‘Sin miedo’
Santandreu llega con su amigo Fermín, un esqueleto con el que habla. Me asegura que la muerte es su amiga. Y que tienes cerca un modelo de vida: ¡tu perro! Basta bajarle a la calle para que sea inmensamente feliz y mueva la cola. ¡Imitémosle! Santandreu dice alcanzar esa sabiduría con la renuncia –“vía regia a la paz mental”– a tres cosas: “a hacerlo bien, a que los demás me aprueben, y a que las cosas funcionen”. Lo probaré: todo me irá mal, y pensaré que todo está bien. Ningún rayo me partirá. Y si me parte, ¡qué interesante! Lo aprendo con Sin miedo (Grijalbo), manual de Santandreu para superar ansiedad, obsesiones, hipocondría y temores irracionales. Adora esta cita de la monja budista Pema Chödrön: “Acepta tu aniquilación, descubrirás tu mente indestructible”.
Cuál era su gran miedo?
Hablar en público.
¡Pues no para!
Pensé: si lo hago mal, ¿qué?
Nada. ¿No?
Nada. El miedo se esfumó aquel día.
Yo fui muy tímido.
La timidez hace sufrir muchísimo a muchos. ¿Qué hizo usted?
“Moriremos todos, relájate”, pensé.
Le felicito: pensó bien. Ayudo a mis pacientes a pensar bien, y se van los miedos.
¿Qué miedos son más comunes?
Ansiedad, hipocondría, obsesiones (TOC), pánico, timidez, tristeza... La ansiedad se ha disparado con la pandemia: una de cada cinco personas padece ansiedad en España, hoy.
¿Con qué síntomas?
Dolor de pecho, vértigos, arritmias, migrañas, epilepsia... Y se quedan en casa.
Con un paciente con ansiedad, ¿qué hace usted?
Suprimo ansiolíticos, lo primero.
¿Por qué?
Tomarlos es decirle a tu mente que tiene algo que temer.
¿Y no lo tiene?
¡No! Ansiedad es miedo al miedo. Toca sentir ese miedo, amistar con él. Y un día lo atraviesas, y queda atrás.
¿Y estás curado?
Estás curado. Unos meses, y te curas.
¿Qué porcentaje de pacientes se curan?
El 80%. “¿Cómo he podido vivir tanto tiempo con ese miedo irracional?”, se asombran todos después. Una paciente temía contaminarse de todo, otra temía atragantarse, otro clavarse un cuchillo...
Cuénteme estos casos.
María temía tanto contaminarse que ni defecaba: se contenía días y días...
Eso es insano.
Lo limpiaba obsesivamente todo en casa, y si algo le caía al suelo tenía que tirarlo...
¿Y cómo la curó?
Le receté pulverizar su casa con agua sucia, varias veces al día.
¿Con qué fin?
Convivir con su miedo, constantemente.
¡Debió de costarle horrores!
Sí. Enfrentarte a tus miedos irraciona-
les es el mayor desafío humano. Pero la recompensa es enorme: ¡la libertad total!
¿Lo logró María?
A la vez le hice escuchar música bonita y mirar cosas bellas. Se habituó a su miedo hasta que su ansiedad se esfumó.
¿Y la que temía atragantarse?
Sofía: su miedo irracional le tuvo ¡cinco años! Comiendo sopas y purés...
Triste existencia, la de Sofía.
Le receté tragarse una gominola, con agua, cinco veces al día. Lo hizo. Su miedo desapareció. Hoy Sofía come de todo.
¿Y el del cuchillo?
Le receté ir a todas partes con un cuchillo de cocina encima, en las ropas, en su escritorio del trabajo... Si te expones a tu miedo, se esfuma! Pierde miedo a tu sensación de miedo.
¿Venceré así toda emoción negativa?
Toda emoción negativa es creada por tu propia mente. No existe en verdad.
El miedo a veces salva, sin embargo.
Solo si es suave y es pasajero, y si no se desmadra, y si logras casi disfrutarlo.
¿Quién ha sido su maestro?
La pobreza de mi niñez. Tener afecto en casa. Y unos amigos en la calle con los que jugar. ¡Eso basta para ser feliz! Ah, y ayuda una biblioteca de barrio, gratis.
¿Por qué estudió Psicología?
Leí allí El origen de la especies de Darwin, y La interpretación de los sueños de Freud, y me atrajo la incógnita humana. ¡Cuánto nos queda por conocer de nosotros!
¿Qué enfermedad mental es la peor?
Obsesionarte en que no te pase nada malo. Querer todo controlado: esta manía arruina miles de vidas, hoy en día.
¿Usted no teme reveses, fallos...?
¡Me gustan! Hacen la vida interesante. Fallar ¡es hermoso! Morir ¡es hermoso! Querer la inmortalidad, ¡qué locura de cojones!: destruirá el mundo.
¿Por qué?
Ansiar tamaña memez es lo que nos enviará a todos a la porra. Cosa que tampoco me preocupa en absoluto, ¿eh?
¿No teme a su propia muerte, ni teme al fin del mundo?
Ni a la enfermedad. Temerla –hipocondría– amarga miles de vidas. ¡Puedes ser muy feliz con una enfermedad terminal!
¿Piensa usted en Hawking, no?
Le admiro, sí: él vivía, se casaba y divorciaba, y creaba... pese a su enfermedad galopante. La enfermedad solo le mató, nunca pudo impedirle vivir feliz cada día.
Era un ser especial, ciertamente.
Lo eran tus bisabuelos: sin nada, vivieron sus días con sencillez y plenitud. Y tú, con tanta autoexigencia... ¿qué tal vas?