“Quien salva una vida salva al universo entero”

Tengo 59 años. Nací en Lisboa y vivo en la isla de São Miguel, en las Azores. Estoy casado con Luis. Me licencié en Lengua y Cultura Portuguesa. Lucho por un mundo justo e igualitario. Soy vegetariano. Defender lo humano significa defender a toda la naturaleza.

Henrique Levypoeta y profesor

Me crié en la isla de Santo Tomé y Príncipe, me marcó la alegría de la gente, su entusiasmo por la vida.

Eso no se olvida.

Luego vivimos en Mozambique. A los 15 años regresé a Lisboa, me licencié y me fui a Oriente.

Es usted inquieto.

Viví ocho años en Macao como profesor de portugués. Los domingos en la iglesia la misa se daba en tres lenguas: portugués, chino y latín. Me gustó ver como el ser humano puede mezclarse sin renunciar a su cultura.

¿Escogió vivir en las Azores?

Sí, pasé unos años enseñando en la Universidad de Turín y 25 en la de Lisboa, hasta que la ciudad ya no pudo darme nada que me interesara.

Y se fue en medio del océano Atlántico.

No podemos escoger el lugar donde nacemos, pero sí el lugar donde morir. Somos del lugar donde morimos. Yo he escogido vivir en un lugar aislado, rodeado de una naturaleza extraordinaria y con muchos animales.

Todos adoptados.

Sí, perros, gatos, una oveja, una cabra, un burro, una vaca... Si encuentro un animal que sufre, no puedo darme la vuelta. Soy consciente de que cada vez que recojo a uno, escojo dejar de hacer muchas cosas: viajar, comprar libros...; mantenerlos resulta costoso, pero no hay nada más precioso que una vida.

Hay quién no lo siente.

Dice el Talmud que quien salva una vida salva al universo entero. Todas las vidas, incluida la de una vaca, contienen el universo.

¿Qué otras cosas le ha enseñado la vida?

A no dudar de la existencia de Dios, a amar la divinidad del otro y a entender que el amor vale siempre la pena: no hay sacrificios por amor.

El amor no es una hoja de cálculo.

Y también me ha enseñado que no hay diferencia entre Dios y la poesía. Yo escribo entre las cuatro y las ocho de la mañana, un periodo muy especial del día en el que acontecen cosas invisible a nuestros sentidos.

¿Y puede captarlas?

En el silencio de la naturaleza, sí. La poesía es uno de los mayores misterios porque no es solo del hombre, nos atraviesan otras voces.

Hoy pocos leen poesía.

Porque no tienen tiempo para confrontarse consigo mismos, con lo propio; no tienen disponibilidad interior, y la poesía nos confronta con nuestra existencia, con nuestros miedos, origen, misterio.

Cuénteme algo extraordinario que le haya sucedido en esta isla.

Cada día me cruzo con un campesino, un hombre muy grande, muy alto y muy fuerte que pasa sus días sentado en la misma piedra con sus cinco vacas. Un día le hablé, y me contó que era pastor y que estaba acompañando a las vacas.

Aquí las vacas están solas en los pastos.

Así es, pero él estaba ahí solito, todos los días. “Señor”, le pregunté, “¿no siente soledad?”. Él me miró muy admirado: “¿Soledad? Señor, no sé lo que es. Yo tengo a Dios, el mar y a mi madre”.

Qué bonito.

Esa historia se coló en mi alma, aquel hombre tenía lo esencial. Para ser felices, para poder crecer como personas, esas raíces bastan.

Esta es una isla pequeña.

Me gustan las islas pequeñas porque me permiten sentirme abrazado por el mar. Estas islas estuvieron aisladas mucho tiempo y guardan una gran pureza, como sus habitantes, que no adoran ni al padre ni al hijo, sino al Espíritu Santo.

Una entelequia.

El Espíritu Santo lo es todo, es la fuente de vida; todas nuestras fiestas celebran el milagro de estar vivos. Y también representa la sabiduría. Durante las fiestas del Espíritu Santo los niños son coronados emperadores.

¿Emperadores?

Sí, se corona la ingenuidad, la bondad, la pureza; y durante el periodo de fiestas los niños gobiernan su comunidad, gobiernan el mundo.

¿Cuál es su mayor conquista?

Yo sabía que la vida está hecha de incertezas, pero aquí encontré la certeza. El primer año fue muy difícil, no teníamos electricidad, fue como volver al siglo XIX. A los 54 años me puse a lavar a mano, a iluminarme con velas, a construir una casa. Pero lo encaramos con gran humildad y con mucho amor, no hubo ni un momento de rabia. Fue un misterio para mí adaptarme.

...

Conquistamos algo que yo nunca había tenido: un lugar en el mundo y un amor sereno. Comprendí que hay dos formas de ver el mundo, la de aquellos que no aman y que nunca fueron amados y la de aquellos que aman y son amados. Cuanto más amas, más espacio hay en ti, más cosas pueden entrar en tu corazón.

¿Qué es amar?

Cumplir el sueño del otro, es una conquista diaria; y es necesario, el humano está hecho para compartir su intimidad, su vida, sus deseos, sus tristezas. Nosotros pasamos días sin hablar, y hay mucha más complicidad en el silencio que en la palabra. Hay un entendimiento de alma.

Hay que tener suerte.

Hace falta más coraje que suerte. A menudo pasamos demasiado tiempo en relaciones que sabemos que no son la relación que deseamos, pero tememos la soledad.

Nos conformamos.

No hay que tener miedo, hay que gozar de estar con uno mismo y no apartarnos de nuestro propio camino.

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