“La música exige antes de dar y solo lo da todo a quien le ha dado todo”

Tengo 42 años: para un director siempre suman. Alicia de Larrocha me hizo músico en Barcelona y Barenboim, director. Mi mujer enseña música y gracias a la música mantenemos a dos niños: un éxito. Cada gesto del director ante la orquesta significa algo concreto: apréndalos y sabrá dirigir al menos en la ducha

Tomàs Grau,director de orquesta, titular de la Franz Schubert Filharmonia

Por qué se hizo director de orquesta?

Estudié piano y violín y quería ser pianista, hasta que un día fui a escuchar a Daniel Barenboim al Palau de la Música...

¿Qué concierto era?

La 3.ª de Beethoven y después, la 5.ª. Y fue escuchando la 5.ª cuando decidí ser director de orquesta. Tenía 19 años y estaba en el gallinero del Palau y me dije que daba igual si algún día llegaba a dirigir o no una orquesta o si eso me daba para vivir o no: quería ser director.

¿Por qué antes había estudiado música?

Porque mi abuelo era colchonero en la calle Enrique Granados y oía ensayar un piano... Era Alicia de Larrocha, que le aficionó a la música. Y mi abuelo me aficionó a mí.

¿Alguien intentó disuadirle?

Mis padres me animaron. Y lo he logrado. Tengo 42 años y vivo para y de dirigir una orquesta. Soy titular de la Franz Schubert Filharmonia; vivo en Tarragona con mi pareja, profesora de música; y mantenemos gracias a la música a una familia con dos niños.

Enhorabuena.

Elijo repertorios, solistas, directores invitados y dirijo la mitad de todos los conciertos programados... Soy feliz.

¿Y qué significan los gestos que el director hace en concierto y nosotros en la ducha?

Todos tienen un sentido muy concreto.

¿Qué dicen las manos del director?

Por un lado muestras el compás con anticipación, lo que se llaman las figuras. Puedes hacer la figura más pequeña (flojo, piano) o más grande (fuerte).

¿Dibuja usted el compás en el aire?

Y esa figura puede ser más picada o más ligada. Puedo hacer la figura más alta o más baja, que la música suene más cerca de mí o más lejos… O que todo sea global.

¿Cómo?

Puedes dirigirte a una sección de la orquesta; a la cuerda o al metal... O al solista. Y luego está la interpretación de las manos: la mano dominante, en mi caso diestra, marca más las figuras y la otra está más para los detalles.

Lo tendré en cuenta al dirigir en la ducha. ¿Y los músicos miran partitura y director?

El director lo controla todo. Y a veces hago que me miren, porque necesito captar su atención más o menos según exige cada momento del concierto.

¿De quién ha aprendido usted a dirigir?

Celibidache profundizó en la fenomenología musical; Karajan fue un visionario en tecnología aplicada a la música; Barenboim es para mí algo personal; y Muti, con su intermezzo de la Cavalleria rusticana dedicado a la Virgen... La, la, laaaaaa.

Que nos están mirando, director.

Es que me emociono siempre que lo recuerdo. Soy creyente y cuando escucho el intermezzo aún más. Ya por sí solo tiene entidad propia, pero en medio de la ópera... ¡Ah!

¿La dirección de orquesta tiene edad?

Cuanto más tiempo llevas escuchando a los grandes, más música tienes dentro para transmitirla. Los años en la música suman.

¿Cómo?

En realidad, la experiencia multiplica. Tenemos 60 conciertos al año, además de los cinco ensayos a la semana. Cada concierto suele durar entre una hora y media y dos...

¿Por qué cada vez los conciertos son más cortos?

Es lo que pide el público y es preocupante, porque demuestra que el consumo fragmentario de contenidos a que nos acostumbra la digitalización mengua nuestra capacidad de escuchar.

¿Es decir que también menguan nuestra capacidad de saber y aprender?

Y es letal para la música clásica, que a veces exige una atención paciente para darnos a cambio momentos reveladores que dan un giro a tu vida, como Beethoven dio a la mía.

¿Y la digitalización propicia una atención espasmódica y no educa la buena?

La música de calidad reclama paciencia para culminar en una gratificación que no te da el pop facilón de tres minutos.

¿La buena música exige su tiempo?

La buena música exige antes de dar y solo da todo a quien le da todo. En cambio, la digitalización favorece el consumo acelerado de sonidos, que es letal para la capacidad de escuchar y la construcción emocional que logra una pieza de calidad...si le das tiempo.

¿Qué es lo más exigente de dirigir?

Paso mi vida en soledad estudiando partituras y mi único instrumento es escucharlas en mi mente. Dirigir una sinfonía exige semanas de estudio en solitario hasta dirigirla por primera vez con la orquesta... y solo entonces compruebas si el estudio te ha servido. O no.

Y en la orquesta hay 80 músicos...

Cada uno con su oficio y visión de la obra. Cuando voy invitado a dirigir otra orquesta es como ir de entrenador del Manchester para solo un partido: una aventura.

¿Es justo el circuito de música clásica?

Es un mercado: a veces vende la moda y otras, el mérito.

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