“No hay que temer al desacuerdo, gracias a él crecemos”
Tengo 79 años. Nací en Nueva York y vivo en Boston, Massachusetts, con mi mujer. Tenemos dos hijos. Cofundador de la Unidad de Desarrollo Infantil del Boston Children Hospital e investigador en Harvard. En mi país, como en tantos, los procesos democráticos están amenazados. Soy un materialista darwiniano
Ginger y Fred
Cuenta Tronick que en el baile de Fred Astaire y Ginger Rogers se percibe una noción idealizada del amor romántico. Creemos que en las buenas relaciones la gente se une en perfecta sintonía. Pero el baile de Jennifer Grey y Patrick Swayze en Dirty dancing , en el que ella le pisa y él le da un codazo en el ojo, está más cerca de la verdad. El desorden de los pasos en falso es necesario para la elegante danza de la escena final. Para Jennifer y Patrick, las risas que compartieron mientras limpiaban el desorden y pedían pizza capturaron la alegría y la intimidad que viene tras la reparación de los desajustes. Eso es lo que cuenta, junto a Claudia Gold, en El poder de la discordia (Ariel), que atravesar el desorden es la forma en la que crecemos y nos desarrollamos en las relaciones desde la más temprana infancia hasta la edad adulta.
Para llevarse bien, hay que llevarse mal?
Son las desavenencias las que nos permiten, al repararlas, crecer en la relación y la intimidad.
¿Sin rencores?
Tras la reparación te sientes más conectado todavía que antes, y eso ocurre una y otra vez. Hay que abrazar las desavenencias que representan el 70% de nuestras relaciones.
Creía que en una relación ideal no había espacio para las desavenencias.
Ya, es un falso mito. Atravesar el desorden es la forma en la que crecemos y nos desarrollamos en las relaciones desde la más temprana infancia hasta la edad adulta.
Póngame un ejemplo.
En las investigaciones esperábamos ver plena sintonía entre las madres con sus bebés, que cada uno de los movimientos del otro se sincronizaran, por ejemplo sonrisa con sonrisa, pero esa conexión solo se da en un 30% de la relación. Este ciclo de encuentros y desencuentros tiene muchos aspectos positivos.
Es un consuelo.
Un niño que sufre un desajuste, pero tiene una experiencia limitada en la reparación, crea significados negativos: no me quieres, no puedo confiar en ti o estoy indefenso. Pero aprendemos y crecemos en los reajustes y el conflicto es esencial para ello.
Explíqueme por qué.
Si siempre estás de acuerdo, siempre estarás haciendo lo mismo. Los desencuentros te dan la oportunidad de crear algo nuevo, de descubrir una nueva forma de estar juntos.
La reparación nos consuela.
La reparación conlleva sentimientos de confianza y placer, el conocimiento implícito de que puedo superar los problemas. Ofrece una lección de vida fundamental: el sentimiento negativo que surge de un desajuste puede ser reemplazado por uno positivo cuando dos personas alcanzan un acuerdo.
¿Los gestos del otro son interpretados por el subconsciente?
Sí, la lectura emocional de la conducta del otro sucede sin consciencia. Si decimos algo amable pero con la cara muy seria o inexpresiva las palabras pueden no llegar.
Hoy nos comunicamos por WhatsApp.
Las investigaciones muestran una clara relación entre la baja autoestima y los altos niveles de uso de redes sociales. Pero no está claro si ese abuso causa baja autoestima o si los individuos con baja autoestima tienden hacia las redes sociales.
Pero los desencuentros emocionales producen mucha angustia.
Los intercambios continuos son los que nos hacen a cada uno lo que somos. En un extremo del espectro, interacciones de desajuste y de reparación llevan a una persona a experimentar el mundo como seguro y lleno de personas en las que se puede confiar.
¿Y en el otro extremo?
Sin experiencia en la reparación –el centro de la interacción humana–, el miedo y la desconfianza se afianzan en la comprensión de uno mismo y el mundo que te rodea.
¿Se puede subsanar?
La eliminación de los síntomas que acompañan al estrés emocional puede proporcionar soluciones a corto plazo, pero si el contexto relacional y de desarrollo de estas conductas no se aborda, reaparecen en formas diferentes y, a menudo, más problemáticas.
¿Entonces?
En lugar de aferrarte a significados fijos de dolor e ira, puedes darle otro sentido a esa experiencia. Si te resistes a la desorganización que acompaña a un salto en el desarrollo, puedes volverte rígido y temeroso.
No hay que temer al desacuerdo.
En absoluto, ni temer cometer errores. Ten rabietas. Permite la turbulencia. Pero encuentra la manera de reparar y reconectar. Crear un nuevo significado requiere tiempo, paciencia, y muchos tropiezos.
Ya.
Tenemos que dejarnos llevar por los momentos difíciles cuando no sabemos bien lo que está pasando. Si nos liberamos del aferramiento ansioso a la certeza, aprendemos a fiarnos del otro y a confiar en que, cuando las cosas van mal, seremos capaces de reparar el problema.
¿Ante todo mucha calma?
Para intimar con los demás hay que aprender a estar solo. Tienes que ser capaz de reparar las desavenencias contigo mismo. La experiencia de la reparación nos da resiliencia y esperanza.
La primera infancia es crucial para eso.
Bebés que tuvieron pocas interacciones, niños de orfanato, suelen tener problemas de desarrollo, depresión y ansiedad en la adolescencia. La mayoría de las patologías tienen una cualidad repetitiva, y en vez de reaccionar a la experiencia inmediata, reaccionas a una experiencia pasada.
¿Cuál es su conclusión?
Hay un aspecto muy positivo en el hecho de que no seamos perfectos. Muchas cosas buenas salen de esa imperfección.