Mujeres en guerra
El valor a los reporteros de guerra se les supone, pero las reporteras lo están demostrando cada día más y mejor en todos los frentes abiertos del planeta. Hacen gala, además, en muchos casos de una capacidad narrativa que a Emilienne Malfatto la ha llevado a las puertas del Goncourt casi sin proponérselo con una ópera prima tan breve como demoledora. La periodista, por lo demás, mantiene sus enigmas –no hay manera de arrancarle dónde nació– y ese pudor por no exhibir el ego que caracteriza a los grandes cronistas de agencia, fieles a un libro de estilo que deja poco espacio para el narcisismo. París, Kurdistán, Irak, Colombia, Argentina o Barcelona, donde dice sentirse muy a gusto... El lugar no importa mientras la historia por contar sea buena y quien la hace mejor es la escritora dondequiera que esté.
Cómo acabó encastada en un batallón kurdo en Irak?
Quise ser periodista y al empezar a serlo descubrí que me movía mucho mejor en las trincheras que en los despachos...
¿Habla usted árabe? Y veo que español.
Y francés, claro. Nací en el sur de Francia hace 32 años, en una ciudad chiquita, poco relevante.
¿Cómo aprendió español?
Mi madre era colombiana. Y estudié en Colombia y empecé como periodista en Colombia en France Press y en El Espectador .
¿Qué hacía en El Espectador ?
De todo. Estaba en una sección que se llamaba Vivir de nuevas tecnologías, medio ambiente y de casi todo.
¿Hacía calle?
Era lo que más me gustaba. Estudié en la Nacional de Bogotá. Fui feliz allá. Luego me gradué de periodismo en París en Sciences Po. Tampoco encajaba allí, pero bueno… Cuando me gradúo entro en la AFP (France Press) ya de periodista.
Una gran agencia universal.
Yo era uno más de sus peones que van turnando en varios servicios e idiomas y para empezar en mayo del 2014 me mandaron a Chipre a la oficina de Oriente Medio.
¿Promesa de emociones fuertes?
Un mes después cayó Mosul y se instauró allí el califato islamista y allá me enviaron para el servicio en francés.
¿Estuvo mucho tiempo?
Nos iban rotando en turnos de dos o tres semanas.
Supongo que más sería muy duro.
Al contrario. A mí me gustaba mucho y quería quedarme allí en el Kurdistán, porque a Mosul no podíamos llegar. La verdad es que me encantó aquello.
¿Los kurdos estaban organizados?
Muy organizados y muy divididos por una estructura de clanes, tribal.
¿No eran buenos soldados?
Lo eran, pero aquello era una guerra con muchos frentes y muchos bandos: el califato, a su vez con voluntarios internacionales de todo el mundo; diversas milicias con variados intereses y financiación y ejércitos, espías, agentes...
...Y periodistas de todo el planeta.
Me interesó tanto que cuando terminó mi contrato decidí quedarme como freelance allí y no renovar.
¿Cuánto tiempo siguió en Kurdistán?
Casi dos años como periodista y fotoperiodista de guerra. Luego tomé algo de distancia de la guerra y me fui a trabajar al sur de Irak en temas ya a largo plazo.
¿Como su libro?
No estaba previsto, yo no quería escribir ficción, historietas en cuadernos… Yo no quería hacer eso, no pensaba que fuera lo mío.
¿Por qué acabó siéndolo?
Eso fue en noviembre o diciembre del 2018 y fue muy rápido escribir la novela.
¿En castellano?
En francés. Fue algo muy intuitivo, muy impulsivo, de “hay que escribirlo” y luego ya tenemos el texto y qué hacemos con esto…
¿Qué hizo con esto?
Al principio fue qué hago… Lo muestro a alguien; no lo muestro… Lo dejo en el computador… Hasta que al final se publicó y ya.
¿Y le premiaron?
Con el Goncourt a la primera novela. Habrá deducido que no lo esperaba.
¿Qué explica la novela? No se preocupe: sin spoilers.
Es una novela polifónica, coral. Y aborda la violencia contra las mujeres que existe en todo el mundo, porque en Francia también la sufrimos. El patriarcado aún es universal: en Irak, Barcelona o París. El cuerpo de las mujeres al final no les pertenece.
¿Y se siente a gusto en Buenos Aires?
Por el momento sí. Pero no sé dónde quiero estar. Mañana me voy a Marruecos por trabajo, luego voy a estar un poco en Francia y después… Está como muy abierta la cosa. Está bien, porque dejé el invierno hace 5 días en Argentina y ahora estoy bien así aquí en pleno verano.
¿A seguir escribiendo sea donde sea?
Me di un susto en las elecciones francesas cuando Le Pen llegó a la segunda vuelta... Y a nadie le importó.
Parece ya una tradición.
En fin, ahora vuelvo a publicar otra novela en agosto que no está ambientada ni en tiempo ni espacio. Es sobre la tortura. La historia de un torturador.
¿Puede ser banal? Aquí algunos eran simples funcionarios.
Eso es lo que quiero explicar. Torturar es un trabajo...