El poder de ser diversos
Los humanos “raros”, tal vez hoy tachados de enfermos mentales, en realidad son portadores de genes que fueron valiosos en otras circunstancias y constituyen el acervo genético que permitiría a la humanidad adaptarse a los cambios del medio. Los genes del anoréxico en épocas de escasez salvaron a los débiles poniendo sus calorías a su disposición. Y el hoy obeso porta genes que ayudarían a la especie en una hambruna mejorando su acumulación de energías; los asperger, antaño inadaptados, son hoy grandes informáticos; y quienes sufren el síndrome de Moisés quizás un día, como Gengis Kan, vuelvan a repoblar la tierra... Achotegui investiga y defiende la diversidad genética y cultural, que garantiza la supervivencia de la especie. De ahí que los más adaptados deban ayudar hoy a los menos para que todos tengamos un futuro.
Putin es un loco o un patriota?
Lo que podríamos considerar sin duda una locura es su imperialismo ruso, como toda ideología que presupone la superioridad de un grupo humano sobre otro.
¿Su ultra nacionalismo le enloquece?
Nietzsche definió bien su caso: “La locura en individuos es más bien rara; pero es la norma en partidos y naciones...”.
¡Qué nos va a contar!
Pero como investigador evolucionista constato que esas personas que consideramos “raras” por sus características mentales o incluso enfermas, cuando solo son diversas, no son una desgracia, sino una necesidad para que evolucionemos como especie.
¿Son necesarios los locos?
Todo el espectro de sus diversidades constituye el acervo genético que va aprovechando la humanidad para ir adaptándose a los cambios del medio. Nos ayudan a evolucionar.
¿Si cambia nuestro entorno, los que hoy son los mejores serían unos inadaptados?
Si, como quería Hitler, todos fuéramos una única “raza pura”, pereceríamos, porque al ser todos iguales no podríamos adaptarnos a los cambios del entorno. Desapareceríamos.
¿Acumular grasa aunque comieras poco fue una ventaja en tiempos de hambruna?
Y hoy, en cambio, con dulces en cada esquina es una epidemia de obesidad. Del mismo modo, la tendencia a la anorexia de algunos pudo servir –y tal vez un día sirva– para que el resto del grupo pudiera aprovechar sus calorías. Hay lobos que pasan 100 días sin comer.
¿De qué pudo servir estar deprimido?
En un grupo que avanza en la selva, el deprimido, porque un mal jefe lo maltrata, sería como un huelguista. Llamaba la atención a los demás para que cuestionaran el liderazgo y la ruta. Y tal vez les salvara así de un error.
¿Y la ansiedad, tan habitual hoy?
Es la sobrerreacción ante un peligro; pero pudo ser útil en la prehistoria cuando salía el grupo a cazar: quizás el más ansioso era el único que volvía... Y transmitía sus genes.
¿Para qué servía el obsesivo y por qué hoy somos tantos?
Si vas a cazar y te olvidas de afilar la flecha, serás tú el cazado. Por eso, aún hoy los aborígenes realizan largos y complejos rituales que repiten obsesivamente antes de cada cacería... Pero así no se olvidan de las flechas y todavía sobreviven. Sin obsesión morirían.
¿Algún día los obsesivos volveremos a tener una utilidad social?
Como los fóbicos... ¿Claustrofobia? ¿No cree usted que alguien claustrofóbico en una región repleta de tigres de las cavernas era muy útil para toda la tribu?
Puedo imaginarlo.
Lo mismo con el miedo a la oscuridad o la agorafobia: lo sufría un solo individuo, pero protegía a todo el grupo. Y que hoy tengamos humanos con esa predisposición genética puede sernos útil un día si cambia el entorno y hay que adaptarse. Hasta la minusvalía...
¿Un ciego de nacimiento podría ayudar?
Si Putin está loco, y desencadena una guerra nuclear, en la noche radiactiva los ciegos, acostumbrados a arreglárselas sin vista, serían los únicos supervivientes y tal vez ayudaran a los demás.
Un asperger creó el P2P.
Y revolucionó la informática, que tanto debe a individuos con una genética de espectro autista, igual que las matemáticas.
¿Sin diversidad genética no se progresa?
Nos extinguiríamos sin remedio. Y por eso los mejor adaptados al medio ahora deben ponerles los medios a los que menos lo están para que subsistan, porque eso nos ayudará a todos a sobrevivir si el planeta cambia.
Pero ¿y el sádico o el violento...?
Hay que ayudarles a no hacer daño. La diversidad genética –aceptémoslo– es desigualdad; pero necesaria para nuestro futuro, por eso hay que gestionarla solidariamente.
¿Eso es, además de moralmente deseable, invertir en ese nuestro banco de semillas?
En momentos de crisis: terremotos, hambrunas, catástrofes... el tipo raro y tal vez esquizoide que habla con los dioses puede ser el Moisés que nos salve... Y repueble la tierra como un nuevo Gengis Kan que tuvo miles de descendientes. Lo apodan síndrome de Moisés, repetido en la historia. Y quizás explica migraciones de grupo muy arriesgadas.
¿No somos ya lo bastante diversos?
Pues no. Y la covid nos lo ha demostrado al dañar igual a todas las etnias en el planeta. En los millones de años que nos separan de los primates, ellos han evolucionado con más diversidad genética que nosotros. Los humanos somos demasiado iguales: desde la agricultura nos diferenciamos poco.
¿Nos adaptamos ya con cultura y no por genes? ¿Frente al frío, abrigos; no más pelo?
Nuestra excepcionalidad solo la manifestamos en crisis personales o de grupo: el histérico, el antisocial... Se expresa frente al estrés que le genera un cambio súbito en su entorno al que debe adaptarse.Y esa diversidad genética puede ayudarnos a todos.