Una pareja como yo
Indago si, como dice Lalueza, en mi entorno ya no nos casamos para ascender en estatus como antaño, sino entre iguales. Y tiene razón: casi todos mis amigos médicos tienen a otros médicos de pareja; y predominan los matrimonios entre arquitectos, abogados y, en fin, periodistas. Casi siempre las parejas que conozco comparten si no la misma profesión, al menos sí el mismo estatus de profesionales. Y esa forma preferente de emparejarnos hoy entre iguales cambiará la de nuestros genomas y, generación tras generación, la estructura misma de las sociedades humanas... ¿hacía la igualdad? Quizá, pero él mismo apunta que no hacia el igualitarismo; porque la mayoría preferimos, tras conseguir la igualdad de oportunidades, una cierta desigualdad justa antes que la igualdad injusta impuesta por dictaduras totalitarias.
Genes y apellidos aún determinan nuestras fortunas?
Tal vez lo más destacado en ese sentido es que el matrimonio ha dejado de ser la escalera socia que fue durante siglos.
¿Nadie matrimonia ya para medrar?
Hoy tendemos a buscar a una pareja con las mismas características socioeconómicas y educacionales que nosotros. Y así se están reformulando las diferencias genéticas en función de las estructuras sociales. El ascensor social ha dejado de subir.
O de bajar: según quien lo mire.
La tendencia mayoritaria es que tu pareja sea lo más parecida posible a ti en estatus económico y profesional. Por eso vemos que un 50% de médicos se casan con otros médicos y pasa igual con otras muchas profesiones.
¿Los apellidos no cotizan como antaño?
Siguen cotizando, pero más bien entre quienes también los llevan ya de alcurnia. Un caso paradigmático es el de Suecia, una sociedad poco aristocrática en nuestros días.
Lleva ya décadas de socialdemocracia.
Y, sin embargo, los portadores de apellidos suecos de alcurnia siguen gozando hoy de mayor estatus económico que el resto.
¿En España aún cotizan los “de las Altas Torres de Sotomayor” o aquí los de “i”?
Si se siguen manteniendo es porque quienes los llevan creen que aún les otorgan distinción y, por tanto, estatus.
Son poco prácticos para los cuestionarios.
En cualquier caso, no podemos entender la genética de las poblaciones sin desentrañar su relación con las jerarquías sociales. Y en EE.UU. no solo se mantienen hoy las relaciones de poder a través de los apellidos y la descendencia y genética, sino que esa influencia está aumentando.
Los ricachones ponen ordinales a sus herederos, como John D. Rockefeller III.
Nuestra historia genética refleja, como la de los apellidos, la de la desigualdad que ha modelado nuestros genomas.
¿Nuestros ancestros eran igual de desiguales que nosotros?
Lo eran mucho más. Lo cierto es que como humanos no tuvimos un idílico pasado igualitarista y pacífico, sino todo lo contrario: cualquier yacimiento paleoantropológico aporta evidencias de violencia y agresión en el registro fósil.
¿Nos transmitió genes el más bruto?
En cualquier caso, hay que mirar con reservas el paternalismo hacia los pocos grupos de cazadores recolectores que quedan...
¿La desigualdad es el natural reflejo darwiniano del triunfo del más fuerte?
Nuestra historia como humanos también es la de la desigualdad social, empezando por la tecnológica. Ya en el neolítico la aparición del caballo dio superioridad a los caballeros: los demás se sometían y les obedecían.
¿Hoy toleramos la desigualdad como antaño como parte inevitable de lo humano?
Hay estudios de psicología social recientes que apuntan que la mayoría prefiere una sociedad con una cierta desigualdad justa que una igualdad injusta.
¿La diversidad genética es, velis nolis, el destino de todos los pueblos?
Y cada vez más diversa y compuesta. Ya en la conquista de América el mestizaje fue complejísimo y obligó a replantear esquemas, porque se mezclaron en pocos años europeos, africanos y asiáticos.
En la América hispana sí, ¿pero por qué en la del norte se mezclaron menos?
Por un conflicto cultural que dura siglos y aún se pregunta la etnia en formularios.
Para la discriminación, dicen, positiva.
Lo curioso es que los descendientes de esclavos africanos que se hacen los tests descubren un 25% de genes europeos en su genoma y que el cromosoma paterno es europeo y el mitocondrial materno es africano.
¿Cuántos hijos descubren que su padre no es quien creían?
Se apunta que entre el 0,4% y el 5%.
¿En todas las clases sociales?
Históricamente hay menos en las clases altas, donde el control social es mayor.
¿La generalización de los tests de ADN ha aumentado ese control en todas las clases?
Además hay anticonceptivos y divorcio. Pero lo interesante sigue siendo la relación entre biología y mecanismos sociales.
¿La mentalidad de casta perdura?
En India se abolieron las castas legalmente, pero todavía quien se casa fuera de la suya pierde estatus y renta. En cambio, en todo el mundo se ha invertido la tendencia ancestral de los varones a tener muchos hijos.
¿Descendemos de grandes machos alfa?
Son legendarios por prolíficos los sultanes otomanos, y un soldado de Cortés, de Palos: tuvo más de 30 hijos con nativas en tres años.
¿Por qué ya nadie aspira a tener tantos?
Se fue invirtiendo esa tendencia para no fragmentar la riqueza y de ahí que los Rothschild se casaran entre ellos. Hoy buscamos igualdad en la pareja y concentrar inversión y afecto en pocos hijos.