“Nos asusta más quedarnos sin dinero que malgastar la vida”

Tengo 53 años. Nací en Nueva Jersey y vivo en Houston (Texas). Estoy casado por segunda vez y tengo tres hijos. Soy licenciado en Ingeniería Eléctrica y dirijo una empresa de asesoría. Lucho por la libertad, estoy decepcionado con los políticos, especialmente con los de mi país. Soy cristiano.

Bill Perkins,empresario y gestor de fondos, autor de ‘Morir con cero’

Mi meta es la plenitud.

No es muy original.

Depende de cómo la abordes. Imagine que antes de su muerte ha hecho todo lo que la sociedad espera de usted y ha ahorrado dinero para disfrutarlo en su jubilación.

Muy típico.

¿Sabe lo que ha hecho con su vida? Malgastarla. Deberíamos trabajar para desarrollarnos, para crecer. La manera en que aprovechamos el tiempo es lo que hace que tengamos mayor o menor plenitud.

¿No hay que apostar a futuro?

Para eso has de convertir tus ingresos en memorias de valor incalculable. Maximizar tus experiencias positivas. Hay una pregunta fundamental, con independencia de tu nivel de ingresos.

¿Y es?

¿Cuál es la mejor manera de distribuir nuestra energía vital antes de morir? Claramente algunas experiencias solo puedes disfrutarlas en determinados momentos. La mayoría no podemos hacer esquí acuático a los noventa, eso que te perdiste.

Que el futuro no restrinja tu presente.

No podemos retroceder y recuperar el tiempo perdido y, por lo tanto, no tiene sentido dejar que las oportunidades nos pasen por delante por miedo a malgastar el dinero. Malgastar nuestra vida debería suponer una preocupación mucho mayor.

Usted propone morir con cero.

Propongo no desperdiciar la vida trabajando para ganar dinero si no vas a tener tiempo para gastarlo y hacer cosas ahora que te aporten plenitud, sea lo que sea.

Recuerde que cuando llega el invierno la cigarra muere de frío.

Los ahorradores tienden a ahorrar demasiado y posponen la gratificación, y cuando llegan a una cierta edad les ha cambiado el temperamento o la salud y ese dinero que habían ahorrado no se lo acaban de gastar, las ilusiones que alimentaron ya no tienen sentido.

¿Cómo optimizar nuestra vida?

Disfrutando de tus recursos (tiempo, salud y dinero). Lo importante no es decidir cuánto quiero sino cuándo. Si quieres ir al Himalaya, mejor hazlo antes de tener hijos porque, si no, lo más posible es que no lo hagas nunca.

Cierto.

Hay que alejarse del piloto automático, y de alimentar sueños que jamás se cumplen. Hay que acumular momentos memorables, no dinero. No aplaces tus ilusiones.

¿No es mejor ser que hacer?

Eso también requiere energía y tiempo. Cuando mis hijos eran pequeños pasé mucho tiempo con ellos porque sabía que cuando se hicieran mayores harían su vida, y tengo fantásticos recuerdos de su niñez.

Atesorados con conciencia.

Además de habérmelo pasado muy bien, tengo el dividendo de los recuerdos, y eso se va acumulando y aportándote felicidad. Curiosamente los recuerdos suelen ser mejores que la experiencia misma.

Hay quien siempre mira hacia delante.

¿Qué es mejor, ahorrar y hacer dos viajes fantásticos dentro de diez años o hacer uno ahora? A mis 53 años, yo lo tengo claro.

Más vale pájaro en mano.

El cuerpo y la mente son expertos en crear rutinas que se convierten en costumbre y que nos ayudan a sobrevivir pero no a florecer. Debes calcular qué necesitas para vivir una vez que te jubiles, pero el resto del dinero es para ir disfrutándolo. El dinero es una herramienta para vivir la vida, pero tú no eres una herramienta para ganar dinero.

Acabar la vida con cero, ¿y los hijos?

Si quieres darles dinero, guárdalo aparte, en una cuenta o en una inversión, y el resto disfrútalo. Y no esperes a morirte de viejo para que lo reciban, es demasiado tarde, dáselo a los 30 años. Valen mucho más 10.000 euros con 30 años que 200.000 con 60 años.

¿Hay que planificar?

Tienes que preguntarte qué quiero hacer en estos próximos cinco años, qué quiero socialmente, qué espero profesionalmente, cómo quiero divertirme, qué quiero aprender.

...

Nuestra vida está hecha de trenes que pasan: formarse, tener pareja, hijos, divorciarse, cambiar de trabajo..., nada es para siempre, son momentos únicos. Ante la muerte las personas suelen expresar el mismo arrepentimiento: “¡Ojalá hubiera disfrutado más y trabajado menos!”.

Ya.

Nos convertimos en nuestras costumbres como el hámster en su rueda; al principio el queso, es decir el dinero, es lo que nos anima, pero al final la costumbre es tal que seguimos en la rueda aunque no haya queso.

Es una imagen atroz.

La gente está más asustada de quedarse sin dinero que de malgastar su vida, nos inculcan ese miedo. No hay nada malo en intentar maximizar la riqueza, pero la auténtica optimización es la felicidad, eso es lo que realmente queremos.

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