“La mitad de mi generación llegará a los 90 y eso lo cambia todo”

Tengo 60 años y no me siento población de riesgo. Nací en una Barcelona que ya no existe: dura, gris y sin mar. El alarmismo demográfico nacionalista es miope y obsoleto: con inmigrantes vivimos mejor.

Julio Pérez Díazdemógrafo; investigador demográfico en el CSIC

millones de españoles cumplirán los 100: éxito o problema?

El problema es que no se ha entendido cómo cambian las pirámides de población.

¿Tener tanto nonagenario y centenario no va a disparar nuestro gasto asistencial?

Eso es no entenderlas y se acompaña con una foto de cuatro abuelos en un pueblo de Soria.

Donde ya no queda nadie.

Pero ese es el problema del pueblo de Soria; no de la humanidad ni de España. En el pueblo, como no hay futuro, solo quedan los más viejos.

¿En España no va a pasar algo parecido?

Los tres factores que cambian la pirámide demográfica de un país son: nacimientos, defunciones y migraciones; pero si hablamos de la humanidad como un todo, nuestro mayor éxito es que vivimos más y mejor.

¿Por qué vemos problema en ese éxito?

Porque nos preocupamos al poner el foco sólo en el descenso de la fecundidad.

¿Cree que hay que celebrarlo?

El descenso de la fecundidad está relacionado con el aumento de la esperanza de vida, porque venimos de un sistema reproductivo muy ineficiente que compensaba la gran mortalidad teniendo muchos hijos. Y lo hemos superado.

Solo hay que leer novelas para verlo.

En la España del 1900, la esperanza de vida era de 34 años; hoy es de 83,5. En 1900, uno de cada 5 niños moría en su primer año. Y, para compensarlo cada madre tenía cinco hijos de promedio.

¿Los que Dios le diera?

No los tenían por religión o cultura, sino para compensar esa mortalidad con muchos hijos.

¿Porque eran tu inversión para la vejez?

Incluso antes de llegar a la vejez, tus hijos eran tu supervivencia. Hace solo una generación era habitual que los niños trajeran sueldo a casa.

¿La escolarización cambió el mundo?

Revolucionó la humanidad al invertir la relación entre padres e hijos. En vez de seguir siendo un mero recurso, los hijos se convirtieron en la gran inversión al enviarlos a la escuela.

¿El secreto de nuestro despegue económico fue esa inversión en educación?

Tanto que hubo una generación, la de la guerra y postguerra, que lo dio todo para que los hijos estudiaran. Fueron unos súper mamás y papás.

Les debemos nuestro despegue.

Y lo copiaron después en China, Irán, India y todo el planeta con un efecto multiplicador explosivo. No sólo los niños vivieron más gracias a la educación, sino que, al ser educados, llegaron más tarde a la edad de tener hijos. Y no era un baby boom por nacer más, sino porque morían menos de los que nacían.

¿Es la gran revolución del siglo XX?

Lo es al disparar la productividad tras lograr que casi toda persona que nazca llegue a producir. Es la clave de nuestro progreso: hoy somos muchísimo más productivos que antaño.

¿Por qué la obsesión nacionalista, recuerdo a Jordi Pujol? ¿Por la demografía?

Porque para el nacionalismo la demografía es parte de la creación del Estado moderno: es la población y el mapa. Su “Som 6 milions” implicaba la alarma por el descenso de fecundidad.

¿Una obsesión solo nacionalista?

Y absurda, porque la población, también la catalana, no ha hecho sino aumentar. La demógrafa Anna Cabré nos recordaba que Catalunya importaba personas en lugar de producirlas.

¿Pero el nacionalismo prefería catalanes producidos por catalanes?

En cualquier caso, el alarmismo demográfico es miope y obsoleto.

La demografía también preocupa a Vox.

El descenso de fecundidad no provoca un declive demográfico: basta con observar nuestro descenso de fecundidad, pero también nuestro aumento de población en Catalunya y España.

¿Más población, pero más inmigrantes?

Ese “pero” es propio del organicismo decimonónico y racista. Y Catalunya es buen ejemplo de cómo se crean catalanes de la inmigración.

¿Podremos mantener un país de viejos?

Venimos de un tiempo en que había muchos jóvenes y pocos viejos. Las arcas de la Seguridad Social eran miserables. En los sesenta, un tercio de la población estaba ocupada en el sector primario y de ese tercio muchos ni cotizaban.

¿Ahora los jóvenes aportan más valor?

Porque si se hace una inversión mayor, también en personas, se genera mayor valor. Es lo que pasa en España hoy, que explica que –aún con menos jóvenes– el sistema siga funcionando.

¿Cómo?

En España en 30 años –entre 1964 y 1994– aumentó la población en 7 millones de personas; pero la ocupada se incrementó cero. Aunque, se vivía mejor en los noventa que en los sesenta.

¿Cómo se explica?

La explicación es muy sencilla: se llama productividad. Un trabajador hoy produce mucho más que hace una generación.

¿Por la suma de tecnología y educación?

También ha cambiado cómo somos. Los nacidos en los sesenta cumplen 60 sin llegar a ser ancianos como los de 60 en los sesenta.

¿Un efecto contable de ese cambio?

Criticamos que el trabajo doméstico femenino se ignore en la contabilidad nacional, pero tampoco incluye al de los mayores y hasta la cuarta edad ayudan a su familia y mucho, porque hoy tienen salud, movilidad y recursos.

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