Loading...

“Cuando no tienes elección, la elección eres tú”

Tengo 55 años. Nací y vivo en India, en Guyarat. Casada, tengo dos hijos. Fundé y dirijo la escuela Creo que nacemos humanos por casualidad pero que nos convertimos en seres humanos por elección. Hay algo en el universo que se confabula para que hagamos lo que debemos hacer

Kiran Bir Sethimaestra y reformadora de la educación

Yo me lo pasaba pipa diseñando restaurantes, no tenía ninguna necesidad de cambiar el mundo, pero me convertí en madre.

¿Y qué pasó?

Cuando llevé a mi hijo a la escuela tenía 5 años y enseguida me di cuenta que su aprendizaje consistía en trabajar para complacer al maestro, pero él ni siquiera entendía la razón de sus calificaciones. La frase que más repetía era “no lo sé”, así que lo saqué del colegio.

¿Y decidió crear una escuela en su casa?

A menudo nos quejamos de cómo funcionan las cosas pero no hacemos nada para que cambien. Cuando no tienes elección, la elección eres tú.

Su escuela es una de las cinco mejores de India.

Fui consciente de que los niños no eran escuchados pese a que tienen un papel muy poderoso para cambiar el mundo, no solo en el futuro sino hoy. Hay que implantar la semilla de humanidad en los corazones y las mentes de los niños. Estamos aquí para dejar un mundo mejor.

Cuénteme en qué nos equivocamos.

De pequeñitos les decimos: “Tienes que escucharme a mí”, y después les decimos que antes de hacer deben estudiar, valorando el cumplimiento sobre la creatividad, el contenido sobre el carácter.

¿Por eso nuestros adolescentes adolecen de falta de creatividad, empatía y responsabilidad?

Se han pasado 15 años aprendiendo a decir “no puedo”. El objetivo del colegio Riverside es convencer a cada niño de que sí puede, puede hacer algo por el mundo y puede hacerlo hoy. No cuando tenga 18 años o cuando sea rico. Hay que implementar la cultura del “yo puedo”.

¿Cómo lo hizo?

Empecé con 24 niños y ahora tengo 420 que estudian desde los 3 hasta los 18 años. Plantamos cinco semillas: la empatía (la idea de observar y amar), la ética (distinguir entre lo que es correcto y lo que es fácil). La excelencia (haz el bien mientras lo haces bien) y la evaluación (la reflexión sobre el proceso), y eso nos transforma de humanos a seres con humanidad.

¿Cuál fue su primer proyecto nacional?

Cuando mi primer grupo alcanzó los 12 años les pregunté qué hacían cuando salían de la escuela. “Vemos la tele. Nuestros padres no nos dejan salir a jugar porque es peligroso”. “No puede ser”, pensé. Las ciudades tienen que cuidar de sus niños, para que cuando los niños crezcan, cuiden de su ciudad.

¿Y juntos diseñaron la manera de hacerlo?

Los niños fueron al Ayuntamiento, a la policía: “Queremos cortar el tráfico de las calles para poder jugar”. “Id al parque”, les contestaron, pero ellos no se rindieron, fueron cada día.

Lo consiguieron.

El día de la celebración de la independencia de India, las calles se convirtieron en patios de juego. Llevamos 13 años haciéndolo, un día cada dos meses, en muchísimas ciudades de India. Y muchos otros países lo han adoptado.

¿Quién lo organiza?

Los niños. Organizan juegos, salidas en bicicleta, bailes. Pero lo que más me sorprendió fue como se implicaron los adultos. El Ayuntamiento les permitió pintar los pasos de cebra de flores.

¿Cómo ha conseguido transmitirles responsabilidad y empatía?

Haciendo que la experimenten una y otra vez para que se convierta en un hábito. La primera actividad que creamos fue que los alumnos vivieran la experiencia de ser un niño trabajador.

¿Cómo?

Los pusimos a hacer varitas de incienso, no podían moverse hasta haber realizado 1.000. Al final de la jornada les dolía la espalda y estaban muy cansados. Entonces les di los datos de las condiciones del trabajo infantil ilegal y reaccionaron indignados. Primero el corazón y luego la mente, así enseñamos empatía y ética.

Así nació Design for Change.

Es como una fórmula. Primero, mira a tu alrededor qué es lo que no te gusta: siente. Segundo, imagina. Tercero, lluvia de ideas. Cuatro, hazlo. Y quinto, comparte. Muy sencillo.

Póngame un ejemplo.

El primer ejemplo vino de una escuela rural. Las niñas a partir de 11 años habían dejado de ir a la escuela. Cuándo se planteó el primer paso, los niños miraron a su alrededor y vieron que sus compañeras no estaban, y consideraron que la mejor opción era ir a preguntarles por qué.

...

Las niñas les dijeron que en la escuela había un solo baño y no tenía puerta, que se sentían inseguras. Los niños decidieron hacer una puerta, no tenían dinero pero sí un cocotero, y con sus hojas hicieron una puerta. Las niñas volvieron.

Qué simple y qué bonita historia.

El primer año Design for Change se llevó a cabo en 30.000 escuelas en India, hay miles de historias. En una escuela de Rajastán los alumnos decidieron enseñar a leer a sus padres. Hoy en día este método se aplica en 60 países.

Lleva 30 años diseñando programas novedosos y útiles, ¿cuál es su conclusión?

Tenemos que hacer un mundo más amable. No podemos seguir diciendo que “los otros son el problema”. Los problemas no están fuera sino dentro, en la forma en que tú ves el mundo. Las escuelas tienen el papel fundamental de enseñar a los niños a mirar el mundo con amabilidad y decirles que ellos pueden cambiar las cosas.