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“Vi las últimas imágenes de Hitler y supe dónde estaban sus caballos”

Tengo 51 años: quiero ser un niño con experiencia. Soy holandés. He recuperado arte robado por valor de 250 millones de euros. En España busco los dos Bacon robados en Madrid y un mosaico romano sustraído en Burgos: dénme pistas. El 30% del arte, incluido el de museos, es falso. Publico ‘Los caballos de Hitler’

Arthur Brand,ha rescatado de una banda nazi los caballos de la colección de arte de Hitler

Hitler era hortera en su gusto artístico?

Cuando muestro uno de sus cuadros al público suelo preguntar a quién le gusta y levantan la mano unos cuantos. Hasta que añado que lo pintó Hitler.

¿El Führer era un pintor mediocre, no?

Lamentable. Pero inspiró todo un género. Los caballos de Thorak eran su escultura favorita. Los colocó en la fachada de la cancillería, desde allí dirigió la II Guerra Mundial.

¿Qué opinión le merecen los caballitos?

Son arte dictatorial, como el estalinista, por eso Stalin admiraba el patrimonio nazi y quiso fichar a otro escultor de Hitler, Breker, que lo rechazó, “harto de dictadores”. Pero la estética nazi, buena o mala, era eficaz.

Thorak fue apodado Tórax por sus idealizados desnudos viriles. ¿Aún tiene fans?

Porque aún hay nazis. Y para recuperar los caballos robados de Hitler tuve que tratar con redes nazis, como la de la hija de Goering, Edda Goering, compinchada con la Stasi, la policía secreta de la Alemania comunista.

Vicaria del horror estalinista.

Crearon una red que comerció con el arte confiscado a los judíos y que todavía tiene obras por vender. Los caballos de Hitler eran parte de ese botín.

¿Usted ya había recuperado arte antes?

Yo empecé en Granada desenterrando monedas griegas y fenicias. Me quedé fascinado por el oficio y al volver a Holanda contacté con el falsificador más famoso del mundo entonces, Michel Van Rijn.

¿Van Rijn era malo, pero bueno?

Fascinante en todo caso. Me presentó a ladrones de museos, traficantes, mafiosos, policías, FBI y periodistas.

¿Se convirtió usted en uno de ellos?

Mi primer golpe fue rescatar el evangelio de Judas, prohibido por la Iglesia hace dos mil años, porque sostenía que Judas fue bueno en verdad. Van Rijn lo mandó traducir y lo publicó. Fuimos los primeros en leerlo.

¿Estaba en griego o en hebreo?

En copto. Y con aquel descubrimiento empezaron a conocerme en el mundillo.

¿Qué dimensiones tiene ese mundillo?

Ingentes. Piense que un 30% del arte –la policía alemana asegura que el 40%– que circula como auténtico es falso, y gran parte ya está en los museos.

¿Cuántas obras ha recuperado usted?

No hay espacio para detallarlas aquí, su valor en total es de 250 millones de euros.

¿Puede citar las más valiosas?

Rescaté el retrato de Dora Maar de Picasso, robado del yate de un jeque en Francia, y desaparecido veinte años. Hoy vale 70 millones de euros. Mire la foto que me hice la única noche que lo tuve en casa.

¿No le gustaría quedarse esas obras?

Disfruté algunas. El anillo de Oscar Wilde, donado a Oxford y robado en el 2002 de una caja fuerte por un butrón, pude localizarlo en los bajos fondos y lucirlo durante unas semanas en mi anular antes de devolverlo.

¿Cuál es su mercado favorito?

Obras robadas a los judíos por los nazis: logro que muchas se devuelvan a sus propietarios.

Justo y necesario.

Y en España mi devolución favorita fueron el arte visigodo de Santa María de Lara, ahora ya en el museo de Burgos.

¿Cómo dio con los caballos de Hitler?

Me mostraron una foto de ellos y al principio pensé que eran falsos.

¿Por qué?

Porque todos creían que habían sido destruidos por los rusos en el asalto a la cancillería.

¿Cómo supo que eran los verdaderos?

Me percaté viendo el último documental de Hitler, en el que aparece infundiendo ánimos en 1945 a los niños de las juventudes hitlerianas que mandaba a luchar contra los rusos cuando él ya estaba a punto de suicidarse.

¿Salían los caballos en el documental?

No, y por eso supe que los que me ofrecían podían ser auténticos. Porque en el exacto lugar donde siempre aparecían los dos caballos en la película aparecían dos guardias.

¿Qué había pasado?

Deduje que Hitler los había salvado de la destrucción. Así que me hice pasar por un representante de un millonario texano –una especie de J.R. Ewing de Dallas – y localicé a la banda nazi que estaba mostrando la foto.

¿Qué había pasado con los dos caballitos?

Tienen 3 metros de altura. Hitler los había escondido en un pueblo y los rusos los descubrieron y los enviaron a una base militar alemana donde permanecieron veinte años hasta que esa banda neonazi los compró a agentes corruptos de la Stasi.

¿Cómo los trasladaron de tapadillo?

Cortándoles las patas. Yo me presenté a los nazis con un maletín de 8 millones de euros.

Muy convincente.

Aparecieron los caballos, más esculturas... Media cancillería. Además de un misil y un panzer enterito. La semana pasada las autoridades alemanas decidieron mostrarlos al público en Berlín.