Leyenda
“Yo disfruto muchísimo”, me insiste Lola Herrera mientras hablamos de su legendario monólogo (lo estrenó hace ahora 40 años) en la obra de teatro Cinco horas con Mario , que ha representado centenares de veces... Lola Herrera es un mito viviente de nuestras tablas, y esta obra es un clásico indiscutible, que reedita ahora cada día en el teatro Goya (hasta el 20 de octubre: martes a sábados, 20 h; domingos, 18.30 h). Luego la llevará a una docena de teatros de Catalunya. Lola Herrera es una mujer sabia, ha absorbido enseñanzas de genios que ha tratado: se deshace en elogios hacia Fernán Gómez, Héctor Alterio, Asunción Balaguer, Chicho... Hoy ella es la enseñanza.
¡Qué energía! Una hora y cuarto de monólogo...
Eso es mérito de mi genética... y de lo mucho que disfruto sobre las tablas del escenario.
¿Cuántos años hace que viene subiéndose a escena?
Como profesional, hace ya... ¡62 años!
¿Es la actriz en activo más longeva de España?
Me gana mi querida Asunción Balaguer: ¡la amo, la admiro! Qué humor se gasta en sus últimas actuaciones.
Pero ella estuvo muchos años retirada.
Por voluntad propia, casada con Paco Rabal.
¿Paró usted en algún momento?
No. ¡Siempre he trabajado! Eso me salvó cuando mi marido se largó a por tabaco...
Era Daniel Dicenta: ¿diría que le gustaba demasiado... “fumar”?
Era un buen tipo, pero eso de “fumar” le podía, sí. Luego no me dio guerra, eso sí.
¿Cómo empezó usted en el teatro?
Yo era la voz del pajarito Azulín en un programa infantil en Radio Valladolid. Una compañía de teatro llegó, me pidieron suplir a una actriz que había enfermado, yo acepté... ¡y a Chicho le encanté!
¿Chicho?
Chicho Ibáñez Serrador: dirigía y actuaba. Teníamos 18 años. ¡Era un superdotado!
¿Qué obra era?
Ecos escandalosos de sociedad, de Pepita Serrador, su madre. Con Chicho hablé mucho esos días... “¿Has pensado en dedicarte a esto?”, me preguntó él. “No”, le dije.
¿No?
No. Le conté que tenía novio, que iba a casarme... Y él iba comentando, con su sorna: “Ah, qué emocionante, qué emocionante”.
Ja, ja...
Sus comentarios me abrieron la mente. Dejé al novio y me largué a Madrid: en 1957, con 21 años, debuté en el Teatro de la Comedia con El campanero , junto a Manuel Dicenta, que luego sería mi suegro. ¡Fue un exitazo!
Y hasta aquí.
Y hasta siempre, día a día, porque esto me encanta.
¿Y cómo había llegado a la radio, antes?
Con doce años, mis tías me llevaron a un concurso de canción en la radio... Y lo gané.
¿Cantaba usted bien?
Sí, sí, clavaba a la cantante mexicana Irma Vila, “la reina del falsete”, ¡famosísima en los años cuarenta!
¿De dónde le venía lo de cantar?
De mi madre. El tenor Marcos Redondo dijo de ella, cuando era jovencita, que “va para gran tiple”. Pero su padre le advirtió: “Antes te saco la piel de arriba abajo”.
¿Por qué se puso así?
Que su hija fuese cantante era ser puta.
¿Su madre se frustró?
No, fue siempre una mujer alegre, bienhumorada... y que cantaba en casa. Y mi padre: cantaban habaneras juntos. Y los vecinos del edificio: ¡antes todo el mundo cantaba!
¿Qué hacía su padre?
Era electricista de Renfe. Inventó un encendido automático de escaparates. Éramos pobres, y tuvo que malvender su patente.
Oh.
¡Cuánto silencio y miedo recuerdo..! En los años cuarenta, mi madre vivía atemorizada: dos hermanos murieron durante la guerra.
¿Qué les pasó?
A tío Zacarías le delataron y le pegaron un tiro en una cuneta. Dejó dos hijos pequeños. A tío Manuel le mató un obús en el Ebro.
¿Se hablaba de eso en casa?
Entre susurros. Mi madre no se atrevía ni a llorar. Y se espantaba cuando mi padre escuchaba de noche Radio Pirenaica.
¿Y cómo era la pequeña Lola?
Coleccionaba todo lo que tuviese colores: cuentas, canicas, tabas que pintaba, agujones con bolita...
¿Contra el gris del entorno?
Sí. Y me sumía en silencios. “¿Estás aburrida?”, me preguntaban. “Estoy pensando”, decía yo. Tenía mi refugio interior.
¿Qué le legaron sus padres?
El humor. ¡A todo sabían darle la vuelta! Yo hago lo mismo, ¡y con la edad se me acentúa: cada día me río más de todo!
Es que si no te ríes...
El teatro y el cine nos salvaban de la tristeza cotidiana: las mujeres de mi familia iban a consolarse al teatro Lope de Vega de Valladolid. ¡El arte cura y salva!
¿De qué cree que puede salvarme ver la obra Cinco horas con Mario ?
Una viuda le habla a su esposo muerto... Nos da perspectiva sobre lo mal que las mujeres estuvimos en derechos y libertades. ¡Yo no podía ni firmar un alquiler por no ser “cabeza de familia”, cuando mi marido se fue!
¿Qué decía Miguel Delibes de su interpretación de Carmen, su personaje?
“Lo dices de tal modo... que descubro a otro personaje”. ¡Pero está todo en su texto! Aunque hay algo soterrado, y yo lo desvelo: ella respira por las carencias de su matrimonio.
¿Qué le diría a una pareja que se casa?
¡No os caséis! Convivid, y si estáis muy bien juntos... ¡celebradlo un día con una fiesta!
¿Qué no soportaría de un pareja?
¡Nada! Mientras conviví con un hombre, lo soporté todo, pero hoy yo no soportaría nada, nada. ¡Ah, qué feliz vivo sola!