Ni a favor ni en contra
Catedrático de Sociología en la Universidad de Amsterdam y profesor de Inmigración y Desarrollo en la de Maastricht, fue uno de los fundadores del Instituto de Inmigración Internacional de la Universidad de Oxford. Sus treinta años dedicados a este tema le llevan a defender que la migración forma parte del desarrollo y del cambio global. En Los mitos de la inmigración. 22 falsos mantras sobre el tema que más nos divide (Península) desmonta las mentiras que nos repetimos en torno a la inmigración y de paso denuncia la falta de honestidad con que los políticos abordan el tema. “Los políticos nos han estado prometiendo durante años que van a cerrar las fronteras europeas y controlar la llegada de pateras, claramente sus políticas no han cumplido sus objetivos, necesitamos un debate real y profundo, esto no es un a favor o en contra”.
¿La inmigración es un arma electoral?
Sí, y eso explica también por qué pensamos que la inmigración es algo que hay que prevenir.
¿En exceso no lo es?
Tenemos la visión general de que estamos siendo invadidos, algo que resulta muy útil para servir a dos propósitos políticos; el primero es que los migrantes son un chivo expiatorio perfecto.
¿De qué o de quién?
A medida que aumenta el descontento en la gente por la falta de vivienda asequible, la inflación, el trabajo precarizado, etcétera, es fácil para los políticos que no han resuelto este problema, o que quizá han sido los causantes, echarles la culpa a los extranjeros.
El segundo motivo.
El miedo es un vehículo efectivo para conquistar el apoyo político, es muy rentable ir de salvador, y esa supuesta ola imaginada de inmigrantes que nos invade encaja perfectamente con eso.
¿Tenemos más inmigración que nunca?
La inmigración es muy estable, un 3 por ciento de la población mundial es inmigrante internacional y uno de cada diez es un refugiado. El 97 por ciento de la población vive en su país natal. No existe evidencia de que la migración mundial se esté acelerando.
¿La inmigración ilegal no crece?
Solo uno de cada diez africanos que emigran hacia Europa lo hace ilegalmente. Nuestra percepción está muy distorsionada por las pateras.
¿Las fronteras están descontroladas?
Hay una gran demanda de trabajadores no cualificados. La mayor parte de la inmigración ilegal procede de contratación de mano de obra para el sector agrario, la construcción, la minería, hostelería, empleo doméstico, atención de ancianos.
Parece que cerrarlas no sirve de mucho.
El tráfico de personas es una reacción a los controles fronterizos, y no la causa de la migración ilegal.
¿Hay que flexibilizar fronteras?
En España tienen experiencia sobre las bondades de una frontera más abierta. Hasta que se cerró la frontera en 1991, para los marroquíes su emigración a España era temporal, se beneficiaban de las oportunidades laborales y de mejores salarios y el resto del tiempo estaban con su familia en su país.
¿Ocurría en otros lugares?
Sí, con los trabajadores mediterráneos invitados al noroeste de Europa, los tunecinos en Italia, y los mexicanos que iban y venían de EE.UU. Las restricciones acabaron con esas constantes idas y venidas. Cuanto más difícil resulte entrar, más migrantes optarán por quedarse.
¿La integración ha fracasado?
El principal motivo por el que vemos problemas de integración es porque no hemos aceptado que los numerosos trabajadores que vienen se van a quedar. El escritor suizo Max Frisch lo dijo así: queríamos trabajadores y en su lugar obtuvimos personas.
Muchos los tildan de gorrones del Estado de bienestar.
Sin embargo, la evidencia internacional muestra que los inmigrantes no erosionan los servicios sociales, y menos aún en España si nos fijamos en el balance fiscal.
¿Abaratan los salarios?
Las causas están en decisiones políticas deliberadas que han desregulado los mercados de trabajo, potenciado la desigualdad salarial y recortado derechos de los trabajadores.
¿A quién beneficia la inmigración?
Hace aumentar los ingresos más altos y apenas los más bajos, pero los inmigrantes generalmente no compiten por los mismos empleos que los trabajadores locales.
¿La inmigración dispara los índices de delincuencia?
No hay ninguna relación entre la inmigración y el crimen. Los inmigrantes quieren el permiso de residencia o la ciudadanía, así que son más respetuosos con el cumplimiento de la ley que los nativos; y en el caso de los inmigrantes ilegales aún más.
¿Qué dicen las cifras?
Los inmigrantes ilegales presentan los índices más bajos de criminalidad. Donde sí vemos problemas es en la segunda generación, pero tiene que ver con el estatus social y la economía y no con su procedencia, etnia ni religión.
Están aquí y no tienen trabajo, ¿qué hacemos?
Asegurarnos de no cometer los mismos errores otra vez: haber tolerado la explotación de trabajadores poco cualificados a muy bajo coste tanto tiempo solo beneficia a unos pocos y la sociedad tiene que pagar el coste.
¿Hay integración?
Sabemos que la mayoría de los inmigrantes tienen un historial de éxito a largo plazo, incluso los que entraron sin saber leer ni escribir, y esto depende del apoyo familiar. La ilegalidad y la pobreza es la receta perfecta para crear problemas más adelante.