Barcelona telemédica
El robot cirujano Da Vinci estaba en Nueva York, y la paciente receptora del hígado, en Estrasburgo. Wang, autor del ingenio, supervisó el transplante en el 2001. Fue una gesta transatlántica que se comparó con la de Charles Lindbergh. Hoy Da Vinci opera a diario a miles de personas en todo el planeta. La epopeya emprendedora en paralelo es la del ingeniero barcelonés Carlos Nueno, quien me presenta a Wang y ha convertido Barcelona en capital mundial de la telemedicina al traerse aquí la sede de la líder Teladoc (cotizada en el NYSE: 18.000 millones de capitalización), que atiende en 20 idiomas a 35 millones de pacientes. Nueno planea centralizar la producción mundial de robots médicos en Barcelona. Y valdría la pena ayudarle.
Qué puede hacer ese robot cirujano por el que ahora me habla?
Es solo un RP ( remote presence ). No es de los más avanzados, pero mi madre, con cáncer, tenía uno en su hospital de San Francisco y yo la visitaba cada día desde Santa Bárbara con él.
¿Qué utilidad clínica tiene ese movimiento de cuello que hace el robot?
Se mueve como una cabeza humana, porque en vez de a usted, digamos que el paciente, podría querer hablar con la enfermera, a su lado, o buscar instrumental allí.
¿No sería mejor un buen cirujano?
Pues yo diría que ya no siempre.
No sé si alegrarme o asustarme.
Alégrese, porque un médico no puede adivinar, con solo monitorizar su piel, sus pulsaciones en cada instante; el robot, sí.
Yo también puedo medírmelas.
O mentir. Y, a veces, la verdad o la mentira pueden ser la vida o la muerte.
Ahora sí que me asusta.
Es que el robot –y yo ahora desde Santa Bárbara a través de él– no hablamos con usted.
Allí es de noche, pero yo diría que sí.
Me refiero a que el robot está hablando con una representación digital de usted, y usted está hablando con una representación digital de mí mismo, pero no conmigo.
¿Y eso es una ventaja?
Crucial para la humanidad. Y verá por qué: entre usted y yo está el ordenador, que crea representaciones digitales de uno y otro, que son en realidad las que interactúan.
¿Eso no falsea la realidad?
Al contrario, la potencia: genera una hiperrealidad, porque también está conectado a la nube y programado para interpretar toda la interacción entre nosotros.
¿Y eso qué significa para la medicina?
Suponga que le pregunto si toma drogas. Y usted, con su mujer al lado, dice que no.
No es mi caso: que quede claro.
Eso dice usted, pero el ordenador monitoriza sus pulsaciones por el color de su piel –y ahora veo que tiene 62– y así detecta cuándo miente, porque se alteran.
¿Y la piel es el espejo de la verdad?
Todo el cuerpo es un espejo si sabes mirarlo, y el robot sabe mirarnos mucho mejor que nosotros mismos. Puede medir la dilatación de la pupila –fuente de datos clínicos– y su respiración, tono vital...Y saber si bebe.
Tal vez a mí no me interese que se entere toda la audiencia de mi salud.
El robot guardará el secreto médico si es programado para guardarlo; pero, además, rellenará toda la inacabable lista de cuestionarios que, en Estados Unidos, son obligados para cualquier intervención clínica...
Aquí somos menos garantistas con los derechos del paciente.
Los robots médicos ya entienden toda la interacción clínica y pueden ser garantes de que se sigan todos los protocolos.
¿Cambia eso la esencia de la medicina?
Cambia también el sentido: en vez de convertir el hospital en el hogar de un paciente, la telemedicina y la robótica clínica, convierten su hogar en un hospital eficaz.
¿Y eso nos ahorra impuestos?
Y contagios e infecciones en hospitales abarrotados cuando hay emergencias. ¿No es España uno de los países más longevos del mundo?
Y lo pagamos en las pandemias.
Pues le estoy dando una solución: roboticen la atención a sus mayores en las residencias y en sus propios domicilios..
¿Cómo empezó a fabricar robots?
Mi padre era investigador en el MIT, pero yo adoraba el surf, así que me vine a Santa Bárbara a doctorarme en robótica...
Defina “robot”.
Es un sistema dirigido por un ordenador y, por tanto, programable con características humanas y antropomórficas.
¿Cuál fue su primer robot?
Lo cree con Computer Motion, en 1990, que diseñó el primer robot comercializado de la historia. Pero el primer robot cirujano aprobado por la FDA. fue mi Aesop (Automated Endoscopic System for Optimal Positioning): un brazo robótico en la mesa de operaciones...
¿Cómo operaba?
Dirigido por la voz del cirujano en intervenciones mínimamente invasivas. En el 2003, Computer Motion se fusionó con Intuitive Surgical, que hoy fabrica el robot quirúrgico Da Vinci, que opera a millones de pacientes en todo el mundo.
¿Por qué tiene tanto éxito?
Es muy eficiente, por ejemplo, en intervenciones de cáncer prostático que requieren una incisión larga y profunda de extrema precisión. El robot la hace sistemáticamente de la forma menos invasiva posible...
Bravo por Da Vinci.
Y se emplea con éxito en otras delicadas como histerectomías o reconstrucciones...
¿Y el toque humano del doctor?
Es que el robot solo es un intermediario entre humanos y no sustituye su relación. A través del robot y la telemedicina, se puede ser más humano que nunca.