“La pujante economía halal brinda salud y fraternidad”

Tengo 44 años. Soy de Barcelona. Soy consultor y profesor de turismo, gastronomía y economía halal. Soy pareja de Agatha Albero, junto a dos hijos, Nur (16) y Bruno (12). Soy de izquierdas, sin exagerar. Creer en Dios me relajaría... pero no me sale. La carne halal es más tierna y sana

Javier Albarracínespecialista en cultura halal

¿Qué significa halal?

Es árabe y significa “lo que está permitido”... al buen musulmán.

¿A qué alude ese permiso?

A lo que comes y lo que bebes. Y también a todo lo que contacta con tu cuerpo: cosméticos, ropa...

¿Y qué no es halal, qué no está permitido para un musulmán?

No es halal comer insectos.

Ahí coincido con el islam.

No es halal beber alcohol.

Ahí me quedo en cristiano.

No es halal la sangre: morcillas, chorizo...

Sigo cristiano.

Y no es halal la carne de cerdo.

¿Y por qué no?

En los desiertos de Arabia el cerdo era poco rentable y foco de infecciones: pasó a tabú en la religión islámica, revelada por Alá a Mahoma en el año 622 d.C., en el Corán.

¿Y el resto de carne sí es halal?

Sí, pollo, pato, conejo, vaca, cordero... son halal siempre que sigamos cierto ritual a la hora de criar y sacrificar esos animales.

¿Qué ritual?

Bienestar animal, lo primero. Y, luego, ese animal debe ser sacrificado por un matarife musulmán, y de un modo bien pautado.

¿De qué modo?

El matarife mira a La Meca, invoca a Alá y le pide permiso: va a matar a una criatura suya.

Muy correcto.

Y de un corte certero, degolla al animal, que se desangra. Y ya está: esa carne es halal.

¿Y luego qué se hace con la carne?

Esa carne no debe contactar– en su despiece y transporte y conservación– con otras carnes no halal. Y ya puede cocinarse como se quiera, según cada tradición culinaria.

¿Tiene muchos consumidores entre nosotros, la carne halal?

No deja de crecer en Catalunya, en España, en Europa y en todo el mundo.

¿Sí? ¿Por qué?

Medio millón de musulmanes viven en Cataluña, y dos millones en toda España, y 40 millones en Europa. En el mundo son 1.800 millones, ¡creciendo al 1% cada decenio!: en el año 2030 habrá 2.200 millones de musulmanes. Será el 25% de la población mundial.

Un enorme mercado para lo halal...

Y que además se amplía cada día más con otros consumidores no musulmanes.

¿A quiénes se refiere?

¡Todo carnívoro sibarita se relame con esta carne! Argentinos y uruguayos, por ejemplo, frecuentan las carnicerías halal.

¡Anda! ¿Y eso?

Saben que la carne halal es más tierna y sabrosa. Es más buena que la carne de animales sacrificados con descarga eléctrica, porque eso les causa un espasmo muscular.

No lo sabía.

A su vez, los amantes de lo bío y lo healthy aprecian la cerveza, vino, vinagre y cava halal (¡nada de alcohol!), y los cosméticos (nada de grasa de cerdo ni de colorantes de insectos), chuches y ropa halal...

¿Cómo sabe tanto del mundo halal?

Desde joven me atrajo la otredad, y viví en Estambul un año y medio: ¡qué fusión cosmopolita de Oriente y Occidente! Y entendí.

¿Qué?

¡Que el futuro es urbanita, cosmopolita, joven, interconectado y amante de la diversidad! Y Barcelona reúne todas las ventajas para convertirse en el hub de lo halal.

Explíquese.

En Mercabarna, ya el 60% de la carne que se sacrifica es halal, y mucha se exporta: nuestra industria alimentaria puede crecer por ahí. ¡Aprovechemos que estamos en el pasillo entre el mundo islámico y Europa! Y tomemos buen ejemplo de Londres.

¿Qué pasa en Londres?

¡Allí se celebra la diversidad! Se citan lo occidental y lo judío kosher y lo halal musulmán, en todas sus variedades: indonesias, indias, magrebíes, subsaharianas, pakistaníes, árabes... ¡Allí convocan grandes foros y ferias alimentarias en torno a lo halal!

¡Pues celebramos aquí también la diversidad con el mismo empuje!

Veo prevenciones, por prejuicio. Hay que decirlo aún: ¡ser musulmán no es ser fanático! En Catalunya hay 85.000 niños musulmanes escolarizados... ¡y comen cada día!

¿Todos comen halal?

Aunque fuese sólo la mitad, ¡qué mercado para los caterings y menús halal! Y así todo. Y mucho más ahora, en el Ramadán...

¿En qué consiste el Ramadán?

Ayunar desde que sale el sol hasta que se pone (excepto niños, viejos y enfermos), durante un mes, de una a otra luna nueva. Y por la noche, ¡comilonas! Sobre todo en sus días finales: disparan la demanda de miel, dátiles, frutos secos y carne de cordero halal, ¡que en esta fecha está ya toda vendida!

¿Hay también ropa halal, me decía?

Sí, es la modest fashion, con sus pasarelas: chándales con pañuelos en la cabeza, para mujeres deportistas, por ejemplo. Y ya hay blogueros, influencers, instagramers halal...

Curioso.

La pujante economía halal ofrece salud y fraternidad, de mano de la generación M ( muslim millennial): ¡nos sorprenderá por su modernidad y juventud desde las pujantes clases medias del islam de todo el orbe!

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