Nuestro tiempo ha llegado
Fue una auténtica revelación, pocos sabíamos quién era o qué hacía antes de verlo en Campeones (2018) de Javier Fesser, película en la que interpreta a una persona con discapacidad intelectual junto con personas que sí la tienen. Y aunque él no quiere que le confundan con su personaje, “Marín es un ángel, yo un ángel caído”, su discurso emocionó tanto como su interpretación: “Me vienen a la cabeza tres palabras: inclusión, diversidad, visibilidad. ¡Qué emoción! ¡Muchísimas gracias!”. Desde entonces ha protagonizado la obra teatral Alguien voló sobre el nido del cuc o, actúa en Vamos Juan y colabora en el programa Zapeando. Él quiere mostrar quién es, de ahí el libro Sala de espera (Martínez Roca), poemas y vivencias. “Mariposas –escribe–, nuestro tiempo ha llegado”.
Mi padre era transportista. Tengo recuerdos muy bonitos recorriendo León y Asturias con él en el camión a los 8 y 10 años. Me gustaba ver los campos desde la cabina.
¿Y cómo los veía?
Borrosos, pero percibía los colores de los campos, los amaneceres y los atardeceres.
¿Se preguntaba cómo veían los demás?
Cuando uno ve mal desde niño no tiene la conciencia de ver mal. Lo integras. Pero cuando perdí el ojo derecho a los 20 años fue un shock, no sabía cómo reaccionar, hasta que entendí que tenía que disfrutar la vida con el resto de los sentidos que me quedaban.
A veces uno quiere y no puede o no sabe.
Levantas la persiana por la mañana y te maravilla un cielo nuboso de invierno, te tomas un buen vino y tu boca se llena de sensaciones. Disfrutar es algo espontáneo. No te propones disfrutar, simplemente disfrutas.
Hay que trabajarlo.
Por supuesto, pero basta fijarse en cada detalle, porque en ellos está la felicidad.
¿Cuándo deseó ser actor?
Siempre me gustó el teatro amateur, pero hace 7 años decidí a dejarlo todo y profesionalizarme.
¿Alguna vez fantaseó con un Goya?
Me había imaginado actuando para mucha gente en un escenario y también recibiendo un Goya. Ambas ensoñaciones se han cumplido.
¿Qué misterio encierra?
Creo que tenemos la capacidad de imaginarnos nuestros sueños y cumplirlos.
No tenía usted muchas cosas a favor.
¿Por qué lo dice?
Los actores suelen ser agraciados y sin discapacidades.
No necesaria mente, pero en todo caso nunca te puedes poner límites, ya te los pone la vida.
¿De dónde ha sacado esta fuerza?
Me han enseñado a quererme y me han querido, y eso da mucha energía. Y siempre he sido optimista. Mi padre nunca se cansó de repetirme: “Nadie es más que nadie”.
No, pero hay gente más testaruda.
La humildad es una cualidad muy importante, contrariamente a lo que se suele pensar nos impulsa y nos hace tirar hacia delante.
¿Contra qué ha tenido que luchar?
He recibido noes, pero cuando la vida te pone barreras hay que sortearlas. Yo por ser ciego no considero que tenga más mérito que otros.
¿Ha hecho muchos castings?
Sí, y casi todos han salido bien.
Es una suerte.
Algo tiene el agua cuando la bendicen.
¡Primera película y le dan un Goya!
Al actor revelación. No creo que sea cuestión de suerte sino de una combinación de factores: buen hacer por mi parte, por la del director, el equipo de coaching , los compañeros. Me construí un personaje muy distinto a mí: ingenuo, tierno, sincero. Jesús Vidal es todo lo contrario.
Ah, ¿sí?
Sí. Jesús Vidal es una persona que intenta ser buena todos los días, pero no tiene esa bondad innata de Marín, mi personaje en Campeones, tiene otras cualidades; dicho desde la humildad, Jesús Vidal es una persona muy inteligente y formada. ¿Sabe qué es lo que más me costó?
¿...?
Actuar con gafas. Siempre he actuado sin ellas porque creo que así mi rostro es más expresivo. Y las gafas me quitan mucho campo visual, es como si lo viera todo a través de un tubito y eso hace que mueva mucho la cabeza, que sea más lento de movimientos e inseguro.
¿Qué cosas ocurrieron en el rodaje de Campeones que valieran la pena?
Hoy pongo en entredicho lo de “personas con discapacidad intelectual”, todos somos personas sin categorías. Lo único que nos diferenciaba es que yo era actor profesional y ellos no.
La discapacidad condiciona.
Porque esta sociedad, al clasificarnos, nos empuja a fijarnos en lo que no podemos hacer en lugar de en lo que sí podemos. La discapacidad está en la mirada del otro.
Todos somos imperfectos.
Si no fuera así, este sería un mundo de dioses y acabaríamos tirándonos los trastos a la cabeza. Ser imperfecto es fantástico porque tienes mucho que aprender. Aprendemos unos de otros.
¿Qué cambiaría en usted?
Nada, no porque esté todo bien, sino porque la vida ya me irá moldeando.
Parece usted muy racional.
También tengo mi parte reptiliana y cometo muchos errores, pero... ¡benditos errores!, aprendemos, sufrimos y crecemos. El día que no me equivoque será al día siguiente de morir.
¿La gente confunde el personaje de Campeones con el actor?
Sí, más de una señora me ha dicho: “¡Hola campeón, eres un ángel!”. Piensan que tengo una discapacidad intelectual, pero si eso ayuda a normalizarla es un orgullo...
¿No se identifica con un ángel?
Con un ángel caído.
¿Qué le lleva al abismo?
La autoexigencia y sentir lejos emocionalmente a la gente que quiero.
¿Cuál ha sido su espera más desesperada?
La espera del amor, esa fuerza que nos mueve. Pero yo siempre espero con ilusión.