Loading...

“La IA es más amenaza para la democracia que para el empleo”

Tengo 35 años: me maravilla ver cómo la inteligencia artificial supera a la natural. Vivo en Londres: aún me sorprende. Soy autor de ‘El futuro de las profesiones’. Tengo dos hijos más inteligentes que yo: vivimos peor de lo que vivirán; pero mejor que mis padres. Colaboro con el Departament de Treball de la Generalitat. (Foto: Joan Mateu Parra / Shooting)

Daniel Susskind,investiga la inteligencia artificial (IA) en Oxford y en el King’s College

Pregunta sugerida por ChatGPT: ¿Nos va a sustituir la IA?

Pues es una pregunta acongojada inspirada en el mito de Terminator o lo que llamo en mis libros “la ansiedad de la automatización”...

Se ve que la inteligencia del GPT se los ha leído todos en segundos... ¡Qué flecha!

Pero lo que le preocupa es si esa inteligencia sustituirá a la suya de entrevistador...

O a la suya: GPT también escribe libros.

...Y la respuesta es que en cualquier caso debemos anticipar el impacto de la inteligencia artificial (IA) del GPT igual que deberíamos haber anticipado el cambio climático hace décadas. Y así no lo sufriríamos ahora.

De momento, cuanta más inteligencia artificial hay, más empleo también.

Ese es un apunte acertado.

Hoy EE.UU. disfruta de pleno empleo y faltan profesionales en la UE... ¡y en España!

¿Lo ve? También los luditas quemaban máquinas de tejer para que no los despidieran. Y, sin embargo, las fábricas empleaban más y más obreros y no menos cada vez.

¿Esta vez no podría ser diferente?

Creo que el auténtico problema no será tanto el paro causado por la propia inteligencia artificial como la concentración de riqueza en quienes la controlan...

Ya son las empresas más cotizadas.

...La IA está propiciando un reparto desigual de riqueza no solo económica, también política: quien controla la IA concentra el poder.

China dice que la batalla por la hegemonía ya no es ideológica sino tecnológica.

De eso hablo: la tecnología hoy es el poder.

Mi hija ya tiene el de ridiculizarme al comparar mis textos con los de ChatGPT.

Esa IA generativa ya hace tiempo que superó el test de Turing para distinguir una máquina de un humano: ya es humana. Así que ahora mismo utilizarla es una cura de humildad: ¿acaso no le humilla ver cómo habla?

La inteligencia artificial se equivoca a veces..., pero los humanos, también.

¡Ese es el punto! Si esperamos a que la IA sea perfecta, tal vez no lo veamos nunca; pero basta con que sea menos imperfecta que nosotros, por ejemplo, conduciendo, para que sustituya a todos los conductores.

¿Y eso sí que lo veremos?

Prepárese, porque ChatGPT es mucho peor de lo que veremos pronto... A mí ya me ha dado una cura de humildad, y a muchos otros.

¿Escribe libros mejor que usted?

ChatGPT salió cuando la tinta de mi último libro apenas se había secado y yo no lo mencionaba en él; y eso que llevo doce años investigando la IA. Fue una sorpresain crescendo, y menos mal que para casi todos.

Y, aun así, su libro es optimista.

Porque, datos en mano, el pastel de la prosperidad que generamos y nos repartimos los humanos no ha parado de multiplicarse en los últimos 200 años gracias a la innovación tecnológica: a más avanzada, más pastel.

Cualquier tiempo pasado fue anterior.

Hemos multiplicado, por ejemplo, la riqueza en Gran Bretaña por cien en los últimos 300 años. Pero la tecnología también ha cambiado cómo se hace ese pastel de la riqueza.

¿De generarlo con el arado a la pantalla?

Hace 300 años los humanos éramos casi todos granjeros; hace 150, la mayoría ya obreros, y ahora la inmensa mayoría trabaja en oficinas y sí, frente a pantallas de ordenador.

¿Las nuevas tecnologías crean –parece de momento– empleo, pero rebajan sueldos?

Por eso habrá que pensar en modos de repartir la riqueza más allá de los sueldos. Pero tranquilícese: mire al pasado y verá el hambre que pasaba también la mayoría... ¿Por qué la IA debería empeorar las cosas?

¿Lo que hacen mejor los humanos es lo que hacen peor las máquinas y al revés?

Eso era así –por ejemplo en el cálculo matemático–, pero se ha quedado desfasado.

¿A un robot no le cuesta el cálculo infinitesimal pero sí bailar salsa como un humano?

También se creía que identificar una especie de pájaro al vuelo o diagnosticar un cáncer jamás sería posible para la IA y ahora ya lo hace mejor que nosotros.

¿Escribe novelas y sonetos mejor?

Los escribe, por ahora. Otro modo de discernir antaño entre lo factible o no para la máquina era pedirle al humano que explicara qué hacía: si le era fácil describirlo, también lo era hacerlo para la IA. Se reducía la tarea a un algoritmo y así la máquina lo ejecutaba.

¿Ese criterio ya no sirve?

Se ha quedado obsoleto. Por ejemplo, en la descripción clínica de unos síntomas, que era una exclusiva humana. La IA acumula millones de casos, más que cualquier médico, los contrasta y así los diagnostica mejor.

¿Entonces qué temer de una máquina?

Nada. Como Hans Rosling, soy un posibilista en el sentido de que espero, viendo las estadísticas, lo mejor dentro de lo posible.

¿No será solo un deseo?

Tan razonable en cualquier caso como quien espera lo peor, pero más fundado si analizamos, insisto, los datos.

Lee también