Carpintero del esqueleto
La traumatología es una especialidad médica muy agradecida, dice el doctor Mir: todos nos hemos roto un hueso y siempre un traumatólogo nos cura, “y eso no sucede en todas las ramas de la medicina, por desgracia”. Mir se considera modestamente un “carpintero” del esqueleto humano o en todo caso –si tiene el día vanidoso– un “ebanista”. Me asegura que la traumatología española es puntera en la escena mundial, y él sigue operando y formando a cirujanos traumatológicos (en Icatme): su objetivo es llegar a los 80 años como Jesse Jupiter, el mejor cirujano de manos del mundo, que dice al paciente: “Le operaré así, pero lo hará él”, y señala al miembro de su equipo que operará. Xavier Mir ingresa como académico numerario de la Real Academia de Medicina.
Cuántas manos lleva operadas?
Infinidad, son 40 años operando manos.
¿Solo manos?
Y muñecas, codos y hombros. Diez operaciones por semana.
¿Complicadas?
No hay operación sencilla.
¿Cuál es la más sencilla?
Túnel carpiano. El nervio pasa por ahí. Y duele si el túnel lo presiona, hay hormigueo, tirantez... Ensancho el túnel. Fácil.
¿Y la operación más difícil?
La de mano catastrófica.
Suena terrible.
Accidentes profesionales o de tráfico: la mano queda destruida. Operé a Àlex Crivillé, a Bruno Hortelano...
¿Crivillé, el motorista?
Reconstruí vasos por este orden: huesos, tendones, nervios y piel. Compitió de nuevo y fue campeón del mundo.
¿Y Hortelano?
Accidente automovilístico. Como atleta necesitaba su mano para hacer pesas y darse velocidad en carrera. La recuperó.
Opera a Mercedes Milá del húmero.
Implante de titanio personalizado: en siete semanas estará como nueva.
Operó a Marc Márquez, he leído.
Me llega es que evoluciona bien.
Y a dos jugadores del Barça...
Araújo, una fractura por una mala caída. Y Eric Garcia, rotura del ligamento del pulgar al agarrar una camiseta del rival.
¿Está mirando mis manos?
Valórelas. ¿Sabe a qué miembro de su cuerpo dedica más espacio su cerebro?
No me haga bromear...
Al dedo pulgar de la mano.
Anda.
El pulgar oponible: poder pinzar nos ha permitido una civilización avanzada.
Miraré mis manos con más respeto.
Con ellas hemos alcanzado la proeza de reimplantar una mano amputada en un accidente de tráfico.
¿Ha hecho eso usted?
Tras ocho horas de quirófano. Y el brazo de una mujer, que la Guardia Civil recuperó entre unos matorrales.
Menos mal.
La naturaleza nos da un margen de dos horas para poder reimplantarlo.
¿Resultó bien?
Fue hace veinte años y la mujer usa su brazo. No me sucedió lo que a un colega en Estados Unidos...
¿Qué le pasó al colega?
Implantó la mano fresca del cadáver de un donante a otro hombre que la había perdido irreversiblemente...
Buen arranque de novela...
Y mejora ahora: al año, el hombre pidió que le amputasen la mano trasplantada.
¿Por qué?
Explicó que esa mano tenía impulsos criminales y “quiere hacer cosas que yo no quiero hacer”.
Doctor, ¿bromea a mi costa?
El caso está en revistas médicas. Mi colega tuvo que amputar esa mano rebelde.
Pasmoso.
Hay ahora una epidemia de manos rotas: tras el coronavirus todos salís en bici y os caéis. ¿Y qué haces al caerte?
Poner la mano por delante.
La fractura ósea humana más frecuente es la de la muñeca, el radio distal.
Y usted, a disfrutar.
Me encanta operar y formar a cirujanos traumatológicos.
¿Qué virtudes convienen a un cirujano para ser muy bueno en esto?
Destreza manual, estudio y práctica.
Dé un consejo a futuros cirujanos.
El que yo aprendí de mis maestros: “Cualquier cirujano puede aprender a operar, pero solo los buenos saben cuándo deben hacerlo. Y los mejores son los que saben cuándo no deben hacerlo”.
O sea, evitar fliparse.
Hay que entender esto: tu organismo es el médico más sabio de la naturaleza.
¿Sí?
Reacciona para reparar tejidos y recuperar funciones. Los médicos solo lo guiamos un poco, pero te curas tú mismo.
Qué modesto.
El traumatólogo no te cura: ayuda. Sí hemos mejorado materiales y prótesis, y las técnicas: hoy el plasma rico en plaquetas evita algunas viejas cirugías invasivas.
Aconséjeme cómo cuidar mis huesos.
Ahora tus huesos están autodestruyéndose (osteoclastos) y autorregenerándose (osteoblastos): ayúdales con tu buena forma física, sin abusar de la comida y caminando mucho a buen paso. Yo voy a pie a todas partes: trece kilómetros cada día.
¿Por qué se hizo traumatólogo?
Mi padre murió en accidente de coche cuando yo era un tarambana de 14 años: me centré y me propuse solucionar males. Y la traumatología los soluciona.