué le asusta?

No conectar, que lo que hago no guste. En China no conecto.

¿Qué papel ha jugado en su vida el amor?

Me ha aportado felicidad y decepción, pero seguramente es lo más importante en la vida.

¿Qué mensaje esencial guarda de su abuelo­?

Su casa siempre estaba abierta, en cualquier momento cualquier persona podía entrar y sentarse a la mesa con nosotros. Nunca guardaba rencor. Era una generosidad vital.

¿Qué ha heredado del abuelo ?

Como él, soy incapaz de hacer daño a alguien, me sentiría muy desgraciado. El abuelo siempre perdonó francamente a sus torturadores y a los traidores.

¿Cómo le da sentido a lo vivido?

No estoy seguro de que haya un sentido, pero ¿y si por casualidad hay un nieto que tiene ganas de escribir una novela sobre su abuelo? Ahí dentro sí hay algo.

¿Qué hay?

El nieto valoró la generosidad y la fe de su abuelo en momentos muy difíciles y quedó marcado, esta historia ha vivido conmigo.

¿Por qué le impacta tanto la fe?

Lo religioso está en mi cine y en mis novelas, está en mí, pero no consigo explicarlo.

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