La trampa de la ‘ grandeur’

Una de las trampas con que las élites logran realizar sus ambiciones es ofrecer al pueblo el orgullo de la grandeur de su país. A cambio, les pide sacrificios. Putin los obtiene de millones de rusos, henchidos por la renovada gloria rusa, aunque suponga cubrir con sus renuncias el aumento del gasto militar. Pienso en esa trampa al oír a sir Noel decir que el Brexit es soberanía para reforzar el papel de Gran Bretaña en el mundo, aunque, a cambio, los británicos “tal vez sufran sólo a corto plazo” algún deterioro en su economía. Y también me recuerda otras soberanías y sus inciertas glorias prometidas a cambio de sacrificios muy reales en el presente. A las élites les gusta sentir el mundo a sus pies; pero hoy la grandeza de un país se mide por el bienestar que proporciona a sus ciudadanos.

Qué precio pagará el Reino Unido para abandonar la UE?

Esperamos tal vez cierto impacto en la economía a corto plazo; algo menos a medio, y ninguno, a largo.

¿Algún beneficio al cabo?

Después, en unos años, empezaremos a beneficiarnos, cada vez más, de la recuperación total de nuestra soberanía con la firma de acuerdos bilaterales de comercio con todo el mundo.

Pero la UE todavía es su gran mercado.

Nuestras exportaciones a la Unión Europea han ido disminuyendo año tras año. Y, por otra parte, si usted mira el porcentaje de la economía mundial que representa la UE, también disminuye año tras año.

Porque otros actores, como China o India, aumentan el suyo.

Además, fuera de la UE nos habremos liberado de todas las regulaciones que entorpecen nuestro crecimiento. Y no es cierto que perdamos el acceso al mercado único...

¿Ah, no?

Tendremos otro tipo de acceso, seguramente más beneficioso. Y, además, el Brexit no es una cuestión económica. Para nosotros es mucho más que eso.

¿Identidad? ¿Soberanía?

Autodeterminación. Esa es la palabra clave. Y es lo que la mayoría de los periodistas extranjeros no han cubierto. Esta no era una batalla contra la inmigración; ni contra los extranjeros; ni contra la globalización. El Brexit no busca aislarnos ni desglobalizarnos.

¿No cree que ha dividido el país?

No puedo negarlo. Porque se nos hacía creer que el Brexit era contra los inmigrantes o una cuestión racista. Y no es nada de eso. No es ninguna cruzada cultural por mucho que insista en describirnos así The New York Times .

El Reino Unido decidió unirse al proyecto europeo por referéndum en 1975.

Porque nuestra situación económica entonces era muy mala. Pero, gracias a las medidas de los gobiernos Thatcher, volvimos a florecer y prosperar en los noventa. Y hoy nuestra situación es muy diferente respecto a la UE.

¿El Brexit no deja a los europeos de la UE en el Reino Unido desprotegidos?

Esa no es la cuestión. Hemos ganado, porque el Brexit no es una cruzada contra nadie; se trata de recuperar toda nuestra capacidad de decidir para nuestro Parlamento.

Y Escocia quiere la suya: ¿en esa lógica no deberían tener también otro referéndum?

No nos preocupa Escocia por dos motivos: el primero es que el Scottish National Party en las elecciones del jueves ganó posiciones, pero las había perdido en las anteriores...No tiene el apoyo necesario para ese referéndum.

Pero han ganado muchos votos.

Cuando les concedimos el primer referéndum, aseguraron a Londres y repitieron una y otra vez en campaña que “era una oportunidad única en una vida” y sólo han pasado cinco años desde que lo perdieron. No habrá un segundo referéndum.

¿Cómo queda Europa tras el Brexit?

El Reino Unido es un aliado relevante en la OTAN...¿No cree?

Sin duda: y potencia nuclear y en la ONU.

Pues creo que será beneficioso para nosotros y para Europa que mantengamos distancia frente a proyectos europeos de crear una alianza militar propia. Será mejor que nosotros seamos, como hemos sido hasta ahora, el puente entre EE.UU. y la UE.

¿Su adversario sigue siendo Rusia? ¿O además la Alemania que domina la UE?

Putin tiene el concepto del mundo de un oficial de rango medio de la KGB, que es lo que continúa siendo. Es decir, concibe el mundo y Europa como una suma cero en la que Rusia pierde cuanto los demás ganan: y al revés.

¿Pero Rusia no es una potencia en declive, para empezar, demográfico?

Sigue siendo una gran potencia militar.

La verdad es que es influyente: además de en elBrexit, en Catalunya, por ejemplo.

Y en toda Europa. Pero los agentes rusos no toman partido por ningún bando. Lo que pretende Moscú es generar tensiones y división interna para fracturar la vida política en las democracias occidentales. Es la última consecuencia de su visión de suma cero.

¿El Brexit no es el mejor regalo de Navidad para Trump –seguro– y para Putin?

Usted puede verlo así o puede fijarse en una Alemania cada vez más dependiente del gas de Rusia. En cualquier caso, si la UE quiere convertirse en un actor internacional que tener en cuenta, debería olvidarse de la regla de decidirlo todo por unanimidad. Es impracticable y disfuncional.

¿Por qué?

Porque, por ejemplo, para frenar cualquier iniciativa, Putin sólo necesita que un solo país de los pronto 27 de la UE vote en contra.

¿Como una Italia con Salvini, que ya pidió el fin de las sanciones contra Rusia?

O Eslovaquia o Hungría... En cualquier caso, cuando la UE dice a Washington que no quiere sus interferencias, en la Casa Blanca pueden sentir alivio y llevarse el presupuesto a Asia. Y Putin también puede alegrarse al ver cómo se distorsiona así más el bloque occidental, que cree su adversario.