Luces en la oscuridad
“Tenía 10 años. Fui de acampada con mi padre y a media noche me levanté, miré al cielo y vi tal cantidad de estrellas que me quedé sin aliento. Me pareció tan asombroso que no entendía cómo nadie me había hablado de ellas. Esa sensación me ha acompañado toda mi vida”. Hoy Sara Seager es una de las científicas más prominentes del mundo dedicada a la búsqueda de exoplanetas, en especial de mundos distantes que tengan la posibilidad de albergar vida. Pero a los 40 años y con dos hijos pequeños, su marido, su mejor amigo, murió de cáncer, y por primera vez se sintió sola en el universo. Pero descubrió conexiones en el planeta Tierra, gente querida y personas inesperadas que la ayudaron, otras luces diminutas en el universo. Lo cuenta en Las luces más diminutas del universo. Una historia de amor, dolor y exoplanetas (Paidós).
Cuando miro las estrellas me siento conectada con el universo. Cada estrella con sus planetas orbitando a su alrededor es una nueva oportunidad, un lugar nuevo que puede albergar vida.
¿Nunca se ha sentido sola?
Como un planeta interestelar, esos que no orbitan, deambulan por el universo y en cuya oscuridad llueve metal líquido. Cuando acababa de enviudar me sentía exactamente así.
¿Qué ha entendido de la existencia humana mirando las estrellas?
Es algo crudo, pero he entendido que mi tragedia personal en el contexto del universo es minúscula. Me ayuda a tomar perspectiva, pero no precisamente feliz.
Hábleme de ese tránsito.
Mike y yo habíamos construido nuestro propio sistema solar con sus centros de gravedad: dos niños y tres gatos. Mike murió de cáncer, llevábamos juntos más de 15 años. Yo tenía 40, y mis hijos, 8 y 6.
¿Qué le ayudó a superarlo?
Un día, intentando divertir a mis hijos, los llevé a bajar en trineo por la nieve. El pequeño tuvo una rabieta y se quedó en medio impidiendo el paso a otros niños. Una mujer me pidió que lo apartara. “¡Se ha muerto su padre!”, le grité. “Yo también soy viuda”, me dijo Melissa, que hoy es mi mejor amiga, y me conectó con un grupo de viudas de mi edad, ese apoyo fue fundamental.
¿Cómo les dijo a sus hijos que su padre se estaba muriendo?
A muchos niños no les gusta que te sientes con ellos a hablar de temas tan difíciles, pero espiaban las conversaciones que tenía con otros adultos sobre Mike, así que organizaba encuentros con amigos sabiendo que estaban espiando. Hay algo que me sorprendió.
¿Qué?
Un día yendo al colegio el mayor me dijo: “Es mejor tener un padre muerto que un padre enfermo”. Según su perspectiva de niño había perdido a Mike hacía mucho, pero también me había perdido a mí. Ahora Mike no estaba, pero yo había vuelto.
Una estrella por cada grano de arena.
Muchas más. Para mí representan esperanza y luz, cabe esperar que hay vida ahí fuera y que hay cosas buenas en el universo, algo mayor que todos nosotros.
Perseveró.
Hubo un libro, La magia de creer , que me impactó. Mi padre compró un montón y lo iba regalando. Era una investigación histórica sobre el poder del pensamiento positivo. Lo leí una y mil veces. Aquel libro me hizo creer en un tipo de “magia práctica”.
¿Magia práctica?
Sí, que la visión lleva a la planificación, y esta, a su vez, genera oportunidades. Intenté encontrar mi propia versión de la positividad, pero no creyendo que Mike iba a superar el cáncer, algo que sabía que no podía controlar, sino buscando maneras de vivir cada día al máximo.
Entiendo.
Antes de que muriera le dije que su muerte me inspiraría, que en su nombre jamás malgastaría un solo día. Lucharía por hacer cosas maravillosas. Mi empeño por encontrar otra Tierra crecería todavía más, mi esperanza se parecería más a una misión, y ayudaría a que nuestros hijos encontraran el mismo sentido del propósito.
¿Qué ha sido lo más difícil de su carrera?
Asumir riesgos y creer en mí misma.
¿Cuando dejó de ser un electrón y se convirtió en atómica?
El día en que tuve mi primer éxito en la búsqueda de exoplanetas. Hubo un momento en que mi vida parecía ser el producto de las decisiones que tomaba. El peligro reside en no reconocer la oportunidad que tienes delante.
A veces no hay esa oportunidad.
Cuando murió Mike no paraba de llorar, pero cada mañana me decía: “Un día tendré a otro gran amigo y seré feliz”. Es como plantar una simiente, abrirte al universo.
¿En serio piensa que sirve de algo?
Al principio no me lo creía, pero seguía repitiéndomelo y estuve abierta pese al dolor. Mi vida es un producto de todo esto: de pensar de forma positiva, de creer en mí misma y de visualizar cómo alcanzar mis propósitos.
Usted inventó una ley nueva.
La ley de la conservación de la felicidad: si algo negativo que no puedes controlar te está pasando, busca algo que te ayude a apartar un ratito lo negativo de tu mente. Tienes que darte el permiso.
¿Encontraremos esa vida en las estrellas?
Si queremos encontrar otra Tierra, significa que queremos encontrar a otros, que merece la pena conocernos, ser una luz en el cielo de otros. Y mientras sigamos buscándonos los unos a los otros, nunca estaremos solos.
...
Yo siempre fui tímida, de mayor descubrí que soy autista. Cuando murió Mike, mi gran amigo, descubrí a otra gente que me quería, tienes que aferrarte a pequeñas esperanzas, esas luces diminutas en la desolación.