El quejido del bosque
Lo suyo es la extinción de los incendios más devastadores que se producen en cualquier parte de España. Es el músculo, pero sobre todo el cerebro que moviliza y protege a dos brigadas de bomberos. En España, el sueldo de un bombero oscila según la región del salario mínimo al doble. Lleva 20 años en activo como bombero forestal, y sus reflexiones son de calado; en su libro Hermano fuego (Pepitas) nos hace vivir los incendios en primera persona y apuesta por soluciones como la gestión del territorio mediante la ganadería extensiva para salvar los bosques y la urgente conciencia activa contra el cambio climático. Ha aprendido a escuchar el quejido del bosque... “Y espero terminar mis días en un refugio de paz, envejeciendo tranquilamente, limpiando los caminos con mis tijeras y conectándome con la naturaleza; ahora va todo demasiado deprisa”.
Lléveme con usted.
Suba al helicóptero. Dirijo una brigada en la base helitransportada de la BRIF de Daroca, en Aragón, dos cuadrillas, somos 17.
¿Y adónde vamos?
A los incendios más devastadores que se producen en cualquier lugar de España. Daremos una vuelta para estudiar el fuego y elegir dónde aterrizar, por dónde comenzar.
¿El fuego es una bestia?
Cuando empiezas de jovencito te ves en la confrontación de bestia y héroe, pero luego piensas y te das cuenta de que el fuego siempre ha sido una herramienta valiosísima.
Pero los incendios dan miedo.
Los bomberos somos un peón de ajedrez, el parche del verano. El problema es más estructural.
¿Cuál es el problema?
Hemos abandonado el territorio rural; la masa forestal, que es la que incendia el bosque, se ha multiplicado. Si antes nuestros abuelos o los aborígenes australianos hacían quemas controladas, ahora nadie las hace, y eso acabará ardiendo.
Ha cambiado la gestión del territorio.
Hay ausencia de gestión. Nos hemos ido de un extremo al otro. Nuestros bisabuelos y abuelos deforestaron los bosques para plantar trigo y forraje llegando a la desertización en algunas zonas.
No todo era tan bucólico.
No, pero ahora lo hemos abandonado todo, estamos en el otro extremo.
El otro problema es el cambio climático.
Sí, hemos roto el equilibrio del planeta y lo vamos a pagar, esto es solo el principio, los incendios van a ser cada vez más severos y extremos. Al final, solo sabemos cuidar lo que amamos.
El mundo entero arde año tras año.
Superficies forestales extensísimas: Chile, el Amazonas, Canadá, el oeste norteamericano, Siberia..., ahí donde hay una gran masa forestal arde como no había ocurrido nunca, y repercute en todos, el planeta es uno.
Incluso se ha creado un nombre para denominar a estos violentos fuegos.
Megaincendios o incendios de sexta generación. Los bomberos apagamos muchos fuegos, pero en el fondo el problema de verdad no se soluciona. Y lo hemos creado nosotros. Hemos roto el equilibrio del planeta.
¿El fuego está vivo?
Nosotros hablamos de él como si fuera inteligente, intentamos anticipar su comportamiento, pero siempre nos sorprende.
¿Lo más duro que ha vivido?
El accidente en Horta de Sant Joan (2009). Murieron quemados cinco bomberos. Estábamos trabajando juntos con el fuego en fase de liquidación, pero de repente se reprodujo en la parte baja de la montaña y subió barriéndolo todo.
Salvó usted la vida a su brigada.
Decidí que nos marchábamos de esa zona, y el equipo de Lleida consideró que la cosa no se iba a complicar y se quedaron.
Este verano ha sido duro.
Se ha disparado la superficie, cerca de 300.000 hectáreas quemadas.
¿Cómo podemos contribuir los urbanitas?
Poniendo el foco en el consumo de cercanía, eso ayuda a gestionar el paisaje. Mejor consumir cordero extensivo criado en las sierras catalanas que vaca argentina criada con soja del deforestado Amazonas.
Hay que leer las etiquetas.
Pero ¿cuántos fondos se dedican al apoyo de estos proyectos de ganadería local y extensiva y cuántos a las macrogranjas?
Veo que el fuego también es política.
En mis días bajos pienso que si de verdad quisiera resolver los incendios forestales, probablemente sería más útil siendo pastor que bombero.
¿Lo dice en serio?
Sí. Hay que invertir más en ganadería extensiva que en bomberos forestales e hidroaviones que cuestan una locura. Son los animales los que se comen el combustible: los árboles no arden si no arde antes el arbustillo.
Usted limpia senderos en su tiempo libre.
No puedo evitar pensar que estoy colaborando a gestionar un poquito el peligro.
Cuénteme sus reflexiones.
Yo trabajo en una base con 50 personas y eso me ha hecho mucho más tolerante con la ideología de cada cual, ser capaz de sacar lo bueno que tenemos cada uno para sumar.
¿Qué le duele?
La ignorancia. El cambio climático no consiste en pasar un poquito más de calor en verano; la meteorología y los ciclos agrícolas se van a volver muy complejos y traerán hambrunas, peleas por los recursos naturales, refugiados climáticos... Todo eso lo vamos a ver en los próximos veinte años.
Usted al fuego lo llama hermano.
Su violencia no es otra cosa que el reflejo de nuestros propios errores, de nuestra propia violencia. Un aviso más de nuestras decisiones equivocadas.