“Solo buscaba que alguna bala acabase conmigo”
Tengo 61 años bien llevados. Nací en Lyon (Francia) y vivo en Barcelona. Soy periodista y fui soldado de la Legión Extranjera. Soy viudo y fui padre. ¿ Político? No queda ni un político que merezca que le crea. ¿Creencias? Ninguna. Soy paracaidista: saltar me renueva la adrenalina. (Foto: Mané Espinosa)
Sentimental y canalla
Alfonso Martos, pose de tipo duro, es alma sensible y reconoce que está vivo gracias al miedo. “Te das por muerto... y el miedo te señala la salida”, confiesa, evocando trances personales muy violentos en África que se niega a detallar por la confidencialidad debida a la Legión Extranjera, cuerpo de élite (el mejor del mundo para batallar), donde sirvió dos años. De allí salió “más sensible para valorar las cosas... y más duro con los que no merecen la pena”: sentimental y romántico, desdeña la queja, no bebe, no se droga, nunca perderá el control. Conoce bien los medios de comunicación por dentro, admira a Arús y critica a Risto (“¿es necesario humillar?”), ha escrito para la prensa más canalla y ha desenmascarado en la tele a figurones del corazón, aplicando su sentido de lo recto y lo torcido.
Salta en paracaídas?
Llevo 1.165 saltos en caída libre.
¿Qué le reporta eso?
Se abre la portezuela... y me sube la adrenalina.
¿La necesita?
Me vitaliza. Amo ilusionarme. ¡Soy un romántico! Empecé a saltar con 18 añitos por impresionar a una mujer.
Cherchez la femme ...
No siempre sale bien. Pero yo disfruto mucho de la vida.
¿No sale bien el amor o el paracaídas?
Ambas cosas. A un buen amigo le vi estamparse. No se abrió su paracaídas. No quedó ni un resto del pobre hombre.
¿Dónde fue eso?
Es que cargábamos 120 kilos de impedimenta al saltar...
¿Qué dice?
Portábamos armas ligeras, incluidos lanzamisiles para disparar contra la oruga de un tanque y frenarlo.
¡Lanzamisiles!
En la Legión Extranjera: ahí estaba yo.
¿Qué es la Legión Extranjera?
Cuerpo de élite del ejército francés, de altísima capacitación militar, con soldados de 140 países.
Pero... ¿qué hacía usted ahí?
Buscar la muerte.
¿Perdón?
Varias veces me expuse imprudentemente a las balas para que alguna acabase conmigo. Solo buscaba morir. No sucedió.
¿De verdad quería morir?
Me alisté a la Legión Extranjera porque mi vida había perdido todo el sentido y yo estaba perdido, hundido.
¿Qué había hundido tanto su vida?
Yo me enamoré de una maravillosa mujer, Blanche-Claude, a la que yo llamaba Poussin (pollito), y nos casamos y tuvimos juntos un hijo, Alfonso...
Como usted.
Un día descuelgo una llamada telefónica... y es un guardia civil, que me dice que...
...
Un accidente de automóvil: mi mujer y mi hijo, muertos.
Lo lamento.
Acabé en África, combatiendo a señores de la guerra africanos que mutilan a niños brazos y piernas, que violan y matan.
¿Mató usted?
¿Qué sastre no se ha pinchado con la aguja?
¿Puede contarme algún detalle?
Me debo a la confidencialidad del cuerpo. Le diré que los marines... son niños de teta al lado de la Legión Extranjera.
¿Qué huella psicológica le ha quedado?
Aprecio más la vida. Soy más pacífico. Valoro más dialogar.
¿Hasta cuándo duró su deseo de morir?
Daba cada día mi vida por mis compañeros. Sobreviví. Templé mis nervios. Y un día decidí volver a vivir. Y fui herido.
¿Fue evacuado?
Todo legionario herido en batalla accede a la ciudadanía francesa, es français par le sang versé (francés por la sangre vertida).
¿Es fácil vivir en sociedad, después?
Intento ayudar siempre. Aunque deploro a los quejicas: “Me ha dejado la pareja”... ¡Tira, va, que el mundo rebosa belleza!
Pues sí.
La osadía me viene de mi padre: de Andalucía fue a Francia a trabajar en la construcción, allí vivíamos...
Rescate un recuerdo de niñez.
Una noche de julio cenamos en la terraza: yo veía la luna en el cielo... y a la vez en nuestra tele ¡el hombre pisaba la Luna!
Bonita estampa.
Una infancia feliz y formativa en Francia.
¿Qué vocaciones tenía usted?
Volvimos a España a mis trece años, y me enganché al Directísimo de Íñigo y monté en el colegio el espectáculo Bigotísimo : ¡yo era Íñigo, claro!
¿Eso le hizo periodista?
Conocí años después a José María Íñigo: “¡Yo soy periodista por usted!”, le dije.
¿Qué periodismo ha hecho?
Corresponsal en Kuwait, y antes en Nicaragua: vi a agentes de la CIA ayudar a la “contra”, armas por cocaína... ¡Estados Unidos es un país de ferreteros!
¿Ferreteros?
Fabricantes de armas.
¿A quién le gustaría entrevistar?
A Bin Laden. Sé cómo funcionan las guerras: sigue vivo, de eso estoy seguro.
Pero usted dejó atrás las guerras...
Luego colaboré en TF1, Paris Match , Primera Línea , La 1, con Javier Cárdenas, y con Alicia Senovilla, Susanna Griso, en Tómbola de Canal 9...
¿Prensa rosa?
Respetable si se hace dignamente: preguntas con respeto y rigor, sin esos personajillos que hoy pueblan los platós.
¿Qué periodismo le está faltando?
Un debate de actualidad bueno: hoy sobran consignas y falta respeto a la verdad.